El 1 de octubre Claudia Sheinbaum asumió la presidencia de la República, y en un hecho que pasará a la historia, recibió la banda presidencial de manos de Ifigenia Martínez, mientras la ministra presidenta de la Suprema Corte de nuestra nación, Norma Piña, les aplaudía y acompañaba en la tribuna.

El 1 de octubre pasará a la historia de nuestro país, de eso no hay duda. El 1 de octubre coincidieron en tiempo y espacio la fundadora de la izquierda mexicana, la primera mujer presidenta de nuestra nación y la primera mujer presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Los tres poderes de la Unión encabezados por tres mujeres.

Por supuesto que esto es un logro enorme y haríamos mal en minimizarlo. Soy madre de una niña de 10 años quien crecerá sabiendo que puede ser presidenta, diputada, senadora o ministra, que sabrá que el día más importante de su vida, si así lo desea, será el día que gane una elección y dirija a un país, o presida una corte constitucional. Pero, llegar es tan solo el primer paso. ¿Qué hacemos una vez que llegamos a los puestos de poder? ¿Qué diferencias hacemos en la vida de las mujeres que sostienen nuestra llegada?

En sus primeros días de gobierno nuestra presidenta mandó al congreso de la unión iniciativas de reforma que buscan mejorar la vida de las mujeres mexicanas, muchas de estas iniciativas se encuentran basadas en criterios que la propia Suprema Corte de justicia ha emitido desde el 2015. Por ejemplo, en el caso de Mariana Lima Buendía, la Suprema Corte de Justicia de la Nación señaló que, en los casos de muerte violenta de una mujer, las autoridades deben investigar con base en una perspectiva de género y explorar todas las líneas investigativas posibles para determinar la verdad histórica de lo sucedido. Es decir, ya la Corte mandataba la obligación de investigar con perspectiva de género y veo en estas iniciativas una posibilidad de diálogo entre poderes.

Hemos sido gobernadas demasiados años por los mismos hombres y por la misma forma de liderazgo, por hombres muy similares entre sí que vienen de las mismas familias y que llegan al poder con las mismas aspiraciones. Hemos visto cómo las venganzas y rencillas personales se trasladan a la política con impactos desastrosos para lo público y para el país. Y aunque me recuerdo constantemente que cuerpo de mujer no implica conciencia de género, el 1 de octubre no podía dejar de ver con optimismo la toma de protesta.

En el 2023 Greta Gerwig presentó al mundo una película donde a través de Barbie nos introdujo a un mundo gobernado por mujeres. Existía la Barbie ministra Presidenta de la Suprema Corte, la Barbie astronauta, la Barbie Presidenta y hasta vimos una Barbie Sirena. Pero también vimos que cuando Barbie fue al mundo real, el patriarcado seguía vivo y viable oprimiendo a niñas, adolescentes y mujeres. En Barbie pudimos ver que el liderazgo que se basa solo en el control de los puestos más altos no alcanza para cambiar las estructuras de poder, aun cuando este sea ejercido por mujeres.

Este sexenio, espero alejarnos del mundo “utópico” que Barbie nos presentó. Espero ver un liderazgo transformador con perspectiva feminista que no se conforme con ocupar espacios de poder, sino que busque derribar las estructuras que perpetúan y alimentan la desigualdad. Espero presenciar un liderazgo, en los tres poderes de la Unión que luche porque todas las mujeres puedan caminar con libres y seguras, y donde el poder se utilice para transformar vidas, no para mantener privilegios. Este sexenio espero un liderazgo donde se ponga en el centro a las mujeres que han barrido los vidrios de los techos de cristal que hemos roto.

*La noche de este sábado falleció Ifigenia Martínez a los 94 años de edad. Una mujer de izquierda que nos abrió paso a miles de mujeres mexicanas.

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