En todo el mundo se ha celebrado el hecho de que México se haya convertido en la primera democracia de América del Norte en elegir a una mujer como líder. Como presidente de una importante universidad pública estadounidense, dedicada a la investigación, ubicada en un estado fronterizo, y deseoso de estrechar los lazos académicos con México, también celebro el hecho de que la Presidenta electa de nuestro país vecino sea una ingeniera en energía que avanzó su investigación de doctorado en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley de California. Norteamérica necesita más Claudia Sheinbaums; es decir, más investigadoras e investigadores académicos con talento que participen en colaboraciones transfronterizas.

Es difícil imaginar dos países vecinos más estrechamente unidos por la historia, la cultura, la afinidad familiar y el comercio que México y Estados Unidos. Nuestro estado de Arizona se encuentra en lo que alguna vez fue México y sigue beneficiándose enormemente de la síntesis de nuestras sociedades. Nuestra universidad se enorgullece de ser una Hispanic Serving Institution, con una cuarta parte de nuestros 150,000 estudiantes de ascendencia latina. Muchos de ellos son los primeros en su familia en ir a la universidad.

El futuro que le espera a estos estudiantes no puede pensarse aislado del futuro que les espera a los universitarios en México. Nosotros, y ellos en su momento, tenemos que resolver juntos los problemas más apremiantes y aprovechar las grandes oportunidades. Estados Unidos y México, principales socios comerciales entre sí, ya lo están haciendo de muchas maneras. Pero la relación académica, lo que en ASU le llamaríamos la empresa binacional del conocimiento, sigue estando subdesarrollada y necesitamos nutrirla. Esto es evidente tanto si nos fijamos en el número de estudiantes que cruzan la frontera, como en la escala de los proyectos de investigación binacional que existen.

Solo el 1.4% de los estudiantes internacionales en universidades en Estados Unidos provienen de México, ubicándolo en el lugar 12 en el ranking de países de origen de dichos estudiantes (por detrás de Nepal). Igualmente preocupa que México se encuentre en el número 11 de la lista de destinos de estadounidenses que salen a estudiar al extranjero. Una forma de atender esto es aprovechar la tecnología para acercar a estudiantes, profesores y universidades de manera menos costosa para resolver problemas de interés común para nuestros dos países.

El desierto de Sonora que compartimos lo ejemplifica muy claramente. Nuestra carta fundacional en ASU nos insta a impulsar “la investigación y el descubrimiento del valor público” y a asumir (como también lo vemos en el espíritu de muchos de nuestros aliados universitarios en todo México), “la responsabilidad fundamental de la salud económica, social, cultural y general” de nuestras comunidades. Las cuestiones del agua y energía solar, y el aprovechamiento de la disciplina de ingeniería climática propia de la Dra. Sheinbaum, entre otras, nos ayudarán a recorrer el camino entre los retos existenciales y las oportunidades ilimitadas que compartimos.

En ASU consideramos a México parte de nuestra comunidad, y a la colaboración con contrapartes mexicanas como componente integral de nuestra misión central. El gobierno y las empresas estadounidenses no ven a México como un lugar lejano y exótico, que pueden elegir o no como parte de su estrategia global. Las universidades estadounidenses tampoco deberían de hacerlo.

Llevamos años colaborando con una gran variedad de universidades mexicanas, como la Universidad de Sonora, la UABC, la Universidad de Guadalajara, el CIDE, la UNAM, y el Tec de Monterrey. En marzo tuve el privilegio de ser invitado a la Secretaría de Relaciones Exteriores para lanzar junto con la Secretaría de Educación Pública y el Tecnológico Nacional de México un curso de inglés especializado para la industria de semiconductores que ya han tomado más de 10,000 estudiantes en todo México. El curso es un ejemplo de innovación, tanto en el esfuerzo por avanzar con el nearshoring de las cadenas de suministro vitales, como en el aprovechamiento de la tecnología para aumentar el aprendizaje transfronterizo de forma eficiente.

Esperamos seguir desarrollando colaboraciones sólidas con universidades mexicanas, organismos gubernamentales y el sector privado. Felicitamos a nuestro viejo amigo Juan Ramón de la Fuente, exrector de la UNAM, a quien le conferimos un doctorado honoris causa en 2013, por su nombramiento como Secretario de Relaciones Exteriores. Confiamos que en él, y en la propia presidenta, encontraremos aliados en la causa del fortalecimiento de la empresa del aprendizaje y conocimiento en América del Norte.

Tras su estancia en Berkeley y la obtención de su doctorado en la UNAM, la Dra. Sheinbaum se convirtió en autora colaboradora del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 2007. Su trayectoria académica ejemplifica el valor que se deriva de la creación de comunidades de investigación transfronterizas.

Tanto Estados Unidos como México deben invertir en multiplicar y ampliar las iniciativas binacionales de investigación y descubrimiento de valor público. Lo ideal sería que pronto tuviéramos laboratorios como el Lawrence Berkeley, que sean binacionales por diseño, con la tarea de resolver conjuntamente grandes problemas compartidos para mejorar la vida en toda la región, y proporcionar más oportunidades para las futuras Claudia Sheinbaums.

Presidente de Arizona State University, la universidad estadounidense reconocida como la más innovadora por US News & World Report por 9 años consecutivos.

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