Biden ha accedido a permitir a Ucrania emplear misiles de 300 km de alcance para atacar a Rusia en su territorio. Para ser claros, EU ya permitía a Kiev usar su armamento para atacar Rusia, pero solo en la zona fronteriza. La realidad es que Zelensky lleva no meses, sino años, suplicando a sus aliados occidentales más y mejores armas y libertad de acción con esas armas para poderlas emplear para golpear a Rusia en su propio territorio. Su argumento es que Ucrania es atacada por Rusia todo el tiempo y, por tanto, Kiev tiene el derecho y la necesidad de responder de manera proporcional. La postura de Biden ha sido, a lo largo de este tiempo, relativamente cautelosa para evitar cualquier escalada que pueda salirse de las manos. Paulatinamente, sin embargo, lo que hemos observado es que el aún presidente estadounidense ha ido dando pequeños pasos adicionales en la dirección que Zelensky le pide. Esta vez, no obstante, el paso que está dando Biden en sus últimas semanas de gobierno, no es pequeño. Y es que el contexto es completamente diferente al de otros momentos.
El contexto
1. Primero, la acumulación de 50 mil tropas por parte de Rusia—lo que incluye a varios miles de norcoreanos—con el objeto de iniciar la contraofensiva sobre Kursk (el territorio ruso que Ucrania conquistó hace unos meses).
2. Segundo, se espera un arribo constante de soldados norcoreanos a lo largo de los próximos meses.Esto es porque las 10 mil tropas que han sido enviadas por Pyongyang hasta el momento no hacen la diferencia considerando que Rusia está perdiendo cerca de 1000 hombres todos los días, la mayoría por heridas y otra parte por muertes. Se estima que Rusia debe reabastecer sus fuerzas con unos 25 mil hombres por mes. Pyongyang pudiera aportar entre 10 y 15 mil de esas tropas durante al menos el próximo año.
3. Tercero, Rusia se mantiene logrando avances en el frente del este ucraniano. Se estima que, en los últimos meses, Moscú ha conseguido los mayores avances desde 2022 en ese frente. Todas las condiciones están puestas para que estos avances continúen a lo largo de los meses que siguen, posiblemente con pausas durante el invierno.
4. Cuarto, como ha ocurrido cada vez que llega la época invernal, Rusia está continuamente atacando la infraestructura civil ucraniana con un importante número de misiles y drones.
El efecto Trump
Obviamente lo que rodea a todos los factores que señalo es el efecto Trump. Se espera que el próximo presidente busque una pronta negociación para esta guerra. Esto implicará, según se estima, cortar el respaldo estadounidense a Ucrania para forzarla a negociar, ejerciendo al mismo tiempo presión sobre Putin, bajo cuatro premisas centrales: (1) Rusia conserva si no todo, buena parte del territorio ucraniano que hoy controla, (2) Se establece una zona desmilitarizada de amortización o colchón para evitar futuras escaladas, (3) Ucrania se compromete a no sumarse a la OTAN, y (4) A Kiev se le otorgan otro tipo de garantías de seguridad para evitar que Rusia vuelva a atacarle.
Con la mira puesta en esas condiciones, se ha reportado que Trump pidió a Putin no escalar más las cosas en este momento.
La decisión de Biden ante la llegada de Trump
1. Como vemos, por tanto, Biden desea jugar un rol frente a todas estas circunstancias, aprovechar sus últimos momentos como mandatario para imponer algún cambio en las condiciones bajo las cuales Trump tomará el poder. En el mejor de los casos, lograr que Kiev detenga la ofensiva ruso-norcoreana y así conserve el territorio de Kursk. En el peor de los casos, mantener, al menos lo más que sea posible de ese territorio. Esto, en la visión de Biden, permitirá a Kiev negociar desde una mejor posición llegado el momento.
2. Se espera, por supuesto, que Trump revierta esta y muchas otras decisiones de Biden al respecto de Ucrania, pero para eso faltan dos meses.
3. Sin embargo, es probable que otros países miembros de la OTAN como Francia y Reino Unido, se sumen a EU en su decisión, para generar condiciones más difíciles de revertir.
La reacción de Putin ante el panorama que viene
1. Esto ha colocado a Putin ante un dilema. Por un lado, el presidente ruso ha sido muy claro en sus amenazas. Moscú estimará esta como una medida altamente escalatoria por parte de Occidente; el Kremlin considerará, dijo Putin, a los países que armen a Ucrania para atacar Rusia como partes beligerantes del conflicto y se reservará el derecho de responder como considere necesario en contra de esos países.
2. Pero por el otro lado, la verdad es que la decisión de Biden ha llegado ya tarde. Ya viene Trump y su nueva gestión podría ofrecer condiciones estratégicas mucho más favorables para Rusia en términos de sus metas de largo plazo. Pensémoslo así: si Putin consigue el aval de Washington para controlar la quinta parte de Ucrania (lo que incluye Crimea, es decir, el acceso al Mar Negro) y desmilitarizar una zona que considere cómoda, además de garantías de que Ucrania no formará parte de la OTAN, puede dar por satisfecha su empresa, al menos por ahora, y dedicar los siguientes años a recuperarse.
3. Así que una probabilidad consiste en que Rusia sí responda contra Occidente, pero mediante herramientas de guerra híbrida que tan bien le han funcionado en el pasado, lo que incluye elevación de la retórica nuclear, la guerra de nervios, ciberataques, mantener operaciones de guerra informativa y actos de sabotaje entre otros. Otra probabilidad, aunque menor, consistiría en que Rusia opte por ataques directos contra países que estén trasladando armas a Ucrania, y en un caso extremo, directamente en el territorio de esos países. Esto, insisto, se estima con una probabilidad muy baja de ocurrir, pero Rusia podría buscar ir paulatinamente atravesando las fronteras de la OTAN mediante envíos de misiles o ataques que parezcan accidentales o que generen confusión.
4. En otras palabras, lo más probable es que Putin decida esperar a Trump y mientras tanto, mantener sus ofensivas en el este ucraniano para avanzar lo más que le sea posible en estos dos meses, defender el territorio ruso en posesión de Kiev hasta donde pueda y seguir atacando la infraestructura civil ucraniana para elevar el costo a la población.
5. Con todo ello, seguir su estrategia de largo plazo: asfixiar, fragmentar y agotar a Ucrania para obtener lo más que le sea posible de sus metas originales: la desmilitarización del país (en este caso, de una parte del país), la “des-nazificación” del país (es decir, decapitar al gobierno en Kiev, cosa que no logrará, pero que, al conservar y anexar buenas capas del territorio ucraniano puede presentar como tarea concluida) y las garantías de que la OTAN no se seguirá expandiendo (cosa que tampoco logró cuando consideramos la adhesión de Suecia y Finlandia a la alianza atlántica, pero que puede presentar como victoria relativa al asegurar que Ucrania descarte su inclusión en dicha alianza).
Aún así, mientras la guerra continúe, cualquier medida escalatoria tiene el potencial de activar espirales que pueden salirse de las manos. Por ello, seguiremos observando y comentando en los días y semanas que siguen.
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