Hace unos días me di a la tarea de recopilar varios de los textos que he escrito para este espacio acerca de la situación en Ucrania. Sin irme tan atrás como 2014, revisé lo que escribimos desde 2021, especialmente muchos meses antes de iniciada la guerra, intentando entender cómo es que una parte de la comunidad de analistas veíamos las cosas en ese punto y cómo fue evolucionando nuestro análisis al respecto. Esa recopilación resultó en un libro que acabamos de publicar (comparto link abajo). A partir de esa serie de textos, sintetizo algunos de los aspectos principales advirtiendo que hay mucho más que decir en cada uno de los rubros y en muchos otros que no toco hoy:
1. ¿Cómo fuimos viendo la situación en Ucrania desde 2021 hasta 2022? Nuestro análisis sobre el tema en este espacio empieza en realidad a finales del 2013 e inicios del 2014. Pero para efectos de la invasión frontal a gran escala, elegí marcar un punto de partida: marzo-abril del 2021, cuando Rusia, tras una serie de ejercicios militares, acumula decenas de miles de tropas en tres fronteras ucranianas. La posibilidad de una intervención frontal se asomaba casi un año atrás de que ésta se materializara. En ese momento, la mayoría de análisis indicaba una probabilidad baja de la invasión, pero conforme los meses fueron transcurriendo, y sobre todo conforme la inteligencia en Ucrania y en países occidentales lo fueron advirtiendo, esas probabilidades iban creciendo. Lo que mis textos de ese momento señalaban es que Putin tenía un abanico muy amplio de alternativas para conseguir los objetivos que se planteaba. Estas alternativas sí incluían—nunca lo descarté—la invasión frontal a gran escala. Pero Moscú también podía emplear otras tácticas de guerra híbrida como lo había hecho los años previos, tales como impulsar el conflicto latente del este ucraniano, armando o incluso enviando militares sin insignia ni bandera como se había hecho ahí o en Crimea, u otras medidas que iban desde ciberataques hasta cortar el suministro de gas a países europeos, o despliegues de armas en zonas cercanas a EU, entre muchas más. Al final, Putin optó por la decisión maximalista. El debate acerca de si ya lo tenía decidido o lo fue decidiendo en el camino, sigue y seguirá generando controversia.
2. Las metas de Rusia: Ucrania y más allá de Ucrania. Lo que Moscú deseaba—y sigue deseando, aunque tenga que ir ajustando sus tácticas y objetivos—es en esencia redibujar los mapas de seguridad de la posguerra fría. Putin dijo incontables veces y a gritos, que no se siente escuchado por Occidente; que se le estaba orillando a tomar medidas “técnico-militares” para obtener las “garantías de seguridad” que el Kremlin necesita. Estas garantías implicaban (a) asegurar que la OTAN no se siguiese expandiendo en zonas colindantes con o cercanas a Rusia (como Ucrania, pero no solo ahí), y (b) asegurar que la OTAN redujera su presencia, armamento y actividades militares en países miembros de esa alianza que se ubican dentro de la esfera de seguridad de Rusia. La OTAN por supuesto lo ve de una forma completamente diferente puesto que desde su perspectiva se trata de una alianza defensiva, no ofensiva, además de que cada país soberano puede elegir a qué alianzas se suma o no. Como fuimos observando, los objetivos rusos resultaron inalcanzables por la vía de las negociaciones pacíficas, por lo que Putin consideró que tomar el control de la infraestructura militar y política de Ucrania, el territorio más preciado de esa esfera de seguridad, le era vital.
3. Las cuatro fases de la guerra. Hoy nos encontramos entre la cuarta y la quinta fase de la guerra. La primera fue la ofensiva relámpago rusa sobre tres fronteras del territorio buscando tomar velozmente el mencionado control de la infraestructura militar y política del país. Ello fracasó y dio pie a una segunda fase: el repliegue ruso de la zona de Kiev y su concentración en el este y el sur con algunas ofensivas relativamente exitosas para Moscú. La tercera fue una fase de contraofensivas ucranianas mediante las que ese ejército recuperó una parte del territorio que Rusia había conquistado, concretamente en el noreste y en el sur. En la cuarta fase, Rusia reposicionó sus líneas de defensa hacia atrás, enviando a decenas de miles de tropas para la defensa de esas líneas, cavando trincheras, construyendo barricadas y apostando por el desgaste invernal que dificultaba cualquier operación. Paralelamente, Rusia se ha mantenido bombardeando la infraestructura civil y energética de Ucrania.
En la quinta fase, se asoman ya nuevas ofensivas. Para ello, Rusia ha reabastecido las zonas de combate con cientos de miles de soldados apenas reclutados y entrenados, que han sido reforzados por decenas de miles de mercenarios del grupo privado Wagner, muy cercano a Putin. A este grupo privado se atribuyen algunas de las recientes victorias rusas. Paralelamente, Rusia está amasando tropas y efectuando ejercicios militares conjuntos con Bielorrusia, activando nuevamente el frente norte. Ahora también se habla del frente occidental con la posibilidad de un asalto desde Transnistria, una región separatista de Moldavia en donde Rusia tiene tropas desplegadas. Todo esto, ya sea porque realmente se planean abrir nuevos frentes, o porque pretende distraer la atención ucraniana con el fin de seguir empujando lentamente por el este. Ucrania se prepara no solo para defenderse de esas potenciales ofensivas, sino para nuevamente, aprovechar las muchas vulnerabilidades que ha exhibido el ejército ruso y buscar recapturar más territorio invadido como lo consiguió en el otoño, quizás en el sur. Esto presagia una fase llena de choques, plagada de rondas de artillería pesada, probablemente con avances y retrocesos para ambos ejércitos y posiblemente incluso más sangrienta que las fases previas. Este es el punto en el que el debate acerca del armamento ha cobrado tal relevancia.
4. Las capacidades militares rusas fueron sobrestimadas, y las ucranianas fueron subestimadas. Partiendo de la base de lo que se había observado en la intervención rusa en Georgia en 2008, en Crimea en 2014, en Siria desde 2015, y decenas de ejercicios militares y despliegues de músculo por parte de Moscú, la gran mayoría de análisis especializados efectuados antes de la guerra, indicaban que Rusia arrasaría al ejército ucraniano en pocos días. Tengo en mi poder incluso un texto que reporta el análisis de generales ucranianos en diciembre del 2021, el cual indicaba exactamente eso mismo “nos van a aplastar rápidamente” (y por eso pedían ayuda). No obstante, en la primera fase, esencialmente mediante el uso de tácticas asimétricas por parte de Ucrania (bastante similares a tácticas tipo guerrilla), sumadas a una combinación de errores logísticos fatales—casi de manual—cometidos por Rusia, la ofensiva de Moscú fue detenida. En una siguiente fase, los combates entre ambos ejércitos se tornaron mucho más tradicionales y abiertos, pero ahora, gracias a Occidente, Ucrania contaba con armamento de alta tecnología y poder. Esto, aunado a su elevada moral e impresionante desempeño, no solo consiguió parar las ofensivas rusas en el este, sino que logró recapturar parte del territorio que el ejército ruso había conquistado.
5. Aún así, Rusia ha mostrado una y otra vez su disposición a escalar buscando conseguir si no todos, al menos parte de sus objetivos. “Rusia no puede ser derrotada en el campo de batalla”, dijo Putin hace unos días. En efecto, para ese presidente, es imprescindible demostrar, hacia adentro de Rusia, que la guerra que inició ha valido el sacrificio, y, hacia afuera de Rusia, proyectar el poder y la determinación de la superpotencia que comanda, no la debilidad y torpeza con la que en momentos ha sido percibida. Así, su continuo escalamiento ha incluido medidas como las siguientes: (a) la anexión de cuatro regiones de Ucrania a la Federación Rusa convirtiendo a éstas en territorio “propio” que si es atacado, es sujeto de “defenderse”, (b) una movilización masiva que, por ahora, involucra a 300 mil tropas frescas, pero que se espera continúe con varios cientos de miles más, y, sobre todo, la disposición a emplear a esas tropas apenas reclutadas como carne de cañón y a veces incluso como señuelos en el frente con tal de avanzar siquiera centímetros, (c) el empleo del grupo de privado Wagner de contratistas militares, el cual, entre otras cosas, ha reclutado a decenas de miles de prisioneros para el combate, y (d) la guerra de nervios mediante amenazas nucleares y esta semana, el anuncio de la suspensión de la participación de Moscú en el último acuerdo de control de armas que quedaba vivo entre EU y Rusia, el New START, además de nuevos despliegues nucleares con misiles de tecnología de punta. “Es un error pensar que una potencia nuclear puede ser derrotada”, indicaron funcionarios rusos esta semana.
El resultado de todo lo anterior es, entonces, un conflicto prolongado en el que, por ahora, las partes se mantienen escalando y que, por tanto, no parece abrir alguna puerta a negociaciones exitosas en el corto plazo.
6. Las repercusiones. Rescato estos dos fragmentos del libro que señalo para comenzar a dimensionar este rubro:
“Los efectos de esta guerra corren mucho más allá de Ucrania y son aún difíciles de evaluar. Como explica Kurt Volker (2022), se han desatado tendencias que muy probablemente no se hubiesen desatado de no haber ocurrido esta intervención. Esto incluye temas como la decisión de Alemania de duplicar su presupuesto militar, la decisión de la UE de financiar armamento para Ucrania y su posible futura aceptación como miembro pleno de ese bloque, la decisión de Suecia y Finlandia de abandonar la neutralidad y sumarse a la OTAN, el acercamiento de posiciones en esa alianza y la decisión de expandir e incrementar su presencia militar en Europa hasta niveles que no habíamos observado en décadas, la decisión de Washington de confrontarse con Rusia como hace tiempo no lo veíamos, expandiendo su ayuda a Ucrania en un monto hasta 60 veces superior al de hace muy poco tiempo, y a la vez, la decisión estadounidense de exhibir su músculo contra China intentando comunicar que puede combatir en dos frentes a la vez. Están ahí también todos los contramensajes que se intentan enviar al bloque occidental, no solo por parte de Rusia, sino por parte de países que eligen, o bien apoyar a Moscú, o simplemente permanecer neutrales. Por otro lado, otras afectaciones lamentables incluyen la escasez y alza de precios de alimentos, el hambre en millones de personas, más alzas a los combustibles y más problemas para las cadenas de suministros, entre muchas afectaciones más.”
“Lo más delicado, probablemente, está apenas cocinándose. Leyendo ensayos y análisis que se escriben por todo el planeta, pareciera que prevalece con fuerza la convicción de que varias de las ideas que guiaron al mundo en la etapa posterior a la Guerra Fría estaban, en esencia, erradas. Ni el libre comercio, ni la interdependencia económica, ni el desarme, el derecho internacional o las instituciones multilaterales, según se escribe y analiza, fueron o serán capaces de impedir que una superpotencia haga prevalecer lo que estima como su interés nacional si así lo decide o desea y, por tanto, siempre estará dispuesta a pagar los costos que implique una guerra como la que hoy estamos viendo. Por consiguiente, siguen los análisis, lo único que se puede hacer es disuadir a los rivales a través de armarse cada vez más y mejor, exhibir que se cuenta con capacidades militares brutales, y, sobre todo, con la disposición y determinación para emplear esas capacidades ante la menor provocación. Ello supone el retorno a una época en la que los tratados de control de armas o la posibilidad de resolver controversias a través del derecho y las instituciones multilaterales, brillaban por su ausencia, y nos regresa a debates que pensábamos ya superados. Mientras tanto, en el campo del pensamiento alternativo no parece por ahora estarse construyendo un discurso lo suficientemente creativo y convincente que abogue por una visión distinta o paralela; y si acaso en ciertos espacios limitados sí lo hay, ese pensamiento parece estar siendo fuertemente rebasado.”
Aún así, el libro contiene varias reflexiones acerca de cómo podemos evaluar todo lo anterior desde el campo de los estudios de paz, un área a la que he dedicado buena parte de mi tarea profesional.
El tema es, por supuesto, mucho más amplio que lo señalado en estos seis puntos. Le continuaremos dando el seguimiento que merece. Por ahora, y si es de su interés, este es el link al libro que mencioné: (Kindle) https://amzn.to/3YWf586 (Impreso) https://amzn.to/41mt7RR.
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