El desarrollo de la guerra entre Ucrania y Rusia se mantiene enormemente fluido. Considerando lo que comentábamos la semana pasada respecto al tema narrativo y la situación en el campo de batalla, ya es necesario evaluar qué es lo que está pasando del lado ruso en ambos sentidos: por un lado, lo militar, y por el otro, la imponente necesidad de construir una contranarrativa que pueda competir con esta nueva narrativa ucraniana de sorpresa y eficacia, tanto al interior de Rusia como a nivel global. Van unos apuntes relacionados con ambas cosas.

1. Primero, resaltar que la ofensiva ucraniana sobre territorio ruso, si bien avanzando más lentamente, se mantiene. En esta nueva fase del conflicto, Ucrania parece haber logrado una sorpresa estratégica, operativa y táctica, en parte gracias a una estricta seguridad operativa y un uso efectivo de la guerra electrónica (IISS, 2024). Aunque Rusia podría intentar reagrupar sus fuerzas para un contraataque decisivo en la región de Kursk, el nivel de tropas rusas reportado actualmente parece insuficiente. Esto podría jugar a favor de Ucrania, que podría debilitar aún más al ejército ruso al enfrentarlo antes de que esté completamente preparado. Asimismo, se ha observado un incremento de tropas ucranianas en esa zona rusa. Lo que al inicio fueron algunos cientos, posteriormente se convirtió en 2 mil, y luego ya en unas 10 mil tropas respaldadas por otras 10 mil que permanecen abasteciendo y reforzando las líneas. Esto sin duda refleja una apuesta significativa por parte de Kiev, considerando que en el frente del Donbás en Ucrania, su ejército tiene que luchar contra lo que ya era una grandísima superioridad numérica por parte de Rusia.

2. Zelensky ha comunicado que la incursión ucraniana a territorio ruso busca crear una zona de “amortización” para evitar futuros ataques rusos desde esa frontera. Hasta el momento de este escrito, las fuentes de inteligencia abierta han confirmado el control de Ucrania de más de 1,200 kilómetros cuadrados, y más de 90 poblaciones rusas en esa zona, dificultando las posibilidades del ejército ruso para reforzar y reabastecer sus propias tropas.

3. Paralelamente Ucrania ha lanzado una serie de ataques aéreos mediante drones, los cuales representan los ataques con drones de mayor alcance de Ucrania desde su frontera con Rusia. El ataque es notable porque la región de Múrmansk y, específicamente, la península de Kola, alojan algunas de las infraestructuras civiles, militares y nucleares más importantes de Rusia (Rane, 2024).

4. Podríamos concluir que, en lo general, Ucrania está intentando pasar de una posición defensiva a una posición ofensiva, o bien, defenderse mediante el ataque. Lo que se observa, no obstante, es la disposición a correr un riesgo enorme por parte de Kiev—al menos desde la perspectiva militar—que puede operar en sentidos muy distintos, no necesariamente a favor de lo que Ucrania desea o espera.

5. Es decir, si uno de los objetivos de Kiev era que el Kremlin tuviese que desviar su atención y sus recursos desde el este ucraniano hacia la región de Kursk, esto hasta ahora está teniendo un efecto apenas limitado. Por ahora, Rusia se ha mantenido muy enfocada en mantener su ofensiva en dicho frente del este ucraniano. Efectivamente, el ejército ruso ha tenido que replegar unidades desde zonas como Chasiv Yar en Ucrania hacia Kursk. De acuerdo con un reporte de Foreign Policy, lo que en realidad está haciendo el Kremlin es contrarrestar la incursión ucraniana mediante una combinación de soldados recientemente reclutados, voluntarios que se estaban preparando para operar en las retaguardias, y sí, algunas unidades experimentadas que estaban operando en secciones “tranquilas” del frente ucraniano. Esto incluye a marinos rusos que se ubicaban en las regiones de de Kherson o Zaporizhia, en donde no ha habido mayores movimientos en el frente en meses.

6. Hasta el momento de este escrito, sin embargo, Rusia no ha trasladado unidades (o acaso lo ha hecho de manera marginal) del frente más activo: Donetsk. De hecho, el ejército ruso continúa su presión y sus avances en el frente señalado. En los últimos días se reporta progreso ruso en sitios como Niu-York y en el punto crítico de Pokrovsk. Esto exhibe los riesgos que Ucrania está decidiendo correr con su incursión a Rusia. Por ejemplo, la zona de Niu-York representaba el último bastión en Donbás en el que Ucrania había logrado sostener sus posiciones de lo que era la antigua línea del frente contra las fuerzas separatistas de la insurrección del 2014. Perder esa posición corre el riesgo de lograr para Rusia una concatenación de avances acelerados en esos sitios, similar al progreso que Rusia consiguió después de capturar Avdiivka en febrero (Rane, 2024).

7. The Economist por su parte señala que, a pesar de sus retrasos y dificultades logísticas, hay evidencia de la intensificación de la respuesta rusa en la región de Kursk, según reportan los soldados ucranianos. Esto se debe a que, a medida que Ucrania ha extendido el control de zonas en Rusia, en esa medida las tropas ucranianas se encuentran más expuestas y sus posiciones se vuelven más complicadas de recibir el abastecimiento y respaldo desde Ucrania.

8. Esto entonces plantea un escenario en donde ambos ejércitos se mantienen presionando sus respectivas líneas de ataque apostando por que sus defensas logren detener esas presiones en cada uno de ambos frentes—Kursk de un lado y Donetsk del otro—o bien, alguno de los dos ejércitos tenga que ceder eventualmente, parar o pausar sus ofensivas, y enfocarse más en defenderse. Este es el punto en el que actualmente nos encontramos.

9. Mientras tanto, podemos hablar del otro campo de batalla, el narrativo. Ucrania, sin duda, sigue cosechando victorias en este terreno. En toda clase de medios en Occidente se habla acerca de cómo la “imprevista” invasión ucraniana sobre Kursk ha “expuesto” las fallas en inteligencia y logística de Rusia (una vez más en esta larga historia desde el 2022). Pero también se habla acerca de la escasez de reservas rusas que se encuentran listas para el combate para pelear en una guerra tan larga en un frente así de amplio.

10. Del lado ruso, hacía ya varios meses en que Putin se mantenía comunicando el mensaje de la invencibilidad de esa superpotencia. La historia nos ha enseñado, nos decía, que, a pesar de los tropiezos y obstáculos, una superpotencia como Rusia siempre termina por adaptarse, recuperarse y vencer. La sorpresiva irrupción de Ucrania en territorio ruso, además de exhibir las vulnerabilidades señaladas, viene a generar un shock justo en el corazón de esa narrativa de Putin. Para Zelensky es claro, según lo comunica en la semana, que, si Kiev recibe los respaldos correspondientes, y si se le permite pelear la guerra como ellos necesitan pelearla (como, por ejemplo, atacar territorio ruso cuando y como sea necesario), entonces Ucrania puede vencer.

11. No obstante, hay varios temas que considerar. Como explica Alexei Covalev (2024), después de años de propaganda, y tras el éxito que Putin ha tenido en convencer a su población al respecto de sus relatos históricos y presentes, es difícil que la actual ofensiva ucraniana realmente tenga un efecto político negativo para el Kremlin en estos momentos. Las agencias en Rusia como Tass, sí hablan de las pérdidas de su ejército, pero resaltan las victorias conseguidas y los riesgos que Kiev está corriendo. Los blogueros militares, que se han convertido en una fuente no solo para entender lo que pasa en el frente, sino acerca de las críticas al ejército ruso, están reportando ampliamente lo que sucede, pero enfrentan una gran censura por parte del Kremlin y han entendido que, si cruzan ciertas líneas rojas, pueden pagar con su libertad e incluso su vida. Por último, la incursión ucraniana sobre Kursk, se ajusta muy bien precisamente al relato de Putin: al final, Ucrania no es sino una “plataforma mediante la cual Occidente busca no solo contener a Rusia, sino incluso arrebatarle territorio y poder”. El resultado, dice Covalev, es un “encogimiento de hombros colectivo” por parte de la sociedad rusa.

12. No obstante, y una vez más en la historia de esta guerra, Putin va a necesitar velozmente contrarrestar la narrativa que se está construyendo acerca de las vulnerabilidades rusas y acerca de la factibilidad de su derrota. Ya hemos explicado que Rusia no solo enfrenta lo que ocurre en Ucrania, sino, como superpotencia que es, resulta impactada en toda su capacidad para proyectar poder hacia afuera. En otros momentos, las tácticas de Moscú incluyeron elementos como movilizaciones masivas (comunicando que Rusia cuenta con recursos humanos inagotables), anexar territorios ucranianos buscando elevar el costo de los ataques por parte de Kiev, ofensivas diplomáticas para conseguir cierres de filas por parte de aliados y socios, y por supuesto, el uso de la retórica nuclear y las amenazas militares contra Washington y sus aliados de la OTAN.

Seguiremos observando. Sin embargo, una vez más resaltamos que en el largo plazo, una guerra prolongada como esta, es enormemente fluida, y sus desenlaces dependen de muchos factores que hoy no están del todo a la vista. Hablar de un “vuelco definitivo” en la guerra a favor de Ucrania como ya se hace en muchos medios, es algo que solo podría determinarse tras entender factores como la capacidad real que tendrá Kiev para sostener esa zona de “amortización” en Rusia, la capacidad del ejército ruso para defender esa región y para seguir presionando en el Donbás y en otras zonas de Ucrania, pero también otros como la capacidad industrial y económica de los actores para sostener la guerra en el largo plazo así como los respaldos internacionales con los que puedan contar. Para poder evaluar todo lo anterior, falta tiempo y también la claridad que el ruido de los eventos no nos permite del todo vislumbrar.

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