“El tiempo del arte no es lo mismo que el tiempo de la historia”. (André Malraux)


En un conflicto bélico, la supervivencia de la identidad de un pueblo es la preservación del idioma, religión, arte y cultura.

En días previos a la capitulación de Japón en la Segunda Guerra Mundial hay referencias a la decisión de preferir la rendición ante Estados Unidos y no ante Rusia, porque ello significaba la colonización ideológica soviética y la aniquilación de su cultura.

La historia de la dominación es la historia del éxodo de las obras de arte. A lo largo de la historia, en toda conquista, el botín de guerra más codiciado ha sido la apropiación de las obras de arte de los pueblos derrotados.

Después de la pérdida de vidas y la destrucción, las obras de arte son las víctimas más sentidas de un conflicto armado o una revuelta social.

En las revoluciones se han dado hechos recurrentes de motines que, como demostración de sus inconformidades y reclamos, destruyen objetos de valor artístico, ya sea por razones puramente ideológicas, religiosas, por ambición de lucro, pillaje o simple ignorancia.

La invasión de Rusia a Ucrania ha alterado los equilibrios políticos en toda Europa y ha tenido efectos económicos en todo el mundo; también ha registrado la destrucción de obras de arte y símbolos valiosos para el país invadido.

Ucrania tiene clasificados más de 20 mil sitios de alto valor histórico y cultural a lo largo de todo su territorio, de los cuales siete sitios están declarados como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, entre los que destaca la totalidad del centro histórico de la ciudad de Lviv y la Catedral de Santa Sofía en Kiev.

Al iniciarse el conflicto militar en febrero pasado, el Ministerio de Cultura de Ucrania publicó un sitio web, donde se señala, en un riguroso orden cronológico y de ubicación, la lista de obras y monumentos dañados por la ofensiva Rusa.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski declaró el pasado 7 de mayo que Rusia ha dañado más de 200 sitios de su patrimonio cultural. Entre ellos la destrucción del museo de Ivankiv, que hizo presa de las llamas a 25 obras maestras de Maria Pryimachenko, reconocida por Pablo Picasso por su “arte naíf”. Posteriormente un misil ruso incendió el Museo Conmemorativo Literario Nacional de Hryhoriy Skovoroda, en la ciudad de Skovorodynivka, en el área de Járkov.

En 1945, en La Haya, la UNESCO logró la ratificación del Acta Final de la Conferencia Intergubernamental sobre la Protección de los Bienes Culturales en caso de conflicto armado, cuyo texto tiene prohibiciones explícitas para que las partes en conflicto eviten atacar objetivos de carácter artístico, y se declara que el daño y la destrucción de objetos culturales es una pérdida del patrimonio cultural de toda la humanidad. De manera categórica advierte que el daño al patrimonio cultural es tipificado como Crimen de Guerra.

El tráfico de obras de arte durante un conflicto bélico es un hecho lamentable constante. Para unos es un salvoconducto a la libertad, para otros es un botín de guerra. Para todos es una pérdida irreparable que daña profundamente a la sociedad y nos avergüenza como civilización.

Rúbrica. Reloj Geológico. Con puntualidad mexicana. La placa tectónica de Cocos en la costa del Pacífico no respeta ni la Ley de Probabilidades.

Político y escritor. @AlemanVelascoM articulo@alemanvelasco.org

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