Cuando ocurre, al mismo tiempo, una ola de protestas masivas en sitios tan distantes como Líbano, Chile o Haití, o unos días antes, Ecuador y Egipto, hay varias formas de efectuar los análisis, todas válidas. Se puede tomar caso por caso y revisar de manera local los elementos que subyacen a estas manifestaciones, los que las detonan, las respuestas de las autoridades. O se puede intentar, como busco hacerlo a continuación, una mirada más panorámica, tratando de detectar algunos factores que son comunes. Es decir, pensar en el planeta como un mismo sistema en donde las partes impactan al todo y el todo impacta a las partes continuamente. Los hilos sistémicos terminan por entretejerse con lo local y producen fenómenos como los que estamos observando, al mismo tiempo.
(Notas: (1) Los elementos que señalo abajo pueden estar presentes en mayor o menor grado; en unos casos ciertos factores importan más que en otros, pero es interesante que, en casi todos ellos, se puede encontrar cierta presencia de dichos elementos; (2) El hecho de separar estos factores tiene solo fines analíticos, En la realidad, los elementos que señalo se encuentran fuertemente mezclados.)
1. No se trata de fenómenos nuevos en la historia, pero sí acentuados:
Tanto las protestas masivas como su réplica en distintas partes del mundo en tiempos similares es algo que se ha visto en distintos momentos históricos. Sin embargo, lo que estamos apreciando es: (a) una acentuación aparente de la intensidad de estos fenómenos o al menos de ciertos de sus rasgos, (b) un incremento en la velocidad de su expansión, (c) un incremento en la amplitud geográfica de su impacto. Los mensajes, con su potencial de réplica, llegan cada vez más lejos de forma más veloz e intensa que en otros momentos de la historia.
2. Para cada uno de los casos podríamos hablar de factores propios y factores compartidos en distintos niveles. Para facilitar los divido en: a) Factores materiales estructurales y de contexto, b) Factores sociales, políticos y psicológicos también de contexto, c) Factores detonantes y d) Facilitadores.
3. Factores materiales estructurales:
En algunos de los casos se puede apreciar bajos niveles de crecimiento económico y problemas financieros que fuerzan a las autoridades a impulsar medidas de austeridad , alzas de impuestos o la elevación en los precios de servicios básicos, pero eso varía de caso a caso. Lo que sí parece marcar a varios de los países señalados es el crecimiento de la desigualdad , no siempre medida por la desigualdad de ingreso (muy presente por ejemplo en países latinoamericanos), sino la desigualdad en cuanto a acceso a oportunidades , la brecha entre sectores privilegiados y la ciudadanía común. Esto no está desligado de la prevalencia de un sistema capitalista financiero transnacional-global en el que temas como la tecnologización, la relocalización laboral para abastecer cadenas de producción transnacionales (cosa que impacta más en unos países que en otros, por supuesto), o bien, las crisis financieras globales , son situaciones con impactos sistémicos que se terminan traduciendo en lo local. En pocas palabras: clases medias que han crecido en muchos países pero que hoy se encuentran empobrecidas o económicamente asfixiadas y son altamente sensibles ante medidas de austeridad o incrementos de precios.
4. Factores sociales, políticos y psicológicos:
Este rubro nos habla no ya tanto del impacto material de fenómenos como la austeridad financiera o la desigualdad, sino acerca de cómo estos fenómenos materiales son percibidos por la población, el creciente distanciamiento entre una ciudadanía que percibe a sus élites completamente alejadas de la realidad que viven . Por ejemplo, la desconfianza de las sociedades en las instituciones , en la democracia o en los medios de comunicación tradicionales, no son temas exclusivamente locales. Las mediciones internacionales indican, además, que esta desconfianza se encuentra acentuada en las poblaciones jóvenes . El Barómetro de Confianza Edelman, detecta que en 75% de los países del globo los gobiernos son percibidos como incompetentes y corruptos mientras que en el 82% de los países hay una brutal desconfianza hacia los medios de comunicación tradicionales.
Se produce entonces una brecha psicológica entre el discurso oficial, los intereses percibidos de los políticos y las élites y la sociedad. Los “narradores de la verdad”, como los llama Yael Brahms, dejan de ser el referente.
A esto hay que sumar la acentuación de procesos de polarización severa en muy distintos países del globo (lo que es estudiado y descrito mediante el análisis de casos muy diferentes en un libro apenas publicado, editado por Carothers y O’Donohue, Democracies Divided). Lo que distingue a estos procesos de polarización es que ésta ocurre ya no por diferencias de opinión o puntos de vista, sino por divisiones en las identidades sociales. Crece el “nosotros” contra “ellos”. "No estoy contra ti por lo que piensas, sino por lo que eres y por lo que soy”. Esta polarización que estamos viendo en sitios muy diferentes del planeta, desde la India hasta Australia, desde EEUU hasta América Latina, desde Kenia hasta Hungría o Polonia, activa conflictos sociales que muchas veces terminan por manifestarse en odio y discriminación. La acumulación de sentimientos sociales que describo, así como otros relacionados, frecuentemente detona procesos de radicalización que en algunos casos se pueden manifestar mediante violencia en las protestas masivas o violencia de otra índole.
5. Factores detonantes:
Ante un contexto como el explicamos, basta una decisión, una mecha que encienda la llama, para detonar manifestaciones como las que estamos viendo, las cuales se esparcen de manera intensa, amplia y muy veloz. El detonante puede ser la decisión de subir ciertos impuestos, o ciertos precios de servicios básicos como el metro en Chile, o la eliminación de ciertos subsidios al combustible como en Ecuador, o el “impuesto verde” a las gasolinas como sucedió hace unos meses en Francia, o las medidas de austeridad como estamos viendo en Líbano. Algunas de estas medidas son imposiciones del Fondo Monetario Internacional para poder sostener el financiamiento a un país específico, otras son medidas consideradas de emergencia por parte de los gobiernos a cargo. O bien, como en el muy particular caso catalán, se trata de la decisión de una corte, las órdenes de aprehensión de aquellos políticos que son vistos como héroes por parte de un sector de la población y como villanos por parte de otro sector de esa sociedad altamente polarizada. El detonante, en otras palabras, no tiene que ser económico o golpear a las clases medias, sino un elemento que termina por inflamar las llamas de un contexto como el que explicamos arriba, contexto que, como señalo, contiene elementos locales y globales.
6. Los facilitadores:
Es imposible entender lo que estamos viendo si no añadimos el rol que en nuestros días están jugando las tecnologías de comunicación y la explosión de la información. Esto va desde la organización de marchas o convocatorias por medio de redes sociales, hasta otro tipo de elementos como la viralización de textos, videos e imágenes que tienden a acentuar sentimientos como el enojo, la frustración, la impotencia, el miedo o la vulnerabilidad y que, de acuerdo con lo que se está investigando, facilitan los procesos de polarización arriba descritos. Por si fuera poco, la explosión informativa permite que personas de muy distintas partes del mundo se enteren y experimenten en tiempo real lo que está ocurriendo en sitios distantes. El video de una mujer libanesa pateando a un guardia de seguridad, por ejemplo, viaja de manera instantánea no solo por todo Líbano, sino por muchos otros sitios del planeta. Esto, a veces, contribuye a que otros movimientos o situaciones similares se repliquen en otros países y regiones.
Hay un facilitador adicional: la respuesta que algunas de las autoridades deciden dar a las protestas . En muchos casos, la decisión de reprimirlas o detenerlas, no hace otra cosa que activar una espiral ascendente que, entre ciertos sectores, puede terminar por incentivar la radicalización. Esto está siendo muy claro, por ejemplo, en Hong Kong, en donde las autoridades llevan ya meses intentando detener un movimiento que se mantiene creciendo.
En resumen, el hecho de que estemos viendo una ola de protestas y manifestaciones en sitios tan diferentes del mundo apunta a que no todo lo que sucede en esos países es puramente local. No se trata, efectivamente, de fenómenos nuevos en la historia, pero su velocidad, amplitud e intensidad invitan a hacer reflexiones como las que muchos autores ya están efectuando. Estamos apenas en ese proceso de reflexión y entendimiento.
Twitter: @maurimm