“Francamente hablando, tengo miedos”, dice el teniente coronel Oleksandr Voloshyn, un comandante de Ucrania entrevistado por el NYT. “Porque si no tengo proyectiles, si no tengo hombres, si no tengo equipo con el que mis hombres puedan luchar...”, dijo, dejando la frase incompleta. “Eso es todo”. Proyectiles, hombres, equipo. Rusia está logrando romper las líneas de defensa ucranianas en distintos puntos. El tema está siendo ampliamente difundido y hay medios que se dicen sorprendidos. Y sí, efectivamente los últimos ataques del noreste en cierta medida son sorpresivos. Pero hay otra realidad, ligada con esa percepción compartida. Debido en parte a la fatiga de las audiencias, y en parte debido a la amplísima cobertura de otros temas como Medio Oriente, las noticias en Ucrania no se han seguido lo suficiente. Es decir, el colapso de las líneas ucranianas en determinados puntos es en realidad un eslabón más de una amplia cadena de eventos que tienen ya varios meses de ocurrir. De eso hablamos en las siguientes líneas.

Pongamos primero esos eventos en orden:

1. La nota de la semana fue la penetración rusa, desde su propio territorio, hacia el noreste ucraniano, capturando varios poblados y amenazando la región de Kharkiv, una zona que ya había sido capturada por Rusia en 2022, pero que Ucrania logró recuperar ese mismo año.

2. Estos hechos deben leerse a partir de al menos, los siguientes 10 elementos. Primero, el fracaso de la contraofensiva ucraniana del 2023; segundo, los múltiples y desesperados llamados de Kiev a Occidente, ya desde ese año, para apoyarle, dada su amplísima desventaja en artillería y en defensas antiaéreas, que se sumaban al análisis del agotamiento y escasez de sus tropas en el frente; tercero, la negativa durante meses del Congreso de EU para aprobar un paquete de ayuda que era urgentemente necesitado; cuarto, la victoria rusa, ya en 2024, sobre Avdiivka, un sitio que fue disputado por ambos ejércitos durante meses pero que, tras dicha victoria rusa, marcaba la pauta para lo que habría de venir; quinto, la presión rusa sobre otros cinco puntos en las líneas del este ucraniano; sexto, el aumento de esa presión en otros tres, cuatro y luego seis puntos más; séptimo, la aprobación de la ley de movilización en Ucrania; octavo, ahora sí la aprobación del paquete de ayuda de EU hace apenas unas semanas, pero, noveno factor: la evaluación de que tanto la movilización ucraniana como esa ayuda estadounidense tardará meses en materializarse e impactar en las líneas de defensa.

Por tanto, en décimo lugar, la evaluación por parte de Rusia de que, Moscú necesita aprovechar la ventana de oportunidad que la combinación de factores arriba descritos le otorga.

3. Eso es lo que determina los tiempos de lo que estamos apreciando. Once puntos del frente en el este ucraniano siendo amenazados por el ejército ruso al mismo tiempo, y la irrupción, desde el noreste, de otras tropas rusas con el objetivo múltiple tanto de generar nuevos focos de presión—y con ello incluso impactar en la narrativa de la guerra dada la amenaza que se cierne sobre la ciudad de Kharkiv—como desviar los escasos recursos materiales y humanos de Ucrania, un ejército que ya estaba de por sí suficientemente

estirado o esparcido entre los cientos de kilómetros del amplio frente este, para intentar que ahora tenga que descuidar alguno de los otros once puntos de presión rusa.

4. Ahora, la Casa Blanca indica que se “preocupa” de que la recuperación de la iniciativa de Rusia en la guerra “está cambiando la trayectoria” de la misma. No obstante, esa lectura o impresión es imprecisa. Ucrania perdió la iniciativa de la guerra desde hace meses y, ante la negativa del Congreso estadounidense para otorgar la necesitada ayuda a tiempo, la trayectoria de la guerra viene cambiando también desde fines del 2023. Dos señales desde entonces para quienes quisieron leerlas. La primera: fue el propio Pentágono quien desde el fracaso de la contraofensiva ucraniana del 23, recomendó a Kiev abandonar sus posiciones ofensivas, y dedicarse a fortificar sus defensas ante el riesgo de que Rusia pudiera penetrarlas; la segunda: Putin viene haciendo uso de estas circunstancias desde hace meses; en su voz, en su discurso y en sus demandas, se puede apreciar el cambio, si es que este discurso se contrasta con el de por ejemplo, inicios del 23: “A Occidente ha quedado ya claro que Rusia no puede ser derrotada”, dice, “así que es mejor ya sentarse a negociar con nosotros de manera seria”.

5. Lo anterior se fortalece debido a señales que también desde hace un año venimos ya publicando en este espacio. No ha sido solo el desgaste de tropas ucranianas, su escasez de armamento y su lentitud en reabastecer el frente. También ha sido la capacidad rusa para adaptarse a las circunstancias tras sus múltiples errores cometidos. Desde el año pasado por acá compartimos lo siguiente:

Rusia viene mejorando en sus tácticas de combate desde hace ya más de un año. Recupero un análisis de The Economist del 2023, basado en una investigación publicada por Jack Watling y Nick Reynolds del Royal United Services Institute, un centro de pensamiento en Londres:

a. Las tácticas de infantería básica. Rusia estuvo enviando pequeños grupos de infantería que eran tratados como "desechables", unos pocos hombres a la vez, a menudo, de acuerdo con los autores, bajo la influencia de anfetaminas, para "librar escaramuzas hasta que sean eliminados". Esta táctica revelaba las posiciones ucranianas y agotaba las municiones ucranianas. Luego, grupos rusos más grandes de infantería de asalto, mejor entrenados, avanzaban, respaldados por blindaje, morteros y artillería. Si se tomaba una posición, ésta tendía a ser fortificada en un plazo de 12 horas. La rapidez con la que la infantería rusa cava, fortifica y asegura las posiciones que toma, es notable. Aún así solo para ejemplificar, se estima que Rusia sostuvo cerca de 900 pérdidas de tropas por día durante abril de este 2024 (Rane, 2024).

b. La artillería rusa también estuvo mejorando durante 2023. Aunque la cadencia de disparos ha disminuido, según estos autores, la puntería rusa había estado mejorando, y sus drones de reconocimiento eran cada vez más efectivos.

c. Los tanques rusos ya desde el 2023, dejaron de intentar romper las líneas enemigas con choque y velocidad, sino que lanzaban fuego desde una distancia segura.

d. La guerra electrónica (EW por sus siglas en inglés). Rusia ha desplegado sistemas de EW para bloquear las comunicaciones y radares ucranianos. Esto dificulta la coordinación de las operaciones ucranianas y el seguimiento de los movimientos rusos. La EW rusa, cada vez más eficaz, también se utiliza para atacar drones ucranianos, limitando su uso para reconocimiento y vigilancia. Este tema, muy presente desde el 2023, está siendo destacado ahora en 2024 pues la eficacia no solo de los drones, sino también de los misiles con los que Occidente provee a Ucrania, ha sido vulnerada.

e. Las defensas aéreas rusas también mejoraron considerablemente desde el año pasado.

En resumen, estamos hablando de una combinación de factores entre los que no solo cuenta lo que ocurre del lado ucraniano y Occidente, sino también lo que ha ocurrido dentro del lado ruso.

6. Esto último es sustancial. Quizás, el problema para Ucrania y sus aliados en Occidente está en haber alimentado la narrativa de la victoria total. En la medida en que no solo Kiev, sino una buena parte del mundo consideró seriamente que Ucrania podía (y puede) derrotar completamente a Rusia y expulsarle del 100% del territorio ucraniano, incluso Crimea que el Kremlin controla desde el 2014, en esa medida las expectativas se elevan y cualquier otro resultado es percibido como fracaso por parte de Kiev. Esta visión (contra la que se opuso vocalmente incluso un sector en Washington, como lo fue el entonces jefe del Estado Mayor Conjunto en EU, el general Milley), subestimó el factor tiempo.

En una guerra de tipo industrial como esta, no gana quien libre las mejores batallas u obtenga éxitos—grandes o pequeños—a nivel táctico. Una guerra de este tipo, mucho más similar a las de siglos pasados que a las de este, es ganada por quien tiene capacidad de resistir en el tiempo, reponerse de sus equivocaciones tácticas, aprender de ellas, adaptarse a las circunstancias, y, sobre todo, conseguir renovar continuamente sus recursos humanos y materiales para seguir peleando los años que dura la confrontación.

7. Claramente Ucrania solo podía hacer lo anterior si se garantizaba un ininterrumpido apoyo por parte de Occidente, especialmente de EU. Bastó que se dieran las condiciones geopolíticas—la irrupción de otra guerra mayor en el mundo a la que EU ha apostado tiempo, dinero y un enorme desgaste—y políticas a nivel interno—el control del Congreso por parte de Trump y sus aliados—para que esa interrupción llegara con sus estragos para Kiev.

8. Esto ahora tiene un impacto en cuestiones narrativas que se traducen política y decisiones. Bajo la narrativa que hoy prevalece, una victoria total por parte de Ucrania se ve bastante lejos y, por tanto, el multimillonario respaldo que hoy se le está brindando por parte de EU y sus aliados, no es sino una aspirina que posterga lo irremediable: Kiev va a tener que negociar (es decir, efectuar concesiones territoriales) y Rusia podrá imponer condiciones tanto a ese país como a Occidente.

9. Hay. no obstante, dos contranarrativas que pueden impactar fuertemente en la continuación de esta historia. La primera de ellas es al interior de Ucrania: 75% de ucranianos no solo se rehúsan a efectuar concesiones territoriales a Rusia (ni una pulgada), sino que piensan que su país sí tiene la capacidad para ganar. Esto influye, sin duda, en cualquier decisión que Zelensky y su equipo tomen, pues bajo esa óptica, cualquier negociación es una traición.

10. La segunda contranarrativa es aún más riesgosa e indica que a Rusia “no se le puede permitir ganar” bajo ninguna clase de circunstancia y se le debe detener a cualquier costo. Ya desde hace un tiempo, Macron había afirmado que habría que considerar la intervención de tropas de la OTAN para apoyar a Ucrania, a lo cual se oponen rotundamente otros países miembros, como EU. Macron ha repetido ese discurso recientemente, provocando una feroz reacción por parte de Rusia, quien ha dispuesto ejercicios de armas nucleares tácticas como respuesta. Pero más allá de Macron, países como los Bálticos, quienes se encuentran más cercanos a la órbita geográfica rusa, están ya considerando seriamente el envío de tropas de sus ejércitos hacia zonas lejos del combate, pero dentro de Ucrania. Según informes en medios, Estonia podría estar considerando enviar sus tropas a esas zonas para liberar a las tropas de Kiev y así permitir que estas tropas sean desplegadas en áreas más críticas del teatro de operaciones. Paralelamente, la primera ministra de Lituania, Ingrida Šimonytė, señaló que el gobierno lituano ha otorgado permiso para que las tropas lituanas sirvan en roles similares de entrenamiento en áreas de retaguardia no combativas, pero sí dentro de Ucrania, en el futuro.

11. Rusia podría asumir eso como un acto escalatorio por parte de miembros la OTAN como lo son los Bálticos. Y, aunque esos países indiquen que se trata de medidas de soporte, el hablar de la presencia de tropas de la OTAN en Ucrania, será, muy probablemente, visto por Putin como una agresión directa. Rusia ya ha atacado previamente las que podrían ser consideradas zonas de “retaguardia”, incluso la frontera Ucrania-Polonia. De manera que un ataque ruso a esas zonas, que ya sea intencional o accidentalmente golpeara a tropas de la OTAN, nos introduciría en territorio inexplorado y de riesgo muy elevado.

Esperamos que no llegue a eso. Por lo pronto, simplemente reiterar que en estos temas no hay sorpresas. Lo que hay es dinámicas que tienen mucho tiempo de estar siendo construidas y que, por tanto, tendríamos que ser capaces de prever.

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