Las cumbres de líderes políticos han permitido que, a pesar de las diferentes formas de pensar y de actuar, se logren acuerdos que marquen el rumbo de los temas más apremiantes. En ocasiones las crisis que obligan a atender lo inmediato y los disensos han limitado el éxito de estas reuniones.

Hoy, en las reuniones de líderes mundiales tanto del G20 en Roma , como la COP26 , en Glasgow , la recuperación de la salud y el cambio climático son los dos objetivos ineludibles que merecen decisiones y compromisos con respuesta inmediata, con visión de largo plazo.

Mucho sabemos del problema que implica romper la cadena de contagio del Covid-19 y sus variantes, así como la inequitativa distribución de vacunas entre países desarrollados y naciones pobres.

El cambio climático ha sido devastador para muchas regiones. Basta recordar las sequías que expulsan corrientes crecientes de migrantes, y las inundaciones en las mismas fechas, que los devastadores incendios forestales en diversas partes del planeta que destruyeron millones de hectáreas y una incalculable riqueza de la biodiversidad.

Las imágenes satelitales muestran la gravedad de la pérdida de bosques por estos incendios. Para recuperarse por sí sola, a la naturaleza le tomará décadas.

Hace once años, en Cancún , se celebró la COP16, en donde se reiteró la importancia de la reforestación ante el deterioro ecológico. Y desde entonces se han propuesto diversas técnicas de recuperación: la siembra directa generadora de mano de obra, la dispersión de semillas en vuelos diseñados para tal efecto, que cubren grandes áreas en menor tiempo con metodologías que permiten definir las especies y la densidad adecuadas a las características de cada zona.

Mientras las principales economías se debaten y señalan el impacto negativo en la combustión de carbón y energéticos fósiles, para empujar las metas de transición a fuentes más limpias hasta mediados del presente siglo el daño ambiental sigue su marcha.

Tanto los incendios forestales como las ambiciones económicas han venido destruyendo esta fuente insustituible de equilibrio ambiental. Los ciudadanos podemos apoyar y actuar en favor de la reforestación.

La siembra de árboles es la mejor forma de contribuir a restaurar la pérdida de superficies boscosas en el planeta.

Es momento de que los especialistas divulguen las especies y tipos de árboles que son adecuados para recuperar zonas dañadas, así como la demarcación específica de los límites a la expansión horizontal de zonas urbanas o áreas de cultivo.

La reforestación del planeta es una de las principales responsabilidades de nuestro tiempo. Reforestar es la mejor forma de construir una base ambiental de largo plazo, que por décadas habrá de dar positivos resultados a la recuperación y reparación de los equilibrios ambientales.

El conocido adagio de José Martí debe de ser adaptado a nuestros tiempos. Hoy, los tiempos reclaman otro enfoque, ante los cambios tan severos de vida es necesario cambiar la forma de pensar y de actuar. Él proponía que en la vida había que “tener un hijo, leer un libro y sembrar un árbol”. Para que las próximas generaciones vivan en un mundo más armónico con la naturaleza y entre sí, a cada hijo hay que ponerle el ejemplo de sembrar muchos árboles y leer muchos libros.

Rúbrica. Día de Muertos. “Hay muertos que no hacen ruido Llorona, y es más grande su penar”.

Político y escritor.
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