“Antes de criticar a Turquía, se tiene que entender todo lo que pasa a nuestro alrededor”, decía apenas hace unos días el ministro exterior turco, Mevlut Cavusoglu, en el foro de seguridad de GLOBSEC en Bratislava. “Estados fallidos, terrorismo, migración irregular; en el pico de ISIS llegaron a Turquía combatientes extranjeros de 25 países diferentes”, seguía explicando. En efecto, Cavusoglu buscaba defender la política externa de su país, del mismo modo como lo ha estado haciendo el presidente turco Erdogan a lo largo de los últimos meses y años. Porque la realidad es que hoy Turquía está experimentando momentos de alta tensión con varios países europeos, pero también con Rusia, con Arabia Saudita y sus aliados, con Israel y con diversos actores ubicados en el corazón de conflictos en los que Ankara ha decidido intervenir de manera directa o indirecta como lo es Siria, Libia o Armenia-Azerbaiyán. ¿Por qué Turquía está en medio de tantos conflictos al mismo tiempo? ¿Qué lógica mueve a Erdogan? Van unas notas al respecto:
1. Primero hay que considerar no solo lo que dice el ministro exterior turco acerca de los riesgos regionales que Turquía ha estado enfrentando, sino también los factores internos que han puesto en jaque al gobierno de Erdogan desde hace años. Pensemos solamente en las protestas masivas del 2013 (denominadas protestas de la plaza Taksim), el intento de golpe de estado del 2016 en contra del presidente, los problemas financieros que ha vivido la economía turca incluida la dramática depreciación de su moneda, factores que se han acentuado por la pandemia y por la recesión económica que ha conllevado.
2. Si a todo ello añadimos la voluntad de Erdogan de perpetuarse en el poder—incluso mediante reformas constitucionales que le permitieron transitar de primer ministro a presidente con amplísimos poderes—entonces se puede entender por qué las tensiones y el descontento al interior de Turquía han venido escalando con los años, lo que se ha traducido, entre otras cosas, en disidencia de su círculo cercano y en el fortalecimiento de la oposición. Esto explica, aunque solo en parte, una de las motivaciones que tiene Erdogan para impulsar sentimientos nacionalistas, desviar la atención hacia enemigos externos y jalar apoyo popular alrededor de la bandera y la patria (si tiene un momento, eche ojo a este video propagandístico que muestra lo que digo https://bit.ly/3kh1S5o).
3. Pero los factores internos son solo una pieza del rompecabezas. Además de eso, están, de un lado, todos los riesgos regionales existentes y las amenazas a la estabilidad que cada uno de esos riesgos representa para Ankara. Y del otro lado, están las añejas aspiraciones de Turquía de jugar un rol de liderazgo en su región, de expandir su círculo de influencia, y de competir con otras potencias por cuestiones que van desde recursos hasta la influencia política. Estos dos factores—riesgos y aspiraciones—entretejidos con los temas internos arriba señalados, se combinan y arrojan como resultado un creciente intervencionismo turco en distintos conflictos y disputas de su zona.
4. Consideremos el caso de la guerra siria. Estallado ese conflicto, Turquía se posiciona inmediatamente a favor de la rebelión. Ankara, aspirando por el ascenso de un gobierno en el que Turquía—y no Irán—tuviese una mayor influencia, no solo respalda y arma a distintos grupos rebeldes, sino que permite que su territorio sea utilizado como base para la insurrección. Esta participación en la guerra va a colocar a Turquía en el bando opuesto al presidente Assad, así como en choque directo con las dos principales potencias aliadas de Damasco: Irán y Rusia. Además de ello, Turquía va a buscar contener el creciente poder que iban adquiriendo los kurdos en Siria. Ankara vincula a las milicias kurdo-sirias con la militancia separatista kurdo-turca, con quienes sostiene un conflicto armado desde hace tiempo.
5. Sin embargo, con los años, las prioridades turcas fueron cambiando. El bando que Turquía apoyaba está siendo derrotado. Assad, con la ayuda de Moscú y de Teherán, fue recuperando el territorio que perdió. La guerra generó millones de refugiados y fue justamente Turquía el país que más refugiados tuvo que recibir. Aunque Turquía ha financiado y apoyado a distintas milicias islámicas en el conflicto, el crecimiento de ISIS se fue convirtiendo en un verdadero riesgo para Ankara. Miles de combatientes extranjeros llegaban a Turquía para cruzar a Siria y sumarse a ISIS. Pero también miles de ciudadanos turcos se fueron adhiriendo a las filas de esa organización terrorista, muchos de los cuales operaban desde y contra Ankara. No olvidemos que Turquía sufrió una gran cantidad de ataques terroristas en su propio territorio, incluido el atentado en el aeropuerto de Estambul en 2016.
6. Estos factores fueron poco a poco moviendo la meta inicial de Turquía, que era la derrota de Assad, hacia objetivos mucho más pragmáticos como lo son la estabilidad o el regreso de los refugiados a su país de origen. Por tanto, ya desde hace varios años, Turquía ha entendido que tiene que negociar con Rusia y con Irán en la búsqueda de esos objetivos.
7. Ahora bien, desde la Primavera Árabe, fue creciendo la rivalidad entre dos campos en el mundo del islam sunita. En un bando, están Qatar y Turquía, y en el otro están Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y otros aliados del Golfo, además de Egipto. Esta rivalidad se ha manifestado de distintas formas. Por ejemplo, Turquía y Qatar apoyan a distintas milicias y partidos islamistas en la región, lo que les llevó a respaldar a la Hermandad Musulmana en países como Egipto. No obstante, el gobierno actual en El Cairo está comandado justamente por quienes derrocaron a un hermano musulmán, Morsi, y quienes han declarado a la Hermandad Musulmana como grupo terrorista. Esto no solo enfrenta a Turquía con Egipto, sino con todos sus aliados como lo son Arabia Saudita y EAU.
8. Asimismo, a lo largo de estos años se fueron descubriendo campos de gas natural en el este del Mediterráneo. Turquía, como es de esperarse, considera que tiene derecho y por tanto aspira a explotar una porción de estos campos, lo que le ha hecho chocar con algunos de los países que le rivalizan, precisamente como Egipto, además de otros viejos rivales como Grecia y Chipre. Esta disputa por el gas se trasladó nada menos que a la guerra en Libia, país que tiene una gran costa mediterránea.
9. En la guerra civil libia, Qatar y Turquía ya apoyaban al gobierno reconocido por la ONU, el Gobierno del Acuerdo Nacional (GNA), cuya composición mayoritaria es de islamistas, justo los actores que han recibido el respaldo turco y qatarí. Pero el pleito por el gas en el Mediterráneo, empujó a Erdogan a intervenir de manera más directa en ese conflicto. El pasado noviembre, Ankara firmó un tratado de fronteras marítimas con el GNA a fin de asegurar la posibilidad de explotar el gas en varias de las zonas disputadas, y desde entonces ha intensificado su respaldo militar a dicho gobierno frente a los actores que le combaten en esa guerra civil. En cambio, varios de los rivales de Turquía como Egipto, Rusia y Emiratos Árabes Unidos o Francia, están apoyando militarmente al bando contrario en la guerra, el del General Haftar. Adicionalmente, para contrarrestar el acuerdo marítimo entre Ankara y el GNA, Egipto y Grecia firmaron hace poco su propio convenio de fronteras marítimas. Por tanto, Libia se convierte al mismo tiempo en un escenario adicional para competir por el gas natural del Mediterráneo, y en un plano más de la confrontación entre Turquía y las potencias con las que rivaliza.
10. Visto todo ese panorama entonces, se puede entender mejor el involucramiento turco en el conflicto de Armenia-Azerbaiyán. Turquía apoya a Azerbaiyán no solamente porque se trata de un país musulmán, o por sus añejas rivalidades con Armenia, sino porque el Cáucaso se ha convertido en uno más de los territorios en los que las potencias compiten por influencia y recursos. Al no únicamente respaldar políticamente, sino incluso empujar a Aliyev para que recupere el territorio que perdió en los años 90, y otorgarle apoyo militar, Turquía se enfrenta con Rusia, quien tiene un pacto de defensa mutua con Armenia y una base militar en ese país, así como con otros como Francia, quienes también apoyan a Armenia.
11. En suma, para entender el papel que Turquía está jugando en muy diversos conflictos y disputas en toda su región, se necesita analizar una compleja combinación de elementos que incluyen los factores económicos y políticos que tienen lugar en la propia Turquía, los muy elevados riesgos y amenazas que Ankara tiene que enfrentar a causa de la inestabilidad regional, así como las aspiraciones turcas de expandir su esfera de influencia y la competencia que esto genera con otras potencias regionales y globales.
Analista internacional.
Twitter: @maurimm