El escenario político internacional vive entre la globalización y la “globo-fobia”.
Un globo de observación de gran altura, proveniente de China, que entró al espacio aéreo de los Estados Unidos del 28 de enero al 4 de febrero pasados, fue derribado por la fuerza aérea de ese país. El hecho despertó toda una serie de acusaciones de espionaje y violación a la soberanía aérea, lo que ha generado una nueva fuente de tensión entre ambas potencias.
Por décadas, muchos países han lanzado globos con fines científicos que operan a más del doble de la altura de los vuelos comerciales.
En las antiguas nociones jurídicas de la propiedad territorial se conoce la máxima Cuius est solum, eius est usque ad coelum et ad inferos, (Quien es dueño del suelo, lo es hacia arriba hasta el cielo y hacia abajo hasta el infierno). En el año 1961 el New York Times publicó un artículo titulado Space Question: How high is up? (La cuestión espacial: ¿Qué tan alto es arriba?), acerca de la soberanía atmosférica de las naciones. A partir del surgimiento de la aviación civil, la exploración espacial y las telecomunicaciones satelitales esta definición se acotó por dos acuerdos internacionales, el correspondiente a la Organización de Aviación Civil Internacional y al Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre de 1967, promovido por los Estados Unidos —ante la amenaza del Sputnik soviético de 1957— que prohíbe expresamente el emplazamiento de cualquier tipo de armamento y en particular las armas nucleares en el espacio exterior.
La primera imagen de la Tierra desde el espacio fue tomada por la nave Lunar Orbiter, el 23 de agosto de 1966, iniciando así una larga etapa de observación terrestre desde la alta atmósfera y del espacio. Cada 24 horas 200 nanosatélites, que toman 4 millones de fotografías de todo el planeta, analizan la deforestación, sequía, migración humana y de especies animales, contaminación y hasta el descubrimiento de zonas arqueológicas.
Henry Kissinger en el epílogo de su libro “Liderazgo: Seis Estudios Sobre Estrategia Mundial” comenta que los Estados Unidos ven en China una potencia económica, tecnológica y militar que le resta el poder a nivel mundial. Mas allá de la confrontación, el autor —querido amigo e incomparable estratega de nuestros tiempos— recomienda que las dos naciones cuenten con los liderazgos para que ambos conceptos de grandeza nacional puedan convivir de forma pacífica.
Hace muchos años, el famoso comentarista de televisión Pedro Ferriz Santa Cruz conducía un programa titulado “Un Mundo nos vigila” sobre objetos voladores no identificados, que terminaba expresando una frase lacónica: “No sabemos si reír o llorar o ponernos a rezar”. Hoy sabemos que muchos de esos objetos son solo un paso más en el avance de la ciencia. De la inteligencia humana depende si su uso es para preservar la vida en el planeta o para acabar con ella.
Rúbrica. Viajero misterioso. Mas allá de la sorpresiva visita del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, a Ucrania, una zona de guerra sin presencia militar de su país, para dar muestras de apoyo en la víspera del primer aniversario de la invasión rusa, destaca la sentencia: “Un año después Kiev sigue de pie, Ucrania resiste, la democracia resiste”. Me recordó el discurso de Ronald Reagan en el Muro de Berlín cuando exigió: “¡Señor Gorbachov, derrumbe usted este muro!”