Siguen corriendo los meses. Van cinco. En esta columna estamos procurando mantener un balance entre dar a este tema el espacio que su relevancia merece, y hablar también de las muchas otras cosas que están ocurriendo en el globo. No obstante, a cinco meses de iniciada la invasión rusa a Ucrania, queda claro que estamos ante un conflicto muy distinto a los que ha habido en el mundo en las últimas décadas, que no se trata de una guerra corta, que su alta fluidez dificulta el análisis cotidiano y tiende continuamente a proyectar espejismos, y, sobre todo, que las repercusiones que esta guerra tiene para una gran cantidad de temas globales, apenas se están empezando a dimensionar. En las siguientes líneas actualizamos el estado de la guerra y algunos temas relacionados.

1. Las tácticas rusas . Rusia tiene hoy más de una quinta parte del territorio ucraniano en su poder. Como se ha explicado, tras sus fracasos de las primeras semanas, el ejército ruso optó por replegarse del norte y noroeste, y concentrar sus esfuerzos en el este y el sur, especialmente en el Donbás. A pesar de la feroz resistencia opuesta por el ejército ucraniano, la superioridad en artillería pesada y en número de tropas, permitió que Moscú fuese avanzando palmo a palmo hasta conquistar prácticamente toda la provincia de Luhansk, para enfocarse ahora en lo que le falta tomar de Donetsk.

El tema central es que esto aportó al Kremlin un ímpetu que necesitaba urgentemente. Los análisis en Occidente pasaron rápidamente de afirmar que “Rusia estaba viendo fracaso tras fracaso” o que “podría ser derrotada”, a explicar los porqués de sus recientes victorias, y a advertir que los avances rusos podrían continuar. Pero más allá de esos análisis, Putin pudo ofrecer a su país una serie de victorias, si bien pequeñas, pero encadenadas una tras otra, que claramente cambiaron el ánimo en Moscú.

La siguiente serie de tácticas rusas incluyó una especie de “pausa operativa” para rotar y reabastecer a las tropas a fin de seguir adelante, redoblar los esfuerzos y terminar de conquistar Donetsk (combates que llevan ya varios días de iniciados), mientras que paralelamente ha seguido lanzando imparablemente andanadas de misiles hacia distintas ciudades ucranianas de todas las regiones del país, incluidos varios objetivos no militares, con un creciente número de pérdidas civiles del lado ucraniano.

2. La estrategia rusa . En el plano estratégico, la realidad es que las cosas no han cambiado mucho. Rusia ha empleado métodos diferentes al método inicial, pero siempre con el fin de ir ganando la fuerza que va a requerir cuando se retomen las negociaciones. Al final, lo que Moscú busca es asfixiar y fragmentar a Ucrania, desgastarla e impedirle que pueda recuperar cualquier sentido de normalidad, con el objeto de: (a) conservar la mayor presencia posible en territorio ucraniano, probablemente anexar los territorios conquistados o cuando menos asegurar su independencia de Kiev; (b) asegurar que Ucrania no tenga la capacidad militar para seguir resistiendo, ahora o en el futuro, para lo cual va a demandar algún grado de desmilitarización del país; y (c) garantizar que la OTAN no tenga presencia en Ucrania y por tanto, recorrer de alguna manera las líneas fronterizas entre Rusia y la alianza atlántica hacia el oeste, lo más que le sea posible.

En ese sentido, Rusia parece hoy estarse sintiendo con la confianza de ir más allá del Donbás y ensayar la posibilidad de conquistar más territorio ucraniano hacia el occidente y hacia el sur.

3. La fluidez de la guerra . Como ya hemos explicado acá, sin embargo, la guerra es fluida. Lo que vimos las últimas semanas podría estar cambiando ya mismo. El ejército ruso ha perdido parte del ímpetu que logró recientemente y ha dejado de exhibir avances concretos. El ejército ucraniano, en cambio, ha mostrado que sus repliegues rindieron frutos, y está señalando desde su segunda y tercera líneas de combate, que puede detener el avance ruso.

Adicionalmente, el armamento pesado que ha aportado Occidente, especialmente Washington, parece estar causando estragos en el ejército ruso. En este punto, se requiere cautela y no se debe asignar la posibilidad de una “victoria” a un solo tipo de arma, sobre todo porque el ejército rival seguramente estará haciendo ajustes en las próximas semanas y la eficacia que hoy está mostrando este armamento podría cambiar. Pero por lo pronto, la verdad es que el Sistema de Cohetes de Artillería de Alta Movilidad (HIMARS por sus siglas en inglés), está haciendo la diferencia, pues permite ataques de altísima precisión desde muy lejanas distancias por parte del ejército ucraniano contra las posiciones rusas. Además, sabemos ya que Washington está mandando más de este tipo de armamento a los ucranianos.

Con esto, Kiev podría estarse enfocando ya no solamente en resistir mayores avances rusos, sino incluso en retomar algunas posiciones. De acuerdo con algunos reportes, esta contraofensiva podría estar iniciando pronto, si no es que ya empezó.

4. El desgaste . El panorama arriba descrito muestra que estamos ante un escenario con vaivenes y tiempos prolongados. La balanza se inclinará a favor de quien más pueda resistir ante ese desgaste. La apuesta rusa es, por supuesto, que Moscú podrá sostenerse por mucho más tiempo, dado que al final, el territorio fragmentado, el país asfixiado, el que está perdiendo a sus civiles y el que está acumulando un fuerte impacto psicológico por la guerra a nivel social, es Ucrania. De su lado, Kiev está mandando el mensaje a los cuatro vientos de que no es así; que Ucrania puede seguir resistiendo tanto como sea necesario y que todo lo que requiere es más y mejor armamento para darle la vuelta a la situación actual. La posibilidad de que la guerra escale (hacia terceros países o hacia escenarios no convencionales), aunque baja, también sigue existiendo y no debe ser descartada, mucho menos descuidada.

5. El plano mayor : las alianzas para resistir. Si seguimos la lógica descrita, es necesario salirnos de Ucrania y mirar qué es lo que sucede afuera. Rusia ha conseguido absorber el shock inicial de las sanciones, en buena medida por dos factores: (a) las sanciones también tienen un impacto en la mayor parte de países que sancionan, lo que produce un efecto búmeran que, en el caso de muchos países, les hace limitarlas, o cuando menos, dosificarlas; y (b) existe una gran cantidad de países que han optado por no sancionar a Rusia, lo que incluye a dos de las mayores economías del mundo—China e India—además de aliados clave de Washington como los países árabes del Golfo Pérsico, sin mencionar a decenas de países en América Latina, África y Asia.

En la esfera política, Moscú ha conseguido mantener cerca a algunos de los rivales más importantes de Washington, como lo es Irán o por supuesto, China, y, sobre todo, ha sido eficaz en mantener una especie de “neutralidad de facto” por parte de muchos de quienes son firmes aliados de Occidente. El caso de Turquía o Qatar son ejemplos de esto último.

6. Europa, el gas y la política . Una muestra de los efectos de las sanciones en sociedades europeas está en el gas. A medida que han pasado los meses, Moscú ha incrementado el uso del gas como herramienta de combate contra los países europeos que le han sancionado—muchos de los cuales tienen alta dependencia del gas ruso—limitando o en ciertos casos incluso eliminando el abasto del energético. La escasez de gas, sumada al incremento en su precio, al aumento en los precios de la gasolina (y en general, en el costo de la vida), tiene el potencial de ir paulatinamente produciendo efectos políticos que, para las democracias occidentales, no serán simples de absorber. En todos los países que han sancionado a Rusia, hay partidos o figuras políticas que ya están sacando provecho de estas circunstancias, y que argumentan que castigar a Rusia como se está haciendo no está en su interés nacional. A medida que venga el invierno y a medida que sigan pasando los meses sin que ese tipo de temas tengan una solución pronta, es posible que en algunos de los países señalados se aprecien fisuras.

7. Esta serie de factores han ocasionado que sea Putin quien sienta que hoy tiene el tiempo a su favor y por eso su mensaje consiste en que Rusia apenas ha empezado a aplicar su fuerza, que la guerra dure lo que tenga que durar hasta alcanzar los objetivos arriba señalados. Occidente está buscando romper esa dinámica, pero hasta hoy no parece estarlo logrando. Con todo, será importante esperar, pues, en definitiva, el impacto de las sanciones contra Rusia irá creciendo con el tiempo y eso no debe minimizarse.

Hay mucho más que decir; en especial, para efectos de lo que en este espacio constantemente analizamos, siguen creciendo las repercusiones en los temas de seguridad internacional, la carrera armamentista, los despliegues militares, la desconfianza en las instituciones y en el derecho internacional para garantizar la paz. Pero por ahora lo dejamos acá. Lamentablemente esto va para largo y ya habrá oportunidad de seguir reflexionando en todo ello.

Twitter: @maurimm

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