En todo el planeta hay cosas sucediendo más allá de los temas que han acaparado la agenda en los últimos años. Hace tiempo que observamos que hay asuntos que no parecen merecer la atención suficiente de una gran cantidad de medios y redes. No es que estos temas no sean cubiertos, sí lo son, pero su cobertura es comparativamente desequilibrada. Es natural que, con la crisis humanitaria en Gaza, con la cantidad de víctimas inocentes por ese conflicto, o bien, por la cantidad de atención, recursos humanos y económicos, que países como EU están destinando a ese asunto en particular, o también a Ucrania, esos temas concentren los reflectores. Pero un conflicto como Sudán, solo por poner un caso, que también está ocasionando cientos de miles de víctimas inocentes, desplazamiento forzado e incluso indicios que apuntan hacia un nuevo genocidio en Darfur parece no suscitar la misma atención. O bien, está el caso de Afganistán que mereció una cobertura casi sin precedentes cuando, en 2021, EU y la OTAN replegaron a sus tropas del país, pero que posteriormente, a pesar de las violaciones a los derechos de las niñas y las mujeres, o los derechos humanos en general, se “desinfló” en medios y redes, y hoy se encuentra casi completamente fuera del foco. En el centro que dirijo nos mantenemos monitoreando cotidianamente este tipo de temas, estén o no estén en medios. Hoy comparto apenas unas notas al respecto de tres de ellos: Afganistán Sudán y Myanmar.

Afganistán

1. Han pasado ya tres años desde el repliegue estadounidense y de la OTAN de Kabul, y la situación en ese país sigue siendo enormemente delicada. Quizás en ciertos espacios de discusión, incluso al interior de Afganistán, había expectativa de que los talibanes se comportaran de maneras más pragmáticas y moderadas. La realidad es que el movimiento talibán es un complejo mosaico de posiciones y que, con el correr de estos años sí hay rubros en los que es posible observar ese pragmatismo, pero no en todos. Los derechos de las niñas, las mujeres, las minorías, y de aquellas personas o grupos que fueron valorados como colaboradores de EU y sus aliados, han sido fuertemente vulnerados.

2. Adicionalmente, como siempre explicamos, los posicionamientos y conductas de las superpotencias globales y las potencias regionales, importan.

3. Para ser claros, si se acepta que son los talibanes quienes terminaron por tomar Kabul, la pregunta de siempre es, si se quiere beneficiar a la población y avanzar en temas como el combate al terrorismo, ¿qué resulta mejor: aislar a ese gobierno o negociar con él?

4. China fue el primer país en aceptar a un embajador talibán después de que el grupo retomara el poder en 2021. Varios países del Consejo de Cooperación del Golfo, como Arabia Saudita y Qatar, han comenzado un proceso de "normalización gradual" con los talibanes. Aunque los Emiratos Árabes Unidos (EAU) habían desplegado tropas como parte de las fuerzas de coalición para combatir a los talibanes en Afganistán, esto no ha impedido el paulatino fortalecimiento de sus relaciones en la actualidad (Rane, 2024). Hace unos días, EAU aceptó ya también de manera formal a un embajador talibán en su país. Adicionalmente, los talibanes acaban de participar en una reunión formal dirigida por la ONU en Doha y hace algunas semanas, Rusia, quien sí negocia con los talibanes, aunque aún no reconoce formalmente a su gobierno, propuso ya removerles de las listas de organizaciones terroristas en el mundo.

5. A pesar de todo ello, la filial afgana de ISIS se ha mantenido creciendo, amenazando no solo a los talibanes, sino también a otros países de la región y del globo. Asimismo, las relaciones entre los talibanes y Pakistán se mantienen tensas a raíz del apoyo de Kabul al grupo de talibanes paquistaníes que mantienen una insurgencia y ataques terroristas en Pakistán. Así, el dilema para EU sigue siendo: ¿cómo mantener un equilibrio para presionar a favor de la agenda de derechos humanos en Afganistán, y al mismo tiempo, cooperar con Kabul para avanzar temas humanitarios y también en temas de terrorismo?

Sudán

1. Como recordatorio, el más reciente conflicto en Sudán, el tercer país de mayor dimensión geográfica en África, comenzó a mediados de abril del 2023. Se trata de un choque entre el ejército, liderado por el general Abdel-Fatah al-Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), una milicia paramilitar comandada por el general Mohammed Hamdan Dagalo.

2. Desde las primeras semanas del conflicto la crisis humanitaria en ese país se fue convirtiendo en una de las más graves del mundo. Además de las decenas de miles de muertes y personas heridas, la guerra ha devastado áreas civiles, incluyendo la capital, Jartum, y en Darfur, se acusa a la RSF y sus aliados de limpieza étnica, aunque por supuesto, éstas lo niegan. El conflicto ha provocado que Sudán tenga el mayor número de desplazados internos a nivel mundial, con alrededor de 10.7 millones de personas que han huido de sus hogares, de las cuales 7.9 millones lo hicieron durante la guerra actual. Además, 2.3 millones han cruzado a países vecinos como Chad, Sudán del Sur y Egipto. La situación sanitaria es crítica, con solo una cuarta parte de las instalaciones de salud operativas en las zonas más afectadas y casi 15 millones de personas necesitando asistencia urgente para sobrevivir.

3. Todas las negociaciones de paz mediadas por actores como Estados Unidos y Arabia Saudita han terminado por caer. Se han declarado decenas de ceses al fuego durante el conflicto, pero uno a uno de esos ceses ha colapsado. Las fuerzas del ejército son más numerosas, pero la capacidad de lucha callejera de ese ejército es limitada, mientras que las unidades ágiles de las RSF han ocupado áreas extensas de Jartum.

4. Hace apenas unos días el líder militar, Burhan, rechazó “cualquier diálogo con las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF)” tras acusarlas de un ataque con drones que casi lo alcanza en el este del país. Aunque EU sigue invitando a ambas partes a conversaciones de paz en Ginebra, Burhan insiste en que cualquier iniciativa debe reconocer a su gobierno como legítimo. Ambas partes han sido acusadas de crímenes de guerra, incluyendo el ataque deliberado a civiles y el bloqueo de ayuda humanitaria.

4. Por último, la posición geográfica y los recursos naturales de Sudán, como el Nilo y sus minas de oro, lo convierten en un actor clave en la geopolítica regional, atrayendo el interés de países como Egipto, Arabia Saudita, EAU e Irán. En el conflicto actual, EAU apoya a las RSF, lideradas por Hamdan, debido a sus vínculos económicos y políticos, mientras que Egipto respalda al ejército de Sudán bajo el mando de Burhan, considerando al país un bastión estratégico. Esta situación refleja una compleja red de alianzas y rivalidades, donde actores como el grupo ruso de contratistas militares privados Wagner y el líder libio Khalifa Haftar también jugaron inicialmente roles significativos por su apoyo a las RSF. Para complejizar esta situación, no obstante, ahora vemos que Moscú también está tejiendo vínculos con la facción rival, el ejército liderado por Burhan.

5. Así que más allá de intentar comprender esas conductas de potencias globales o regionales, lo que se necesita registrar es la relevancia política que es asignada a este país y los intereses económicos y geopolíticos que se tejen en torno a ella.

Myanmar

1. El golpe militar en Myanmar en febrero de 2021, liderado por el ejército conocido como Tatmadaw, desencadenó una ola de protestas masivas y una fuerte represión. A pesar de la apertura política previa, el ejército se ha mantenido como una fuerza dominante, utilizando la pandemia y la rivalidad geopolítica entre Estados Unidos, China y Rusia a su favor. Mientras que Washington respondió con sanciones limitadas, el Tatmadaw fue intensificando la represión, sintiéndose respaldado por Beijing y Moscú. Esto fue radicalizando a sectores de la sociedad, con algunos grupos étnicos y manifestantes recurriendo a la violencia, lo que terminó por traducirse en una prolongada y amplia guerra civil.

2. Así, este conflicto que ya dura cuatro años, ha causado miles de muertes civiles y ha desplazado a más de tres millones de personas. Sin embargo, desde el golpe de estado en 2021, el ejército no ha logrado consolidar su autoridad, y ha sufrido considerables derrotas ante fuerzas opositoras. La realidad actual es que el país se encuentra fragmentado, con amplias áreas bajo control de grupos armados étnicos que están formando estados autónomos. Aunque esto reduce la posibilidad de construir una unión federal, también podría evitar un colapso catastrófico. Horsey argumenta, en Foreign Affairs, que la comunidad internacional necesita aceptar esta realidad y trabajar con estos grupos para ofrecer asistencia humanitaria y de desarrollo. Solo para ejemplificar, la guerra civil está catapultando la producción de droga y las redes de narcotráfico en la zona.

3. Aún así, la dimensión internacional del conflicto necesita complejizarse. Hace apenas unos días China—quien ha decidido establecer vínculos tanto con la junta militar como con varios grupos rebeldes y quien mantiene una elevada preocupación por la expansión el conflicto a sus fronteras—llevó a cabo ejercicios militares cerca de Myanmar empleando fuego vivo buscando con ello mandar un mensaje de presión a la junta para que modere sus posturas y se encamine ya hacia negociaciones serias.

En fin, hay mucho más que decir sobre estos temas, y sobre muchos otros que no toco ahora como Libia, Siria o el Sahel solo por mencionar algunos. Solo decir que cada uno de ellos merece atención, no solo por su importancia en términos humanitarios, sino también por las fibras del sistema global que siguen impactando, aunque no se les dé el espacio de cobertura suficiente. Seguiremos haciendo el intento de ir hablando de ellos, poco a poco.

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