Turquía ha accedido finalmente a dar su voto para que Suecia forme parte de la OTAN voto que era indispensable para ello. Esto tiene implicaciones mayores para la alianza, para la guerra en Ucrania y para los temas de seguridad global. Hay dos aspectos, por lo pronto, a analizar al respecto. El primero es el de la posición turca. Especialmente porque el presidente Erdogan había estado enviando múltiples señales en estos últimos días e incluso ayer mismo. El segundo tiene que ver con el acceso de Suecia en términos de la guerra en Ucrania y las metas de Moscú al respecto. Algunos comentarios:
1. El resumen corto es el siguiente: Apenas ayer, lunes, Erdogan anunció que Turquía añadía un nuevo requisito (a los muchos que ya había impuesto) para otorgar su voto favorable a la adhesión de Suecia a la OTAN: Erdogan demandaba la membresía turca en la Unión Europea. Pocas horas después, en un vuelco repentino, Ankara anunció que modificaba el sentido de su voto y que ahora favorecería del ingreso de Suecia a la alianza atlántica. ¿Qué pasó en medio de estas señales? Varias llamadas de Erdogan, entre otras, una con Biden y otra con el Secretario General de la OTAN.
2. Las interpretaciones que se han dado a este vuelco de postura van en muchos sentidos. Primero, los requisitos turcos, incluido el último de la UE, han sido vistos básicamente como posturas negociadoras de Erdogan para intentar extraer las mayores concesiones posibles. Es probable que el presidente turco haya empujado al máximo esas posturas exigiendo que Turquía ingresara a la UE para probar hasta dónde podría llegar, pero que finalmente reviró pues se dio cuenta que esa nueva demanda no estaba sino entorpeciendo otras concesiones que ya había ganado. En otras interpretaciones, se dice que al final, Erdogan está queriendo quedar como el “bueno” de la historia, haciendo él las concesiones correspondientes. Lo más probable es que sus llamadas durante el día, ofrecieron las garantías de lo que él realmente estaba buscando (como en temas de armamento o de combate a la militancia kurda que menciono abajo), y el presidente decidió que con ello bastaba por ahora.
Para entenderlo mejor, recupero los siguientes elementos:
Turquía, Ucrania y la OTAN
a. En principio, se podría pensar que como Turquía es un miembro de la OTAN, y como, justamente, esa alianza militar se encuentra en el meollo de lo que motivó a Putin a lanzar su invasión a Ucrania, Ankara debería estar absolutamente alineada con sus aliados occidentales. No obstante, el tema es más complejo. Estos son algunos aspectos de esa complejidad:
Primero, Rusia y Turquía son rivales geopolíticos históricos, y sus intereses compiten o chocan en la actualidad en distintos ámbitos. En la guerra siria, por ejemplo, desde 2011 ambos países apoyaron a bandos opuestos. Esto les llegó incluso a generar algunas confrontaciones directas que tuvieron que desescalar. No obstante, tras años de tensiones, Erdogan logró encontrar ciertos acomodos con Putin, lo que incluyó varios ceses al fuego, y el compromiso de que, hasta no resolver el conflicto mediante negociaciones, el ejército sirio no aplastaría lo que resta de la rebelión (apoyada por Ankara). Entre otras cosas, Turquía, el país que más refugiados tuvo que absorber tras esa guerra, tiene como una de sus prioridades, el retorno de esos refugiados a Siria. Por tanto, para que los delicados equilibrios que hoy sostienen esos ceses al fuego sigan en pie, es vital que Moscú contenga a su aliado, el presidente sirio Assad.
En la guerra en Libia, Ankara y Moscú también se encuentran enfrentadas pues ambos países apoyan a facciones rivales. Para cualquier desenlace en ese país, el estado de la relación entre Turquía y Rusia será clave. Adicionalmente, Rusia es un actor fundamental para mantener los frágiles ceses al fuego en el conflicto Armenia-Azerbaiyán en donde Turquía respalda al segundo. Ankara controla, además, el acceso al estratégico Mar Negro, lo que le ha puesto en el ojo del huracán a medida que fueron creciendo las hostilidades en torno a Ucrania. Por si ello no basta, el turismo, la energía y las importaciones rusas, son cruciales para Ankara.
Por tanto, Turquía —aun siendo miembro de la OTAN— ha tenido que navegar por un hilo muy delgado entre apoyar a Ucrania y a sus aliados occidentales, pero a la vez, intentar contrariar a Putin lo menos posible, no sumándose, por ejemplo, a los esquemas de sanciones contra Rusia. Al mismo tiempo, Turquía ha estado participando activamente en la mediación. La obvia preferencia de Erdogan era que la guerra en Ucrania no durase lo que está durando y muy probablemente le veremos empujando esa mediación en los meses que siguen.
b. Del otro lado, Turquía mantiene serias disputas con sus aliados occidentales. Menciono acá solo algunas relevantes para comprender la complejidad de la que hablamos. En el contexto de sus fallidos intentos por ingresar a la Unión Europea y las constantes quejas de Bruselas y Washington por las violaciones a los derechos humanos en el país, o bien, las restricciones que han sido impuestas a Ankara para acceder a armamento occidental, Erdogan optó por usar la crisis de refugiados sirios como carta de negociación. Una de las más importantes rutas, como sabemos, que esos refugiados utilizaban para llegar a Europa, pasaba por Turquía. De manera que, Ankara fue negociando a lo largo de los años, distintas condiciones para retener ese flujo, y en cambio, cuando sentía que sus demandas o preocupaciones no eran atendidas, abría las puertas de salida para que ese flujo volviese a correr hacia Europa.
c. En lo general, Turquía siente que sus consideraciones de seguridad no han sido tomadas en cuenta por parte de Occidente. Por ejemplo, Turquía es el país con la minoría kurda más importante en el mundo y Ankara sostiene desde hace décadas un conflicto con un grupo militante separatista kurdo, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), catalogado como terrorista por parte de Washington y Bruselas. Ahora bien, tras el ascenso de ISIS y su captura de una tercera parte de Irak y casi la mitad de Siria en 2014-2015, la estrategia de EU y sus aliados para combatirle, dependió altamente de su colaboración con las milicias kurdo-sirias (llamadas YPG), las cuales, según Turquía, se encuentran directamente ligadas a su enemigo, el PKK. Para ponerlo simple: en la visión turca, EU estaba financiando, armando, entrenando y respaldando directamente a los enemigos de Ankara con tal de combatir a ISIS. No solo eso. Los kurdos sirios lograron arrebatar a ISIS buena parte del territorio que controlaba, lo que les tiene actualmente en posesión de una cuarta parte de Siria, incluida parte de la frontera sirio-turca, lo que Ankara estima como un peligro para su propia seguridad. Hubo incluso momentos en que Turquía, tras anunciar sus incursiones a Siria para combatir a dichas milicias kurdas, amenazó directamente a EU si optaba por defender a los kurdos.
d. Por último, tras el fallido intento de golpe de Estado del 2016 en Turquía, el presidente turco culpó de la intentona a Fethullah Gülen, un político islamista que vive en Estados Unidos tras un autoimpuesto exilio desde otro golpe militar que hubo en 1997. Gülen, un ideólogo y clérigo, promotor de una corriente islámica considerada por muchos como moderada, durante algún tiempo respaldó a Erdogan hasta su ruptura política en 2012. Desde entonces, su postura es opuesta al régimen y ha tenido confrontaciones con Erdogan en distintos momentos. Así, del 2016 en adelante, Erdogan lanza una guerra abierta contra el gülenismo, aprehendiendo, enjuiciando y como mínimo, promoviendo el despido por toda Turquía de personas que, según Ankara, tuvieran cualquier vínculo con esa corriente. Pero fuera de las fronteras turcas, el gobierno en Ankara culpó directamente a Washington de haber sido cómplice en ese intento de golpe de Estado y exige la extradición de Gülen.
Como parte de esta trama, Ankara reclama a distintas naciones europeas (como Suecia), el albergar y hasta apoyar a sus enemigos en sus países, lo que incluye a personas que tienen algún lazo con la militancia kurda (ya sea el PKK, o las YPG sirias —para Turquía no hay distinción entre los primeros y los segundos), o bien, a personas turcas exiliadas que tienen vínculos con el movimiento gülenista.
e. Erdogan encontró entonces, que la intención de Finlandia y especialmente de Suecia para sumarse a la OTAN, ofrecían excelentes oportunidades para negociar varios de los elementos arriba señalados. Pasado un tiempo, Turquía otorgó su voto favorable a Finlandia, pero se mantuvo reteniendo el de Suecia hasta ahora, lo cual cambia en estos momentos porque, como dije arriba, Erdogan ha considerado que sus negociaciones se encuentran esencialmente agotadas.
El próximo acceso de Suecia a la OTAN
Hasta el momento de este escrito, falta también que Hungría anuncie que favorece la adhesión sueca a la OTAN, pero Budapest ha indicado que, si Turquía accedía, Hungría lo haría también.
1. Como explicamos hace ya un par de años, las metas de Putin no concernían exclusivamente a Ucrania. Para el presidente ruso, era indispensable detener el crecimiento de esa alianza militar a la que percibe como una amenaza contra los intereses vitales de Rusia. De hecho, no solo se trataba de detener dicho crecimiento, sino incluso de replegar las posiciones y armamento de esa alianza hacia atrás. Ucrania era fundamental pues ese país estaba siendo visto por Putin como una plataforma mediante la cual, la OTAN podría posicionarse y amenazar directamente a Rusia. Esas son las consideraciones mayores por las que Moscú opta por la alternativa maximalista: una invasión frontal y masiva que no solo se asegurara de desmilitarizar a Ucrania, sino que garantizara que la OTAN recibiría un mensaje de fuerza.
2. Ahora, en cambio, en un revés mayor para el presidente ruso, la OTAN está viviendo su mayor expansión geográfica en décadas. Estamos hablando de Finlandia, próximamente Suecia y ya se discute cada vez con mayor fervor el ingreso de Ucrania a esa alianza (si bien por el momento no se materializará).
3. Ante ello, y conociendo el liderazgo de Putin, es muy probable que lo que sigue no será mostrarse afectado para luego replegarse, sino escalar o cuando menos prolongar las hostilidades en Ucrania todo el tiempo que le sea posible, buscando que, mediante el desgaste, Rusia pueda alcanzar mínimamente algunas de las metas que originalmente se propuso. No obstante, las implicaciones de la actual expansión de la OTAN se seguirán sintiendo en los años que siguen. De ello hablaremos posteriormente.
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