Al llegar al primer cuarto del Siglo XXI, observamos que muchos principios que han regido al sistema internacional están en profunda redefinición.

Los criterios que se consideraban inmutables y permanentes, como el respeto a la soberanía territorial y con ello la autonomía de las naciones a ejercer su autoridad, el modelo económico de apertura comercial competitiva global, parecen haber llegado a su límite.

De igual manera, los principios sociales de privilegiar la razón y la justicia, sustentadas en conceptos verídicos y comprobables están sometidos a un intenso cuestionamiento.

Las grandes potencias se muestran dispuestas a ejercer el poder y muchos de esos postulados, premeditadamente, los van dejando en el pasado. Por su parte, la verdad como vínculo cardinal de las relaciones humanas y fuente fundamental del periodismo está amenazada por una posverdad de un relativismo proselitista; de igual manera, los mecanismos de equilibrio democrático y los contrapesos a la gobernabilidad se ven avasallados por personalidades dominantes.

En este escenario surge un personaje, que hasta la fecha su biografía es sorprendente.

Elon Musk ha demostrado su genialidad y su liderazgo económico y ha revolucionado las industrias de cada uno de los negocios que ha emprendido, con importantes inversiones en investigación científica, exploración espacial, desarrollo de biotecnologías para las funciones neuronales, innovaciones en el transporte terrestre de electromovilidad, telecomunicaciones satelitales de voz, imagen y datos, así como en una de las redes sociales de mayor cobertura mundial. No tengo registro de que una sola persona haya logrado tantos avances en tan diversas áreas en tan pocos años.

Esos logros son suficientes para merecer una página en la historia, pero eso, a Musk, no lo tiene satisfecho. En los últimos meses ha construido una alianza política e ideológica; confabulado con Donald Trump está ejerciendo un poder insospechado en el escenario político internacional.

Mientras el mandato del presidente Joe Biden se va desvaneciendo en sus últimos días, tanto Trump como Musk están anunciando decisiones de repercusiones internacionales.

Las acciones de Musk empiezan a dibujar el boceto de una Europa sometida a las presiones del hombre más rico del mundo, apoyado por el líder del país más poderoso del mundo, con un solo objetivo, la supremacía de ellos y de Estados Unidos.

Musk ha decidido imponer su visión política y económica mediante el apoyo expreso a varios líderes europeos de las derechas radicales de Alemania, Reino Unido, Italia y Francia, por ser combativos contra las ideologías de izquierda y los controles gubernamentales a la libre empresa. El presidente Emmanuel Macron acusó a Musk de encabezar la “Internacional Reaccionaria”.

El nuevo escenario geopolítico indica que la grandeza de unos será lograda a costa de las disputas por el sometimiento de otros. Dentro de estos nuevos escenarios, los países emergentes, las potencias medias y las democracias tienen mucho que defender.

Rúbrica. En las puertas del infierno. Murió Jean Marie Le Pen, líder del fascismo y la ultraderecha de Francia. La prensa francesa lo despide con el sobrenombre que le distinguió toda su vida: “El Diablo de la República”. ¿Cuántos líderes se disputarán ahora ese vergonzoso título?

Político y escritor. @AlemanVelascoM

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