Las olimpiadas son un remanso de paz en un mundo convulso. Las olimpiadas y la televisión tienen una relación íntima e indisoluble. Fue en Berlín, en 1936, cuando el régimen nazi usó la televisión para su transmisión local. Desde entonces este vínculo ha ido aumentando la dependencia de ambos.
Las olimpiadas de Tokio 2021 serán recordadas por los grandes récords que rompieron sus competidores y por los grandes retos que superaron sus organizadores, pero también por la falta de público y la “asistencia” virtual de millones de espectadores a través de sus pantallas de televisión, computadora o teléfonos móviles.
Mucho ha cambiado Japón desde la olimpiada de 1964, cuando se venía recuperando de la derrota de la Segunda Guerra, con un rápido desarrollo que se denominó el “milagro japonés”. Y fue el primer país que transmitió los juegos a nivel internacional en formato televisivo en blanco y negro, razón por la cual asistimos a conocer y preparar todas las inversiones y adquisición de tecnologías para la transmisión de la siguiente olimpiada en México.
El expresidente López Mateos, titular de su organización, sufrió un aneurisma, lo que obligó al presidente Díaz Ordaz a nombrar al Arq. Pedro Ramírez Vázquez al frente de la organización, diseño, logotipos, construcción de instalaciones y hasta una olimpiada cultural. Los XIX juegos olímpicos de México 68 fueron los primeros en transmitirse a color, con una audiencia mundial de 600 millones de espectadores.
La crisis estudiantil del 2 de octubre y la protesta de los deportistas estadounidenses por discriminación, contrastaron gravemente con la imagen de un país que buscaba posicionarse como destino de inversiones y potencia turística y cultural. Recordemos que el PIB de México venía creciendo a una tasa de 6.25% promedio anual.
Las olimpiadas no fueron ajenas a las tensiones de la Guerra Fría. En Múnich, un acto terrorista contra el equipo de Israel enlutó a la comunidad internacional, Montreal sufrió una limitación de recursos, Estados Unidos no asistió a Moscú en protesta por la invasión a Afganistán, y la Unión Soviética, así como 13 países de su esfera de influencia declararon un boicot contra los juegos de Los Ángeles. Atenas quedó inmersa en déficit e instalaciones en desuso. Rio de Janeiro enfrentó rezago en obras, conflictos políticos y una severa crisis financiera.
La decisión de posponer los juegos de Tokio, pero no cancelarlos, es encomiable. El costo más alto ha sido la ausencia de turismo.
Para todos los países anfitriones la celebración de una olimpiada es una oportunidad de promoción internacional y representa un costo que no siempre se ha logrado recuperar y cuya rentabilidad queda en entredicho.
Los derechos de transmisión y las cuotas para las grandes empresas patrocinadoras han ido aumentando considerablemente, sin embargo, las audiencias virtuales disfrutarán a más detalle los juegos con el avance tecnológico de las plataformas digitales.
Quizá sea tiempo de definir una sede permanente de los juegos olímpicos, no solo por los discutibles costos a los países anfitriones sino también para despejar las dudas que han empañado la toma de decisiones de sus dirigentes en la selección de las ciudades y países de las sedes.
Rúbrica. Descanse en paz René Juárez Cisneros. Compartimos tiempos cuando fui gobernador de Veracruz y él de Guerrero. Hombre de talento sensato para las decisiones fuertes. Hizo de su gentilicio la divisa de su carácter.
Político y escritor.
@AlemanVelascoM
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