“Los científicos llevan al hombre a conquistar el espacio y los arquitectos conquistamos los espacios para las actividades del hombre”, me comentó el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez cuando recorríamos alguna de sus famosas obras.
A lo largo de la historia, las grandes obras que trascienden son representativas de sus modelos de vida, tradiciones, creencias y regímenes políticos.
En la segunda mitad del Siglo XX, la arquitectura mexicana emprendió un emblemático proceso de modernización acorde con el progreso del país, que buscó concebir una corriente de diseño en obras de orgullo nacional e identificación social. Por ello, estimados lectores, haré un breve repaso de las cuatro obras representativas de esos tiempos que albergan las principales aspiraciones colectivas que nos representan.
En el año de 1964, durante el mandato del presidente Adolfo López Mateos, se comisionó al Arq. Ramírez Vázquez la construcción del Museo Nacional de Antropología.
A más de seis décadas de su fundación, la forma y la función de esa magna casa de nuestro pasado originario es un referente a nivel mundial, por su importancia antropológica, histórica y étnica, que nos representa en la esencia más profunda de la identidad que corre en la sangre de todos los mexicanos.
Después, en 1966, en los terrenos de Santa Úrsula, Ramírez Vázquez entregó el Estadio Azteca, obra representativa de una faceta de diseño y construcción de otras instalaciones deportivas para la XIX Olimpiada de México en 1968, cuya trascendencia llevó a su autor a construir diversas obras de notable importancia en Suiza, Senegal, Costa Rica, Egipto y Ciudad del Vaticano.
En el año de 1976, Ramírez Vázquez abrió las puertas de la nueva sede de la Basílica para la veneración de la Virgen de Guadalupe, Tonantzin —decía Carlos Fuentes—, símbolo del mestizaje físico y espiritual del nuevo mundo, que a la fecha es el centro de culto más visitado, con veinte millones de peregrinos al año.
En 1981, por instrucción del presidente José López Portillo, edificó el Palacio Legislativo de San Lázaro, que alberga la Cámara de Diputados. Como resultado de las exigencias de apertura democrática y representativa de nuestro sistema político era necesario un recinto moderno para el debate abierto y apropiado para la deliberación y promulgación de leyes.
Cuatro obras: la síntesis de nuestra identidad originaria; la invocación espiritual de un pueblo católico y profundamente guadalupano; el futbol, como deporte que apasiona; y el debate político que ha abierto los cauces de la Democracia y ha sido el lugar de confrontación libre de ideas que ante todo salvaguardan los derechos y libertades ciudadanas.
En esas obras de prestigio mundial descansa parte de la visión de país que las generaciones de la segunda mitad del siglo pasado han heredado a México y que sintetizan cuatro aspectos fundamentales de la vida de nuestro país, cuya escala humana rescata y proyecta los valores, símbolos, aspiraciones de lo que somos como nación y de la fuerza de lo que podemos lograr cuando estamos unidos.
Rúbrica. Los de adelante corren mucho. Valiente decisión de mi estimada amiga, la senadora Beatriz Paredes Rangel, para contender por la candidatura presidencial. Su experiencia política y prestigio personal son atributos indiscutibles de una vida al servicio de México.
Político y escritor. @AlemanVelascoM articulo@alemanvelasco.org