Las noticias sobre Ucrania fluyen sin cesar. En el texto de hoy, sintetizamos algunos de los aspectos más relevantes que nos permiten ir analizando día con día ese torrente informativo. En la prensa internacional existen muchos análisis que, a lo largo de estos meses, han optado por predecir desenlaces de manera prematura. No es mi estilo. Mucho menos cuando nos encontramos en el seno de una espiral ascendente de violencia que solo obedece a la dinámica acción-reacción, y cuyo final sigue siendo incierto. En este espacio vamos mirando y evaluando múltiples aspectos a la vez, algunos muy evidentes, otros menos claros, con pausa y cautela. Estamos ante sucesos no de corta, sino de larga duración, cuya infinidad de consecuencias en el sistema internacional (y en sus subsistemas políticos, económicos y sociales), apenas se empiezan a asomar. Estos ejercicios de síntesis ofrecen apenas un primer acercamiento a algunos de esos temas.
1. Hacia el verano pasado . Recordemos que, tras sus derrotas iniciales y sin cambiar la estrategia de fondo, Rusia había modificado sus primeras tácticas—una ofensiva relámpago para tomar control de la infraestructura militar y política de Ucrania—hacia tácticas más encaminadas a un conflicto prolongado: fragmentar y asfixiar a su enemigo hasta obligarle a negociar bajos sus términos. Esta estrategia iba avanzando muy lentamente, pero avanzaba para efectos de lo que Moscú buscaba. Al final de junio, Moscú controlaba ya una quinta parte del territorio ucraniano, afianzando posiciones que parecían sólidas en el noreste, el este y el sur del país, y encaminándose hacia más avances.
2. La contraofensiva ucraniana . Ya a mediados del verano se observó que los avances rusos se habían detenido. Ucrania conseguía fortalecer su segunda y tercera líneas de defensa y paraba la ofensiva de Moscú. Entonces pasó que el conflicto se estancó durante varias semanas. La atención mediática se disipó. Otros temas irrumpieron en las agendas de distintos gobiernos que apoyaban a Kiev, y ese estancamiento comenzó a operar a favor de los intereses del Kremlin, puesto que la fragmentación y asfixia del país seguían su lento proceso. De ahí que Kiev comenzó a telegrafiar una contraofensiva para recuperar porciones del sur del país y urgentemente cambiar esa historia. Rusia reaccionó trasladando a decenas de miles de tropas del este al sur para defender esas posiciones, y entonces Ucrania sorprendió con dos contraofensivas paralelas, una, en efecto, hacia el sur, y la otra, hacia el noreste. Esta última consiguió un éxito tan rotundo y veloz para Ucrania, que, en solo 48 horas, logró transformar la narrativa acerca de la guerra: Kiev estaba demostrando que podría ganar. La derrota rusa era palpable.
3. Rusia decide escalar . Esas contraofensivas de septiembre encerraron a Putin entre la presión de una serie de actores internos que le empujaban hacia medidas de mucha mayor fuerza—incluido el uso de armas nucleares disminuidas—y su propio discurso hacia afuera, su proyección de superpotencia, su imagen de fortaleza, determinación, y capacidad de cumplir con intereses y metas. Ante ello, no parecía haber alternativa para el presidente ruso, sino escalar. Esa escalada, en ese momento, mostró tres caras: (1) una movilización masiva que, según anunció el Kremlin, incluiría reservistas y exmilitares con experiencia, pero que, hoy sabemos, es mucho más amplia. Se ha elegido a decenas de miles nuevos reclutas de zonas rurales y de minorías étnicas, entre otros grupos. La premura ha ocasionado incluso que la empresa de contratistas de seguridad Wagner, vinculada al Kremlin, esté reclutando y ya incluso desplegando a expresidiarios, a quienes rápidamente se otorga la libertad, uniformes y se les envía al frente (como ya está siendo documentado por medios y también por blogueros rusos). Se calcula que Rusia requiere—y hay algunas personas que estiman que lo hará—reclutar no a 300 mil nuevas tropas como se anunció, sino hasta 600 o 700 mil (asumiendo las consecuencias internas que ello acarrearía); (2) la apresurada organización de referéndums y posterior anexión ilegal de cuatro regiones de Ucrania, con el agregado de que, siendo ahora “territorio ruso”, el Kremlin se reserva el derecho de “defenderlo” de cualquier ataque u ofensiva en su contra; y (3) amenazas implícitas del uso de armamento nuclear, intentando comunicar que Moscú no titubeará en su utilización.
4. Más contraofensivas ucranianas . Esas tres medidas de Rusia, como parte de la espiral que señalamos, no hicieron sino incentivar una reacción también con fuerza y velocidad por parte de Ucrania. Kiev tenía que mostrar que (a) no se iba a intimidar por las anexiones de su territorio por parte de la Federación Rusa, (b) que, además, reaccionaría rápidamente para reducir la potencial eficacia de los despliegues de cientos de miles de tropas rusas que llegarán al frente, y (c) que respondería ante Putin con más golpes tanto estratégicos como simbólicos en su contra. Así, el ejército ucraniano apuró ambas contraofensivas (este y sur) y aprovechó los momentos de mayor debilidad de su enemigo, consiguiendo arrebatar aún más territorio a Rusia dentro de esas zonas que el Kremlin anexó, precisamente porque Ucrania busca mandar un contramensaje a dicha anexión. Por si fuera poco, un acto de sabotaje atribuido a Kiev en el puente que une a Rusia con la península de Crimea (anexada por Moscú en 2014), golpea a Putin no solo en lo material—la disrupción de las líneas de abasto de las tropas rusas ubicadas en el sur de Ucrania—sino en lo político, pues ese puente, que él inauguró personalmente en 2018, representaba el logro de haber recuperado Crimea para Moscú.
5. Rusia decide escalar más . Ante lo anterior, y nuevamente arrinconado por su propio discurso, por la presión de actores internos en Rusia que exigen elevar el monto de fuerza aplicada, y por la necesidad de proyectar poder hacia aliados y rivales externos, Putin opta por continuar escalando y ceder ante la demanda que varios de sus más cercanos aliados le hacen de “destruir completamente a Ucrania” o “reducir Kiev a añicos”. Esta semana Rusia bombardeó ciudades ucranianas, incluidas zonas residenciales, mediante decenas de drones y misiles, algunos de ellos de alta precisión, ocasionando muertes, heridos y enormes daños a la infraestructura civil del país. En principio, Rusia está queriendo comunicar a Ucrania y a la comunidad internacional que tiene toda la intención de continuar con su guerra, que la población civil también es un blanco dentro de esta guerra, que cuenta con medios para seguir escalando y que, si le orillan a ello, no se tentará el corazón para dar más pasos en esa dirección.
6. Aún así, los problemas de Moscú son muchos. Su armamento de precisión se agota y está teniendo que recurrir a países como Irán o Corea del Norte para abastecerse. El emplear ese armamento en contra de ciudades y población civil no cambia, en lo sustancial, la situación en los dos frentes en los que la contraofensiva ucraniana sigue cosechando victorias. Efectivamente, Moscú está ya iniciando los despliegues de cientos de miles de tropas, pero éstas no cuentan con el entrenamiento suficiente, y muy probablemente también padecerán de una bajísima moral, uno de los mayores puntos débiles del ejército ruso en esta guerra, sin mencionar los problemas de diseño y planeación, de logística y comunicación, entre muchos otros, que seguramente se seguirán manifestando.
7. El factor Bielorrusia , de nuevo. Por lo que parece, a pesar de lo que indico arriba, Putin estará apostando a avanzar sus metas a través de los números: posicionar cientos de miles de soldados en distintos frentes. Uno de esos frentes es, nuevamente, Bielorrusia (desde donde partió la ofensiva inicial contra Kiev). Ya se trata, suponemos, menos acerca de mostrar eficacia militar, y más acerca de lograr desconcentrar la atención del ejército ucraniano. En la lógica de Putin, que está asumiendo el control en la toma de las decisiones tácticas, si Kiev se ve obligada a enfrentar una ofensiva fresca desde el norte, el ejército ucraniano tendrá que dispersarse, y replantear sus contraofensivas del este y el sur.
8. Hay mucho más que decir, pero lo resumo así: seguimos en un proceso en desarrollo con una gran cantidad de variables moviéndose a diario. En este punto, Ucrania claramente mantiene la iniciativa. Pero ello es, en esta lógica de espiral acción-reacción, justo lo que ha estado impulsando más respuestas y medidas de escalamiento por parte de Moscú. ¿En qué punto se detiene esa espiral? ¿Hasta dónde llegarán esas medidas de escalamiento? ¿Está realmente Putin considerando seriamente el uso de armas no convencionales? La cuestión es que estamos en territorio altamente desconocido. El estudio histórico de la guerra puede ayudar en el análisis, pero la tecnología y la capacidad de destrucción de las armas actuales, la comunicación y la globalización, solo por poner algunos ejemplos, hacen que 2022 no sea inmediatamente comparable con otros momentos históricos. Así que, por ahora, podemos hablar de escenarios más que de predicciones. Y justamente por lo delicado de varios de esos escenarios, este tema merece toda la atención y energía que los actores y países a favor de la estabilidad, puedan dedicarle.
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