En la COP 28, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha lanzado un innovador plan de actuación mundial, dando un paso crucial hacia la transformación de los sistemas agroalimentarios, que hasta ahora han sido fuentes de emisiones netas, hacia una nueva era donde se conviertan en sumideros de carbono. Este hito marca el inicio de un viaje tan ambicioso como necesario, para erradicar el hambre dentro del límite crítico de 1.5°C establecido en el Acuerdo de París.
Nuestra hoja de ruta mundial es más que una guía; es un llamado a la acción, un compromiso colectivo para redefinir y reestructurar la manera en que producimos y consumimos alimentos. Esta hoja de ruta traza el camino hacia sistemas agroalimentarios que no solo satisfacen las necesidades nutricionales de la población mundial, sino que también contribuyen activamente a la adaptación y mitigación del cambio climático.
Es esencial comprender que la transformación propuesta implica una transición de sistemas que actualmente contribuyen significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero, hacia sistemas que reducen e inclusive absorben carbono de la atmósfera. Este cambio radical atiende la urgente crisis alimentaria que enfrentamos y a la vez se convierte en una herramienta clave para combatir el cambio climático.
Ante la preocupante proyección de 600 millones de personas afectadas por el hambre para 2030 y la intensificación de la crisis climática global, nuestro compromiso, anunciado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 28) en Dubái, constituye el inicio de un proceso integral que buscará redirigir los sistemas agroalimentarios hacia la sostenibilidad y la resiliencia climática. La hoja de ruta presenta un plan detallado con acciones concretas que abarcan diez dominios cruciales y veinte hitos estratégicos.
Estamos decididos a desplegar una serie de medidas que van desde la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos hasta el impulso de tecnologías de reducción de metano, pasando por prácticas regenerativas y amigables con el clima que fortalezcan la salud del suelo. Además, se identifican acciones específicas para la captura de dióxido de carbono mediante la forestación, reforestación y la restauración de ecosistemas.
Reconocemos que el camino por delante no será fácil y requerirá una cooperación global sin precedentes, pero está claro que esta hoja de ruta no es solo una visión; es un plan de acción detallado, ineludible y urgente, respaldado por datos, evidencia científica y colaboración internacional.
La hoja de ruta de la FAO es un hito crucial en la historia de la seguridad alimentaria y la lucha contra el cambio climático. La FAO se compromete así a trabajar incansablemente con todos nuestros socios y países miembros para lograr la transformación necesaria en nuestros sistemas agroalimentarios.
Juntos, podemos convertir este desafío en una oportunidad para asegurar un futuro donde una alimentación sana y equilibrada sea accesible para todos, hoy y mañana, dentro de un planeta sostenible y saludable.