El enojo de Francia y la crisis diplomática ocasionada por la cancelación de una compra de submarinos es un tema muy importante, pero no es el único tema relacionado con el pacto de defensa y alianza estratégica que sellaron Estados Unidos, Reino Unido (RU) y Australia (llamado AUKUS por sus siglas en inglés). Probablemente, por encima de todo, está la decisión de Biden de exhibir su determinación en la confrontación EU-China y proyectar poder en esa zona del mundo, aún al costo de fracturas potenciales en la otra importante alianza que Washington ha tejido a lo largo de décadas, la alianza atlántica. El mensaje transmitido es múltiple e incluye la voluntad estadounidense de ir adelante con lo que considera prioritario. Además, los tiempos importan. Esto ocurre precisamente a pocas semanas del fiasco de Afganistán y las debilidades que ese asunto exhibió respecto a la inteligencia, la determinación y la operación de Estados Unidos para finalizar la guerra más larga de su historia. En estas líneas revisamos algunos de los aspectos que incluye el mensaje que Biden está buscando comunicar.

Primero, la ira de Francia está fundamentada sobre todo en la oscuridad en la que se le mantuvo acerca del pacto hasta pocas horas antes de su anuncio. Está por supuesto el comprensible enfado por la cancelación de una compra-venta de 66 mil millones de dólares—negociada durante varios años y ya considerada en los presupuestos—mediante la que Australia recibiría submarinos de propulsión convencional por parte de Paris. Ahora Australia acuerda un nuevo trato con Washington y Londres para adquirir submarinos, pero de propulsión nuclear. Independientemente de la venta cancelada, Macron está protestando tanto las formas—Francia tuvo múltiples reuniones al más alto nivel con EU y con Australia a lo largo de estos meses y no le dieron siquiera una seña—como el fondo: la disposición estadounidense a sacrificar una pieza fundamental de su relación estratégica con Europa y de su alianza atlántica —la confianza—todo con tal de voltear hacia la región y la confrontación que hoy le es más prioritaria, Asia. Al final, dice un editorial de Le Monde, sin importar quién esté en la Casa Blanca, Trump o Biden, la política exterior de Washington parece siempre basarse en “ Estados Unidos primero que nadie”. En la cada vez más candente dinámica conflictiva que la superpotencia tiene con Beijing, los hechos dicen que Australia parece ser bastante más relevante que Francia y que Europa entera. La decisión de Paris ha sido no permitir a EU minimizar la crisis diplomática , y elevar, hasta donde sea posible, el costo para Biden por esta “traición” y “cuchillo por la espalda” como dijo un alto funcionario francés, más allá de la flagrante fractura en las relaciones franco-inglesas que este asunto ha sacado a la luz.

Segundo, esos son precisamente parte de los componentes del mensaje que Washington quiere enviar a Beijing. Biden está dispuesto a pagar los costos de vulnerar su relación con un aliado tan importante como Francia, pilar europeo y de la OTAN (e incluso las implicaciones que ello pudiera tener en el futuro, independientemente de que Washington intente contenerlas), con tal de orientar su política de defensa hacia la zona en donde más eficacia piensa Washington que puede tener. Para Estados Unidos, lo que está pasando en el fondo es que sus aliados europeos tienen visiones más moderadas respecto a lo que debe ocurrir con la relación Occidente-China , lo cual les hace comportarse más tibiamente con Beijing. Desde su óptica, temas como la creciente expansión china en sus mares

colindantes, las acciones emprendidas por Beijing que vulneran el estatus de relativa autonomía de Hong Kong o el continuo acoso militar sobre Taiwán, deben ser confrontados de una manera mucho más firme, para lo cual la alianza atlántica no tiene ni la capacidad ni la voluntad de actuar. Entre otras cosas, substituir una compra de submarinos convencionales por una de submarinos nucleares, de un rango mucho más amplio, mucho más silenciosos y difíciles de detectar, era indispensable para sumar a Australia a los patrullajes de esos mares en disputa que China reclama como suyos.

Tercero, la alianza de Washington con Australia no es nueva, ni mucho menos. Sin embargo, lo que estamos viendo es un pacto militar renovado para esa zona del mundo que ahora incorpora a Londres, mostrando que la alianza anterior que incluía a Nueva Zelanda, necesitaba ser actualizada. De manera similar a Europa, Nueva Zelanda ha optado por una mayor independencia y moderación en su trato con Beijing. Existe por otro lado el Quad (el cuarteto) que además de EU y Australia, incluye a la India y Japón. Pero a medida que ha pasado el tiempo, esa asociación se está encaminando hacia objetivos más expandidos que incluyen planteamientos económicos o hasta de salud pública . Por consiguiente, la decisión de conformar el AUKUS es la estrategia de Biden para rejuvenecer su pacto militar con Australia, aprovechando ahora también el momento que vive Londres tras su salida de la Unión Europea y su deseo de ir con Washington de la mano en muy diversos proyectos globales.

Cuarto, imposible ignorar los tiempos de este anuncio, a pocos días del “ efecto Afganistán ”. La toma de Kabul por parte de los talibanes en solo 11 días, las imágenes de la apresurada evacuación, el atentado que mató a 170 civiles afganos y a 13 militares estadounidenses, o incluso, el dron que EU dijo “había prevenido un nuevo atentado” solo para unos días después reconocer que se trató de un lamentabilísimo error que costó la vida de al menos 10 civiles (incluidos 7 niños), son, cada uno de ellos, aspectos leídos muy cuidadosamente por los mayores rivales de Washington en cuanto a sus debilidades en inteligencia y su falta de capacidad y voluntad para operar en sitios lejanos. Biden está claramente buscando que no se haga una interpretación incorrecta de todos esos hechos. Lo que decidió hacer al respecto de Afganistán , ha dicho, no es un abandono o muestra de debilidad, sino una reorientación de prioridades. Por ello, para EU era indispensable mandar un nuevo mensaje de manera veloz: las energías, el presupuesto, la fuerza y la disposición a usar esa fuerza, existen, solo que ahora se enfocan a la rivalidad correcta y con la ayuda de los aliados adecuados.

Hay muchos más aspectos que son imposibles de abordar en un texto como este. Solo tal vez añadir que lo que ha estado haciendo el presidente estadounidense en los pocos meses que lleva en el poder es ir trazando una especie de “ Doctrina Biden ” que lleva un componente ideológico. Estados Unidos, nos dice, está enfrentando a “regímenes antidemocráticos y autoritarios” (como Rusia y China). El pacto con Australia y Reino Unido, según fue anunciado, es la alianza de “tres democracias anglo-marítimas” que han decidido renovar sus lazos para “confrontar al autoritarismo”. El affaire de los submarinos con Francia y el enojo de Macron eran, como vemos, efectos colaterales que, para Washington, había que absorber.

Twitter: @maurimm

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