Faltan más de 90 días para las elecciones en EU, pero si ya desde antes de los eventos de las últimas semanas Trump tenía altas probabilidades de vencer, hoy hay que evaluar ese escenario incluso de manera más seria. Para que otra cosa pasara, los demócratas necesitarían (a) unificarse de manera veloz y definitiva en torno a una candidatura, ya sea la de Biden o la de alguien más, y (b) dar el impulso suficiente a esa candidatura primero para asegurar los estados que en teoría deberían favorecer a ese partido, y segundo, dar la vuelta a la intención de voto en estados bisagra que serán clave, al menos en Michigan, Pensilvania y Wisconsin. De acá a noviembre todavía falta tiempo, y esa combinación de factores aún podría ocurrir, pero la verdad es que no se ve simple y, por tanto, el escenario de una Casa Blanca con Trump a la cabeza está siendo cada vez más considerado en distintas partes del mundo lo que, sin duda acarreará innumerables repercusiones para temas internacionales. A partir de entrevistas, declaraciones y discursos que él y sus colaboradores—ahora J.D. Vance incluido—han emitido en los últimos tiempos, me detengo solo en algunos de los aspectos que cabría esperar de la forma más realista posible, incluidos aspectos que impactarán a nuestro país.

1. Empiezo por señalar estos factores ya estaban siendo tomados en cuenta desde hace tiempo por distintos actores internacionales. Lo que ha cambiado es que Trump y su equipo ya están descontando su victoria y ahora están trabajando para garantizar mayorías en el Congreso y el Senado, y para equipar a la Casa Blanca con personajes leales a Trump, convencidos y capaces para fortalecer su agenda en el presente y en el futuro. Uno de los nombramientos más consecuentes en este sentido es el del candidato a la vicepresidencia J. D. Vance, quien no solo ocupará un lugar compartido en la boleta, sino que promete ser una figura enormemente influyente en caso de ganar. Por ello, su narrativa debe ser leída con detenimiento. En pocas palabras, esta vez los contrapesos serán menores, no habrá una voz “más moderada” en la oficina oval, habrá menos restricciones y más lealtad.

2. Segundo, una nueva Casa Blanca con Trump exhibirá muchos aspectos que ya conocemos, pero considerablemente fortalecidos. La lógica que mueve a ese presidente es garantizar que Estados Unidos minimice costos y obtenga réditos claros de cualquier aspecto de política exterior en el que se involucra. No en lo estratégico o en el largo plazo. Réditos tangibles y palpables en lo inmediato. Estamos hablando de un aislacionismo transaccional. Esto significa que Washington no debe pagar costos por otros, defender a supuestos aliados o luchar conflictos ajenos o distantes, a menos que gane algo claro en el camino. Es decir, en la medida en que Trump considere que existe algún incentivo—no solo económico sino también político—él puede ordenar ejecutar al líder de ISIS, al segundo hombre más poderoso de Irán, bombardear al presidente Assad en Siria o enviar la “Madre de Todas las Bombas” contra la rama de ISIS en Afganistán. Pero al mismo tiempo puede sentarse a conversar con Kim Jong-un, reírse de la prensa de su país a lado de Putin, firmar acuerdos con los talibanes, puede ordenar repliegues de miles de tropas en Medio Oriente, o puede condicionar los ejercicios militares conjuntos con Corea del Sur al pago común de los costos que estos ejercicios implican. Todo depende. ¿Quién y qué estará negociando con Trump? ¿Qué es lo que se le pide y qué es lo que gana? ¿Hay alguna ventaja política en sus decisiones para efectos de demostrar que él es un presidente que cumple o que está obteniendo el “respeto” de los demás? Vance lo puso muy simple hace unas semanas en una entrevista para el NYT: el problema de Biden, dijo, es que hace política exterior “moralista”. Se necesita “recuperar el realismo político”. En las relaciones internacionales, dice, no hay moral. Los estados no tienen “amigos”. Actúan a partir de agendas, intereses e incentivos palpables.

3. Eso nos lleva al siguiente aspecto: Ucrania. Trump ha dicho varias veces no solo que esa guerra no hubiera sucedido si él fuese presidente, sino que él es capaz de resolverla en un instante. Vance adelanta que se buscará es negociar para: (a) garantizar la soberanía e independencia de Ucrania, así como asegurar su neutralidad (o sea, si gana Trump, Kiev puede ir diciendo adiós a la idea de sumarse a la OTAN, al menos por ahora), (b) afianzar las posiciones territoriales que actualmente Ucrania mantiene—y, por ende, implícitamente se reconoce que Rusia mantendrá (todo o parte de) el territorio ucraniano que actualmente ocupa, (c) dirigir el financiamiento y respaldo militar estadounidenses solo en esos términos; en palabras simples: no apoyar más contraofensivas ucranianas y trabajar con Moscú para cesar las hostilidades, dando garantías a Putin para que cese su actividad contra Occidente y asegurar la estabilidad en Europa. Todo esto para poderse concentrar ahora sí en la amenaza mayor: China.

4. China. Primero, hay que entender que el tema de la rivalidad estratégica Washington-Beijing no es un asunto exclusivo de Trump sino una cuestión compartida por muy distintos actores políticos y militares en EU. Lo que pasa es que la visión de Trump va más en sentido económico y comercial que en el geopolítico. Vance lo matiza más pues entiende a China como un competidor industrial-militar. Aún así, lo que se observó en la gestión previa de Trump fue que esos aspectos pueden ser complementarios y fueron aprovechados por actores que consideran la geopolítica como un asunto prioritario. Podemos ver incluso que Biden dejó en su lugar cada una de las medidas comerciales que Trump impuso sobre China. Pero con Trump 2.0, la guerra comercial y tecnológica crecerá aún más. Viene un incremento de aranceles brutal (hasta del 100% ha dicho Trump, Vance sostiene que será del 60%) si no en todo lo que se comercia con China, sí en una parte sustancial. Adicionalmente, Vance afirma que se emplearán los recursos que ya no se aportarán a Ucrania, para fortalecer el respaldo y armamento a Taiwán. Se buscará disuadir una intervención de Beijing en la isla que, según análisis militares podría ocurrir dentro de los próximos 3 a 5 años, y “en su momento”, dice Vance, se valorará si EU se involucraría en el conflicto en caso de ocurrir. (Debemos asumir que dice eso porque nunca se sabe si dentro de su aislacionismo transaccional, Trump realmente dará la orden de defender a Taiwán pagando el costo de entrar en una guerra con China y Vance entiende eso como nadie).

5. México. Trump trae varios temas con nuestro país. Primero, considerando su aversión a los déficits comerciales, y considerando el nivel que tiene hoy el déficit comercial de EU con México, debemos esperar una avalancha de medidas para intentar “corregir” ese déficit. Segundo, considerando que la agenda política de Trump tiene a China como objetivo, es posible que cualquier producción china en México (como la automotriz) sea objeto de esa avalancha de medidas. Por tanto, debemos esperar que México sea amenazado con aranceles en distintos rubros con el propósito de negociar varios temas que van desde mayores restricciones automotrices en el T-MEC cuando éste sea revisado, hasta otras revisiones en ese tratado, incluidas las reglas de origen, u otros factores que permitan “reducir el déficit”. También podemos esperar que el tema comercial será vinculado con cuestiones migratorias como ha sucedido antes (es decir, la amenaza de aranceles si México no contribuye—de acuerdo con las demandas que Trump haga—para frenar los flujos migratorios desde otros sitios del continente hacia EU). En materia de seguridad tenemos que esperar un enorme impulso para declarar a distintas organizaciones criminales como grupos terroristas con todas las consecuencias legales, presupuestales, militares y políticas que ello conlleve. Todo ello acompañado por medidas anti inmigratorias de línea dura, lo que puede incluir deportaciones masivas entre muchas más. Así que Claudia Sheinbaum y su gabinete deben estar preparados desde ya para atender la serie de temas que señalo.

Hasta acá por hoy. Quedan otros temas como los relacionados con Medio Oriente, así como otras regiones, los cuales analizaremos en las semanas que siguen.

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