En los días que las personas hacen sus propósitos de año nuevo, comparto con mis estimados lectores unas reflexiones que nos puedan inspirar para construir las bases de prosperidad no solo para un año sino para la próxima década.
Casi todos los principios que se consideraban permanentes hace diez años hoy son causa de preocupación. De igual manera las instituciones y valores sociales, políticos y económicos que creíamos permanentes e inmutables están sometidas a una crítica severa. De ahí la importancia de pensar más allá de los próximos doce meses para concebir las grandes soluciones que se han de requerir para los próximos diez años.
Los grandes retos de nuestro tiempo pudieron haberse evitado si tan solo se atendiera la evidencia de la ciencia, las voces de la crítica y se tomaran las decisiones políticas a tiempo.
A la democracia como sistema de gobierno se le culpa por el desempeño de diversas ofertas ideológicas cuyos resultados han sido deficientes para impartir justicia, reducir la pobreza, fomentar el estado de derecho y la paz social. En casi todos los continentes hay al menos un país cuya incipiente evolución democrática ha sido remplazada por autocracias unipersonales.
El cambio climático pudo haberse prevenido, tanto en sus extremos de sequía, incendios forestales, inundaciones y ondas gélidas extremas. La hambruna pudo reducirse. La carrera armamentista es hoy un reto que pensábamos superado y que reaparece como un hecho que nuevamente escala y anticipa un escenario mundial de división y enfrentamiento.
Jacques Attali, en una valiosa conferencia del pasado mes de octubre del Future Investment Initiative Institute, propuso establecer los objetivos de una “Economía de Vida”, para construir un escenario positivo en un futuro inmediato, que atienda los principales temas de la sociedad; acceso al conocimiento, prevención y atención a la salud, energía sustentable y alimentación suficiente. Para ello será necesario avanzar en las políticas inclusivas de carácter social, equidad de género y de forma de vida, así como erradicar la represión, la censura y la persecución de disidentes.
Es irónico que la sociedad que tiene los más grandes instrumentos de la historia para progresar tenga también los más grandes retos que pudieron evitarse y prevenirse.
Las redes sociales habrán de ser siempre más abiertas y participativas para la difusión del conocimiento, el predomino de la democracia, la tolerancia y la aceptación de las diferencias de la sociedad, en lugar de hacer esclavos de un algoritmo anónimo que los someta a una restringida fuente de información.
Es evidente que muchas de las premisas que determinaron el desarrollo económico y los modelos de gobernabilidad vigentes al inicio del presente siglo, deben someterse a un diseño institucional innovador y garante de la prosperidad que pueda dar viabilidad al mundo contemporáneo al menos durante la próxima década.
De igual manera las ideas políticas, creencias religiosas y consignas sociales que excluyen y discriminan deberán ser superadas por una perdurable cultura de justicia, honestidad, inclusión y armonía social.
A fin de cuentas, no podemos pensar que los grandes retos del futuro se resuelvan solamente con las viejas teorías del pasado.
Rúbrica. Día de los Inocentes. Para unos un día más, pero a los crédulos de las fake news los hacen caer todo el año.