Mauricio Meschoulam

Más allá del discurso: El impacto de las narrativas en la construcción del conflicto

Articulista Mauricio Meschoulam. Foto: EL UNIVERSAL
10/09/2024 |00:54
Mauricio Meschoulam
autor de OpiniónVer perfil

Somos seres de historias múltiples. Nos gusta vivirlas, y, sobre todo, nos gusta narrarlas. Nos gusta creer en ellas, nos gusta soñar con ellas y tejemos nuestras vidas en torno a esas historias que creemos, narramos, y aspiramos a vivir. Somos las historias que contamos (CNCR, 2018). A veces, sin embargo, hay historias que nosotros no creamos, que nos atrapan, nos envuelven y nos afectan negativa e inescapablemente. A veces chocamos con otras personas o grupos sociales por esas historias, en las que creemos, pero que nosotros no creamos. A veces esos conflictos resultan en violencia, y no poca. Discurso, lenguaje y narrativa no significan lo mismo, aunque hoy en día la palabra “narrativa” se emplea frecuentemente para referirse a casi a cualquier lenguaje o discurso expresado. Es verdad que toda narrativa forma parte de algún tipo de discurso, y es verdad también que los discursos proyectan narrativas comúnmente cargadas de intensidad y emociones. Pero entender las distinciones importa no solo por mero interés, sino porque hay temas como las negociaciones, la resolución de conflictos, o el trabajo con entornos altamente polarizados que requieren un sofisticado conocimiento de cómo esas narrativas se construyen histórica y socialmente y cómo impactan en los valores, las normas, las conductas y las decisiones de individuos y colectividades enteras.

1. Narrativa. De acuerdo con el Instituto para las Transiciones Integrales (IFIT), un centro de pensamiento con el que colaboro, “una narrativa es un sistema de historias que ayuda a las personas a dar sentido a sus experiencias y a crear una visión coherente del mundo. En función de la información, los acontecimientos y el entorno al que estamos expuestos a lo largo de nuestras vidas, las narrativas a las que nos suscribimos suelen parecer de sentido común. Sin embargo, inconscientemente, éstas dan forma a nuestra comprensión de nosotros mismos en la sociedad, incluidas nuestras creencias sobre la identidad, la comunidad, la pertenencia a un grupo y las relaciones con los ‘otros’. La narrativa, a su vez, guía la forma en que los miembros de diferentes grupos sociales se relacionan entre sí y se movilizan para la acción social y política. Dependiendo de cómo se utilicen, las narrativas contribuyen a profundizar o mitigar los conflictos que seguramente surgirán entre los grupos con el paso del tiempo”.

2. Discurso. Mi querida exmaestra Julieta Haidar, ofrece lo que concibe como una definición compleja y operativa de discurso. Confluyendo en diversos aspectos con la escuela francesa, define al discurso como una práctica social peculiar, que se encuentra relacionada con las condiciones de producción, circulación y recepción, que consiste en un conjunto transoracional. Es decir, se supera la oración como unidad analítica, y debe ser abordado desde diversos ángulos a partir de una visión transdisciplinaria (Haidar, 2000). Así, la disciplina conocida como Análisis del Discurso, surge como una necesidad de entender de manera más profunda la complejidad de las condiciones de producción, circulación y recepción del sentido. Podemos ubicarla como parte de las ciencias del lenguaje, pero si pretendemos comprender el contenido, las condiciones bajo las cuales este contenido se origina, cómo y qué es lo que se transmite, y a quién se le transmite y bajo qué circunstancias, veremos entonces que es necesario trascender a dichas ciencias del lenguaje.

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3. Ahora bien, lo que caracteriza a una narrativa es que está formada por historias en movimiento: hay una sucesión de hechos o eventos que evolucionan en el tiempo, que tienen tramas, personajes que son héroes o villanos, protagonistas, antagonistas, co-protagonistas, laterales o marginales, cada uno con carácter y emociones fuertes.

4. A veces es posible, mediante un análisis de discurso, identificar en dónde o cómo operan esas narrativas, pero para ello se necesita identificar con claridad a esas historias en movimiento, identificar en dónde se posicionan los personajes de esas historias, cómo trabajan las emociones, y cómo se narra la trama de esas historias. La trama incluye elementos como: la introducción (el momento en el que se presenta a los personajes), el planteamiento de la situación inicial, luego, el conflicto representado en un problema o reto que mueve a la acción. De ahí el arco narrativo se mueve hacia un clímax o punto culminante y finalmente hacia un desenlace. Estos elementos están todos presentes en toda narrativa, a veces de manera explícita y otras implícita (CNCR, 2018).

5. La narrativa de la conspiración en contra de Trump, por ejemplo, no es simplemente una denuncia de fraude electoral, sino un sistema de historias que empiezan muy atrás en el tiempo, historias que exhiben a una serie de personajes que trabajan en su contra y buscan eliminarlo de la escena política en su país desde hace años, desde que “manipularon el sistema electoral en 2016” para intentar no reconocerle su victoria contra Hilary Clinton (aunque no lo lograron), que posteriormente le crearon una fiscalía especial para investigarlo, luego un juicio de “Impeachment” para destituirlo, otro fraude electoral ya en 2020, un nuevo “Impeachment”, y por último una serie de cargos criminales y juicios en su contra.

6. Esas historias, como vemos, se mueven en el tiempo, se conectan entre sí, incluyen una trama compleja con víctimas y victimarios, y son narradas con una enorme intensidad emocional que busca producir sentido, empatía, e impactar en la toma de decisiones de las personas que escuchan y creen en lo que es relatado, algunas de quienes están dispuestas incluso a llegar a la violencia por defender esas creencias.

7. Por más que cueste trabajo el aceptarlo, una vez que una narrativa tan poderosa cobra vida propia, va a buscar sobrevivir de manera orgánica. Pretender simplemente negarla o aplastarla porque es “incorrecta” o “falsa” y porque “no existe evidencia” para respaldarla, no termina con esa narrativa. El determinar que una narrativa es incorrecta o falsa quizás puede funcionar para temas legales, jurídicos o de arbitraje, en donde un tribunal o juez tiene que valorar esa evidencia y dictar un fallo al respecto. También es común que las narrativas dominantes se impongan sobre narrativas secundarias o menos visibles y las intenten enterrar o domar (a veces a través del uso de la violencia y el poder). Sin embargo, para efectos de temas como la conflictividad social, la negociación, el trabajo colaborativo o la construcción de paz, es indispensable entender que por más que una narrativa pueda parecer a una de las partes como falsa o sin sentido, el trabajo no en contra de, sino con esa narrativa, se vuelve necesario. De otro modo, buscando sobrevivir, esas narrativas ocluidas, aplastadas o dominadas, tienden a retornar, a veces después de muchos años, pero frecuentemente con fuerza.

8. No busco en este texto simplificar algo que de simple no tiene nada. Se puede cuestionar—y es perfectamente válido—el tener que trabajar con narrativas como la del fraude electoral contra Trump, o, pensando en un caso actual, con la narrativa del chavismo y la supuesta “victoria” de Maduro en Venezuela, o con la narrativa que cuentan los talibanes acerca de Afganistán (en ese último caso se puede observar cómo funciona una narrativa que regresa con fuerza después de 20 años de guerra). La cuestión es que hay situaciones en las que dialogar, negociar o colaborar con actores con cuya narrativa no estamos de acuerdo, se vuelve indispensable si es que se pretende avanzar pragmáticamente en asuntos cruciales para beneficio de las poblaciones o para otros actores políticos. Para esos casos, se necesita un análisis narrativo mucho más complejo que el que a veces efectuamos.

9. Ese es el punto en el que analizar discurso y analizar narrativa se tornan temas relacionados, pero no idénticos. Analizar una narrativa supone un trabajo muy cercano a la literatura, se necesita entender más acerca de las precuelas, las secuelas, las “otras” historias derivadas de nuestra historia mayor, se requiere entender cómo es que ese sistema de historias se ha construido histórica y socialmente, cómo ha evolucionado en el tiempo, cuál ha sido la trama o las tramas que se conectan, cuáles son los personajes que la componen, cómo se posicionan e interactúan entre ellos, qué otros personajes hay en esas historias, cómo se comportan en relación con los protagonistas o antagonistas.

10. Al mismo tiempo, de acuerdo con el planteamiento de IFIT, se necesita revisar con detalle cuáles son las raíces que alimentan a esas narrativas. ¿Qué es lo que social y psicológicamente más tiene valor para los personajes de esas historias? ¿Cuál es su búsqueda? ¿Su misión? ¿Por qué y para qué viven y trabajan los personajes ubicados en los relatos? Y luego, las ramas del árbol, o lo que de esas narrativas se deriva: ¿cómo es que esas narrativas impulsan decisiones, políticas y acciones concretas?

11. Lo interesante es que, cuando se hace ese trabajo, no siempre, pero a veces, se ilumina un panorama bastante más complejo en el que aparecen valores, temas, lenguaje, e incluso políticas en las que las partes enfrentadas pueden, de pronto, ponerse de acuerdo sin intentar negarse mutuamente.

12. Independientemente de que esto último pueda tener éxito para producir acuerdos parciales o algún nivel mayor de colaboración entre distintos actores, para quienes efectuamos el análisis de asuntos nacionales o internacionales, termina siendo cada vez más importante el entender cómo operan los sistemas narrativos en un entorno de comunicaciones como el actual, en donde la información que es considerada falsa viaja mucho más rápido, llega más lejos y más hondo que la que llamamos información verdadera; un ecosistema en el que lo que “es verdad” parece importar cada vez menos, cuando se le compara con lo que “sentimos que es verdad” o lo que “nos parece” verdad, y que por tanto ofrece un entorno ideal para que determinados actores impulsen líneas narrativas al servicio de sus agendas. Porque independientemente de que ellos en lo personal crean o no crean en esas narrativas, son muy eficaces para conectar emocionalmente con millones de personas que sí resultan inspiradas por éstas.

(Sobre el trabajo de IFIT puede acceder al centro de herramientas narrativas para la construcción de paz en este link ).

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