Fue hace 60 años, en 1963, que el pródigo músico estadounidense Bob Dylan publicó su memorable canción “La respuesta está en el viento”.
Con una letra de protesta no sólo por la incertidumbre de la guerra de Vietnam sino también por la falta de sensibilidad de la civilización contemporánea en relación a su entorno.
Hoy nos tenemos que hacer la pregunta de qué tipo de planeta queremos heredar a las próximas generaciones si no corregimos de manera inmediata y con visión de largo plazo las fuentes de contaminación atmosférica y sobre todo la grave pérdida de superficie forestal.
Decía José Martí que todo individuo a lo largo de su vida debería tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol.
Quizá la raza humana en este siglo se ha concentrado en el primero de estos tres objetivos. El segundo requiere no solamente escribir un libro sino leer muchos. Y en tercer lugar se ha olvidado de la importancia ambiental que tiene la superficie forestal del planeta.
Lo que va del presente siglo las actividades económicas, pero sobre todo el cambio climático, ha ocasionado una pérdida de más de 80 millones de hectáreas de zonas forestales en todo el mundo. Año con año vemos con preocupación las noticias de la severa deforestación que los incendios de zonas boscosas sufren en diversas partes del mundo.
En particular se observa que las mayores pérdidas forestales se registran en el Trópico de Cáncer y en el Trópico de Capricornio.
Han transcurrido 31 años desde la celebración de la Conferencia de Naciones Unidas Sobre Medio Ambiente, celebrada en Río de Janeiro en 1992, en la que representé a México como Presidente de la Comisión de Ecología del Senado de la República, en cuyas sesiones se definieron compromisos multilaterales para la prevención, conservación y restauración de los efectos negativos del desarrollo económico e industrial.
Desde entonces y hasta la fecha las convocatorias reiteradas de los organismos internacionales para preservar y restaurar los equilibrios ambientales parecen ser insuficientes.
Los fenómenos pluviales atípicos que causan inundaciones y graves pérdidas humanas, económicas y ambientales en diversos países nos indican que los desequilibrios causados por las regiones forestales devastadas deben ser restaurados con prioridad por gobiernos y sociedad.
Revertir este grave daño global requiere de un profundo compromiso de gobierno y sociedad a favor de la reforestación.
Una cruzada de la sociedad que por cada habitante restaure al menos un árbol y con ello contribuya de manera trascendente en la responsabilidad de dejarle un mejor planeta a nuestros hijos.
La crisis atmosférica que hoy no encuentra una zona boscosa genera lluvias en zonas atípicas.
Los vientos que hoy propagan los incendios son los mismos que conducen las lluvias para preservar el equilibrio ambiental, son los mismos que desde los bosques y selvas nos dan el aire limpio para respirar.
Hoy el reclamo de Bob Dylan nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre la forma de resarcirle al planeta todo lo bueno que ha dado al progreso de la humanidad.
Rúbrica. Sputnik 1. A 66 años del lanzamiento del primer satélite orbital por la Unión Soviética la humanidad emprende una nueva carrera espacial para conquistar nuevas fronteras.