Los órganismos constitucionales autónomos, como el INAI, el CONEVAL o el INE, podrían estar en la antesala de un juego por su supervivencia, un juego parecido al ya clásico juego de la oca, donde los jugadores deben superar una serie de obstáculos para no sufrir la derrota definitiva. Así, la primera prueba es, sin duda, el abierto desprecio presidencial que busca utilizar a las mayorías oficialistas del Congreso para retirarles funciones y transferirlas al gobierno federal o bien para debilitarlos mediante recortes presupuestales; más aún si estas mayorías se mantienen después de las elecciones intermedias del 2021.

De no superar esta prueba, los OCA avanzarían a otras casillas igualmente duras, complicadas y adversas del tablero. Está la casilla que representa el retraso histórico que sufriría el país en materia de transparencia, generación de información estratégica confiable, elecciones libres. Otra implica la durísima batalla por la opinión pública frente a un gobierno tan influyente como falaz. Pero me interesa, sobre todo, una casilla sobre la que se ha elaborado poco: la cooperación internacional de México.

Recordemos que apoyar a los actores fuera del territorio (gobiernos, sociedad civil, organizaciones internacionales) crea vínculos bidireccionales que permiten 1) crear alianzas estratégicas, 2) incrementar la influencia y prestigio del país y 3) satisfacer principios morales. En suma, la cooperación nos permite trabajar de la mano con la comunidad global para que la comunidad global pueda trabajar de la mano con nosotros

Los OCA son así una pieza importante de nuestras relaciones exteriores, pues en buena medida son depositarios de las capacidades del Estado mexicano para ayudar a otros, pero también crean canales de interlocución con el exterior. Esto es posible gracias a que los OCA disponen de mandos y burocracias técnicamente especializados, que permiten ofrecer y recibir asistencia mucho más sofisticada.

Ese es el caso del INE y las misiones de observación y asesoría electoral (que han llegado a lugares tan complejos como Irak o tan próximos a nuestra realidad regional como los países miembros de la OEA). El CONEVAL tuvo un papel proactivo durante la definición de la Agenda 2030 sobre desarrollo sostenible, cuando el Estado mexicano avanzó en las negociaciones internacionales la necesidad de incorporar una medición multifactorial e integral de la pobreza, a fin de mejorar las políticas de desarrollo. También está la participación del INAI en el diseño y fortalecimiento de instituciones similares en Latinoamérica, por ejemplo en Perú y El Salvador, favorables a la protección de datos personales y el derecho a la información.

¿El gobierno federal no puede replicar esta cooperación, sin la necesidad de los OCA? Muy difícilmente: la burocracia especializada de estos organismos es producto precisamente de su autonomía, así como de los controles constitucionales que regulan el acceso a los puestos de mando, lo que blinda a estos funcionarios de los ciclos políticos electorales.

Por otra parte, las dependencias gubernamentales no podrían generar estas capacidades técnicas si los mandos, presupuestos y funcionarios están sujetos a ciclos y criterios políticos que impiden crear un verdadero servicio civil de carrera o un auténtico espíritu institucional (probablemente la SRE y la SHCP sean excepciones a esa regla). Si los OCA disminuyeran o desaparecieran, sin llevar a cabo una reforma colosal en el servicio público (que de ninguna manera se avizora en el futuro cercano), México mermaría notablemente su oferta de cooperación al exterior y reduciría, como consecuencia, su capacidad de ganar aliados, adquirir prestigio y satisfacer criterios morales globales. Las casillas venenosas para los organismos constitucionales autónomos están ahí, marcadas en el tablero, y ojalá que la clase política, principalmente el oficialismo lopezobradorista, sepa jugar con prudencia.

La cooperación internacional y el juego de los OCA

Mauricio Rodríguez Lara

Mauricio Rodríguez Lara

Internacionalista por El Colegio de México, actualmente cursa el posgrado en Ciencia política del Centro de Investigación y Docencia Económicas. Se ha desempeñado como consultor en asuntos internacionales y comunicación política.

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