Hace un año, tuve oportunidad de escuchar al ministro exterior de la India S. Jaishankar en un foro internacional. Entre su discurso, las preguntas de una audiencia muy especializada y sus contundentes respuestas, a ratos parecía incómodo. Se percibía en él un sentimiento de que su país no es bien comprendido en Occidente. “Por supuesto que la guerra en Ucrania nos impacta, de eso no cabe la menor duda”, nos decía, “lo notamos desde el alza de los combustibles hasta el alza en los alimentos; son temas globales de alto impacto”, como diciéndonos “no crean que no entiendo lo que me quieren decir”. “Lo que pasa”, seguía, palabras más, palabras menos, “es que ustedes en Europa sienten que cuando ocurre una crisis en su continente, esa crisis significa lo mismo para ustedes que para países como el mío, y eso es impreciso. Nosotros tenemos muchísimos otros problemas, y muchos asuntos a los que ustedes no siempre ponen atención. Y, por tanto, nuestras decisiones se basan en intereses que ustedes no siempre comprenden”. En esa línea iban sus respuestas cuando se le cuestionaba acerca de la neutralidad que ha elegido Nueva Delhi en cuanto a la guerra en Ucrania, o bien, su decisión de llevar sus compras de petróleo ruso a niveles históricos. Aprovecho la visita del primer ministro indio a Washington para comentar ese y otros asuntos relacionados.

Estamos hablando de un encuentro oficial entre el primer ministro indio, Narendra Modi, Joe Biden y otros importantes actores en EU, que está ocurriendo estos días, para “fortalecer la industria de defensa de la India y reforzar los lazos de defensa entre Estados Unidos e India”. Se trata apenas de la tercera visita de Estado en la historia de un primer ministro indio a EU, y la primera desde que el primer ministro Singh efectuara a ese país en 2009.

Adicionalmente, es una visita que ha sido preparada con mucha antelación. El secretario de defensa de EU, Lloyd Austin y el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan, estuvieron ambos en la India previamente este mes, sellando acuerdos para la adquisición y producción conjunta de material militar, incluyendo vehículos aéreos no tripulados y motores de aviones, entre otros.

Varios temas de contexto para comprender la relevancia de estos encuentros:

1. India sigue siendo un crucial importador de armas rusas y más recientemente elevó sus compras de petróleo ruso barato a niveles históricos. El NYT publicó ayer una serie de gráficas que lo explican: “Además de impulsar la economía de India, el petróleo barato de Rusia ha brindado a India un lucrativo negocio al refinar ese crudo y exportar los productos a otras regiones que repentinamente pueden necesitar suministros de energía fresca. Esto incluye a la Unión Europea, que ha prohibido las compras directas de petróleo a Rusia”. De hecho, India está hoy comprando la mitad del petróleo que Rusia exporta por mar. Gracias a ello, además de las importaciones chinas del petróleo ruso, Moscú hoy vende más petróleo que el que vendía antes de la guerra.

2. India ha optado por abstenerse de condenar la intervención rusa a Ucrania y se ha negado a participar de las sanciones internacionales contra Moscú, pues en su interés

prevalece la necesidad de conservar sus vínculos con el Kremlin. Para India, la relación con Moscú sigue siendo importante, no solamente por las armas y el petróleo, sino como un contrapeso estratégico, una especie de triángulo, al respecto de China.

3. La justificación india para sus decisiones, va en la línea de lo que nos contaba el ministro exterior hace un año: Nueva Delhi tiene una infinita cantidad de problemas, y no quiere verse capturada por el conflicto Rusia-Occidente, sino asegurar que cada decisión tomada se encamina a atender sus verdaderas prioridades, así como las de su población. S. Jaishankar nos decía cosas como: “Y si nos ofrecen petróleo barato y eso nos es útil, ¿por qué no lo vamos a comprar? Nuestra cuantiosa población tiene necesidades que está en nuestro interés prioritario cubrir”.

4. Adicionalmente, India forma parte de los BRICS (junto con Brasil, Rusia, China y Sudáfrica) y si algo se comparte en esta asociación, es una visión multipolar del planeta que no puede ni debe ser secuestrada por la bipolaridad “Occidente-contra-el-resto”.

5. Mucho más en línea con sus intereses estratégicos, la India busca hacer frente a su competencia, rivalidad y conflictividad con China. No solo se trata de dos gigantes geopolíticos que compiten por espacios de influencia en su esfera asiática, sino de dos rivales nuclearmente armado que siguen teniendo fronteras en disputa y otros asuntos que les hacen chocar.

En junio de 2020, por ejemplo, se produjo un enfrentamiento (uno de tantos) en el valle de Galwan a lo largo de la frontera del Himalaya, en el que murieron al menos cuatro soldados chinos y 20 soldados indios. Desde entonces, India y China han buscado evitar confrontaciones y desescalar sus tensiones fronterizas. Sin embargo, se siguen produciendo choques esporádicos; el más reciente en diciembre de 2022 en el estado indio de Arunachal Pradesh. Por si eso no basta, ambos países bloquearon su mutuo acceso a medios expulsando a periodistas del otro país, o negando las visas a dichos periodistas (Rane, 2023).

6. En ese sentido, India forma parte del grupo Cuadrilateral de naciones (el Quad), junto con Estados Unidos, Japón y Australia, que busca establecer un contrapeso económico y de seguridad ante China.

El resumen es este:

a. En la relación Washington-Delhi hay una complejidad de componentes coexistiendo a la vez. Por un lado, la administración Biden se encuentra altamente frustrada por la posición india respecto a Rusia y su intervención en Ucrania, además de que sigue presionando para que Modi no continúe ofreciendo tanques de oxígeno a Moscú para alimentar su guerra.

b. Adicionalmente, Biden entra a la Casa Blanca con una promesa de impulsar los derechos humanos en el mundo, y Washington se muestra exasperada con el récord que presenta el gobierno de Modi en esa materia, especialmente por temas como el nacionalismo hindú, o los derechos de las minorías musulmanas en India, o bien, temas relativos a la libertad de expresión.

c. Al mismo tiempo, sin embargo, India es un socio estratégico para Washington en términos de su propia confrontación con China, y es indispensable para Biden tener a Modi cerca. Este es, quizás, el meollo de la visita que termina hoy.

Podríamos decir, como indica Raja Mohan en Foreign Policy, que ambas potencias están hoy en día privilegiando sus intereses, no la ideología. Y en el interés de ambas se encuentra mantener una absoluta cercanía para las cuestiones asiáticas, y quizás encontrar formas para reducir la dependencia que hoy sigue teniendo India de Rusia.

Por ello, Estados Unidos ha buscado apoyar los esfuerzos de la India para fortalecer su industria de defensa y diversificar sus fuentes extranjeras de armas y material bélico. En ese sentido, lo que EU entiende como un potencial movimiento en la posición india al respecto de Rusia, es más bien visto por Delhi como las ventajas de procurar una mayor autonomía en su industria de defensa y sus intereses nacionales. Esto no se conseguirá, por supuesto, en poco tiempo, pero se está tejiendo una importante cantidad de pactos que fortalecerán dicha industria.

Estamos presenciando, por tanto, una gran apuesta que podría tener repercusiones globales para efectos de la relación entre la máxima potencia y el país que ya es el más poblado del planeta.

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