Protestas masivas y reforma judicial en Israel: el contexto Israel vive uno de los momentos más difíciles de su historia a causa de lo que podría entenderse como niveles de polarización interna y protesta social inusitados. Sin embargo, el tema es incluso más complejo. Intentamos sintetizar algunos de sus componentes:
1. Primero, estos niveles de inestabilidad política no iniciaron ahora. Israel ha tenido que vivir cinco elecciones en un período de tan solo tres años. La dificultad para sostener gobiernos en el complicado sistema parlamentario israelí, exhibe apenas una parte de las vastas fisuras que existen al interior de su sociedad.
2. Lo segundo es el factor Netanyahu, un personaje que lleva décadas en la política, quien ha hecho hasta lo imposible para mantenerse en el poder (y para regresar cuando lo ha perdido).
El telón de fondo de los últimos años, sin embargo, es una serie de cargos por corrupción en su contra, los cuales se encuentran en proceso, e impactan, en buena medida, en sus decisiones y en su conducta política. Para él, en este punto no se trata solamente de mantenerse en el cargo, sino de evitar a toda costa, que esos procesos resulten en su encarcelamiento.
3. Tercer factor: el crecimiento de la extrema derecha en la sociedad israelí. Este es un fenómeno que tiene componentes globales (como se ha abordado antes acá) y otros muchos componentes locales, los cuales van desde el crecimiento demográfico de los sectores religiosos, tradicionalistas y nacionalistas en contraste con el de los sectores liberales y progresistas, hasta un sincero hartazgo y frustración, entre varios sectores sociales, al respecto de las posibilidades de resolver el conflicto palestino-israelí, o en general, la conflictiva regional, a través del diálogo y la negociación. La mano dura se ha vuelto, en otras palabras, cada vez más popular. La inclinación hacia propuestas populistas, religiosas, ultranacionalistas y/o ultraconservadoras de la extrema derecha se ha visto reflejada en los votos, y en el peso que los partidos que esos partidos han adquirido, especialmente en la última elección.
4. Considerando lo anterior entonces, a fin de regresar al poder y buscar empujar su agenda, tras la última de estas elecciones, Netanyahu no solo se vio obligado a construir una coalición con esta serie de partidos de la extrema derecha, sino que podríamos decir que ha permitido que su gobierno quede materialmente secuestrado por esas posiciones extremistas. Como resultado, este gobierno liderado por Bibi se parece poco a sus gestiones anteriores, que eran más de centro derecha y derecha tradicional. En estos apenas tres meses de gobierno, la agenda nacionalista y ultraconservadora se ha hecho sentir con más fuerza que nunca en todos los ámbitos (lo que incluye por supuesto al conflicto palestino-israelí, de lo que hablaremos en otro momento).
5. Parte de esta agenda incluye la reforma judicial, una reforma que, para ponerlo simple, desbalancea el equilibrio de pesos y contrapesos en el sistema político israelí. Se trata de modificaciones a la ley básica del país (que no tiene propiamente una constitución), las cuales permitirían al parlamento imponer candados o incluso anular fallos de la Suprema Corte. La cuestión es que en un sistema parlamentario como el israelí, los miembros del gabinete (como Netanyahu mismo) forman parte de ese parlamento y su coalición cuenta con mayoría en el mismo, lo que puede resultar fácilmente en que las decisiones ejecutivas puedan ser impuestas sin el contrapeso judicial propio de los sistemas democráticos liberales. Decisiones relativas a minorías como la árabe, o decisiones que impacten temas de género, por poner solo ejemplos, no podrían ser disputadas por la Suprema Corte, ya que sus fallos quedarían nulificados por la mayoría simple en el parlamento. Los cambios judiciales tienen muchas más vertientes que no detallo, pero han sido denominadas por sus opositores como un “golpe judicial”.
6. Quienes apoyan esta reforma sostienen que, en primer término, la sociedad israelí les otorgó una mayoría mediante sus votos y están legítimamente facultados para efectuar esos cambios legales. Además, indican, la Suprema Corte en Israel ya no representa adecuadamente la composición social del país ni la agenda hacia la que esa sociedad se inclina. Por tanto, se requiere una transformación de fondo.
7. No obstante, esta serie de modificaciones ha suscitado un movimiento de protesta social sin precedentes. Desde hace ya meses, todas las semanas salen a la calle cientos de miles de personas, reuniendo en ciertos momentos incluso a más del 6% de la población. Pero la fuerza no ha estado solamente en los números en la calle, sino en quiénes son los actores que crecientemente se oponen a la reforma judicial y en el peso que esos actores tienen.
8. Además de exministros, exfuncionarios (o funcionarios en activo), personalidades del mundo académico, literario y personas expertas en temas jurídicos, la reforma judicial ha suscitado un movimiento de resistencia entre reservistas, pilotos aviadores y altos puestos en el campo militar. Cada vez más de estas personas se están oponiendo a reportarse a servicio, lo que ya está generando disrupciones a determinadas operaciones militares cruciales para la seguridad nacional del país.
9. En este sentido, cabe señalar que el Instituto para Estudios de Seguridad Nacional (INSS), el centro de estudios y análisis más influyente del país perteneciente a la Universidad de Tel Aviv, en el que trabajan exfuncionarios del más alto nivel como excomandantes, o exmiembros de la inteligencia, incluidos anteriores jefes del Estado Mayor conjunto, emitió una “Alerta Estratégica” la semana pasada señalando los riesgos que esta reforma judicial está ocasionando para efectos de la seguridad nacional de Israel. El tema, como indican, rebasa lo local, exhibe graves vulnerabilidades del país en momentos de altísimo riesgo regional e internacional.
10. Uno de los factores que el INSS señala, y que ha quedado incluso más evidenciado en estos días, es el distanciamiento que está ocurriendo entre Israel y su mayor aliado, Estados Unidos. Las diferencias entre la administración Biden y Netanyahu han salido a la luz con claridad. No es la primera vez que ese primer ministro se pelea con una Casa Blanca que no le favorece, pero en esta ocasión, la situación local e internacional es completamente diferente. El entorno incluye el continuo progreso nuclear iraní, la posibilidad de que ese país decida enriquecer uranio incluso a mayores niveles de pureza que los actuales y la erupción de un potencial conflicto armado abierto entre Israel y Teherán, la situación en Líbano y los alicientes para que Hezbollah se aventure en una nueva confrontación con el ejército israelí, el hartazgo y ebullición en la arena palestina, tanto en Cisjordania como en Gaza, sin mencionar el contexto de la guerra en Ucrania entre muchos otros temas al rojo vivo. En ese entorno, las fisuras en las relaciones Washington-Jerusalem no son un asunto únicamente diplomático, sino de alto riesgo, indica el INSS.
11. Sumado a lo anterior, es necesario considerar que el presidente israelí Isaac Herzog (quien tiene un cargo esencialmente simbólico sin funciones ejecutivas o poderes para decidir en temas de gobierno), es uno de quienes se han opuesto abiertamente a esta reforma, pero también ha intentado un camino de negociación. Lo que pasa es que, hasta hace pocos días, su iniciativa de mediación había sido bloqueada por Netanyahu y su gabinete.
12. Más recientemente, fue el propio ministro de defensa del gobierno de Netanyahu quien expresó públicamente su oposición a la reforma, lo que resultó en su despido y en las protestas más numerosas que hasta el momento se habían visto en el país.
13. Esta serie de presiones acumuladas finalmente terminó por ocasionar que Netanyahu suspendiese—temporalmente—la reforma judicial, consiguiendo para ello el aval de su coalición a cambio de otra serie de concesiones que están por verse. Los cambios legales iban a ser sometidos a la última votación esta semana, y ahora se ha pospuesto la discusión para mayo, según se indica.
14. Aún así, la situación está lejos de resolverse. En el campo opositor han ido brotando puntos de vista muy diferentes. Hay quienes han celebrado la suspensión temporal como una primera victoria del movimiento social. Hay quienes, no obstante, dicen que Netanyahu solo está jugando una treta más para desinflar la unidad que se ha visto en este movimiento social, y continuar adelante con los cambios que le siguen siendo indispensables en su agenda personal y política. Por tanto, una parte importante de la oposición sigue llamando a la protesta social. Paralelamente, miembros de la coalición gobernante han expresado en estos días que a nadie le quepa duda que la reforma judicial pasará. 15. De forma que lo más probable es que únicamente se han postergado, sin solucionar de fondo, las elevadas tensiones que esta situación está generando. Netanyahu tendrá que decidir, tarde o temprano, si elige mantener con vida a un gobierno que apenas en tres meses está llevando al país a circunstancias inusitadas con tal de aprobar esta reforma y seguir adelante con otros temas de su propia agenda, o si termina por hacer concesiones ante el movimiento social que probablemente ocasionarían el colapso de dicho gobierno y una nueva convocatoria a elecciones en el país. Ello ayudaría en lo inmediato, sin duda, a calmar la situación. Pero la realidad es que esa, como muchas otras sociedades en el mundo, tendrá que atender las fracturas que se encuentran muy en el fondo de su tejido social y que solo tienden a crecer. Instagram: @mauriciomesch TW: @maurimm