Señales mixtas, podríamos concluir tras la cumbre de la OTAN que tuvo lugar esta semana en la capital lituana. Por un lado, en cierto sentido, una notable unidad. Por el otro, una “oportunidad perdida”, en la lectura de algunos análisis, debido a que las fisuras se empiezan a hacer más visibles y prevalecen algunos titubeos o mensajes confusos. En general, podemos decir que tanto al interior de la OTAN como en las interpretaciones acerca de lo que hoy sucede con esta alianza y su postura militar, existen diversas posiciones y argumentaciones en competencia. En el texto de hoy lo revisamos.
1. Quizás debemos partir del contexto. La previsión actual es que los resultados de la anunciada contraofensiva ucraniana serán tardados y quizás limitados. Según algunos análisis militares, el ejército ucraniano está varias semanas retrasado de lo que inicialmente pronosticó. Hay quienes piensan que las fuerzas ucranianas parecen estar enfocándose en crear un nivel de desgaste asimétrico que sostenga la fuerza humana ucraniana a costa de una tasa más lenta de ganancias territoriales, mientras desgasta gradualmente la fuerza humana y el equipo ruso. Esto no significa que el ejército ucraniano esté detenido, pero sí es indicativo de que, si la inercia actual continúa, la guerra se seguirá prolongando por mucho tiempo.
2. En ese sentido, los objetivos tácticos rusos actuales consisten en defender, aguantar, sostener posiciones, extender los tiempos en el este y el sur de Ucrania, continuando a la vez sus bombardeos contra ciudades ucranianas y su infraestructura civil y así, asegurar el desgaste psicológico y político que acompaña a lo material, tanto en Ucrania, como entre sus aliados occidentales.
3. Es frente a estos escenarios que se plantean las diferentes posturas al interior de la OTAN. Aunque en realidad dichas posturas tienen una gran cantidad de matices, para efectos de una comprensión más simple, hablemos esencialmente de tres + Turquía:
a. Las posiciones más duras se han hecho visibles sobre todo entre países que colindan con Rusia o que se ubican geográficamente más cercanos a Ucrania y a Rusia, acompañados por algunos más. Lo que sus distintos ministros y funcionarios han argumentado desde que esta guerra inició, es que solo un duro despliegue de fuerza conseguirá disuadir a Putin. En un foro internacional que participamos en 2022, por ejemplo, el primer ministro de Estonia decía: “Cuando Rusia quiera invadir Estonia, yo no quiero tener ahí a 2,000 solados de la OTAN que huyan para informarnos de un ataque y buscar refuerzos; lo que quiero es tener mínimo un despliegue de 10 o 15 mil para que antes de decidir atacar, Putin lo piense dos veces”. Este grupo de países, junto con la propia Kiev, argumentan que Ucrania debería formar parte de la OTAN cuanto antes, si no en plena guerra, cuando menos con un cronograma y acciones bien definidas para su acceso.
b. Hay otros países que, en cambio, consideran que esas medidas son altamente escalatorias. De hecho, se trata de países que desde el inicio de la guerra e incluso desde antes de que ésta iniciara, han preferido ser cautelosos y graduales en su respaldo a Ucrania, esencialmente por el temor a la reacción de Rusia. Un personaje como Macron, por ejemplo, había sido muy renuente a que Ucrania ingresara a la OTAN en un futuro previsible pues desde su visión, las consideraciones de seguridad rusas tenían que formar parte de cualquier negociación. Hay que decir, sin embargo, que incluso el discurso del propio Macron ha cambiado como lo hizo notar en su reciente participación en el foro de GLOBSEC en Bratislava. También la postura de otros como Alemania se ha ido moviendo con los meses.
c. Podríamos hablar de otro grupo de países encabezados por Estados Unidos. Biden ha intentado también ser cuidadoso e ir ofreciendo a Ucrania un respaldo incrementado solo de manera gradual. Sin embargo, armamento que anteriormente estaba fuera de la mesa hoy está siendo embarcado hacia Kiev. Por eso se trata de países con una postura intermedia. Su temor a que Rusia decida escalar como resultado de dicho respaldo incremental se ha venido mitigando paulatinamente. Washington, por ejemplo, está continuamente probando líneas de resistencia enviando ahora tanques, autorizando el envío de aviones F16 y el entrenamiento de pilotos ucranianos en el uso de esos aviones, además de otro equipo que anteriormente era considerado “escalatorio”. Aún así, cuando se habla de incluir a Ucrania en la OTAN, Biden ha sido claro en cuanto que aún no es tiempo. Se trataría, en todo caso, de una adhesión futura, pero evitando que por ahora se establezca un cronograma definido, justamente porque la Casa Blanca prefiere no tentar a Moscú con un escenario así.
d. Y luego están posturas de países como Hungría o Turquía quienes tienen distintos temas propios a negociar con sus aliados de la OTAN. El caso turco es sintomático. Como lo explicamos en un texto previo, Erdogan—quien sí favorece el acceso ucraniano a la alianza—impuso esta misma semana una condición adicional para dar su voto favorable a la adhesión de Suecia: la membresía turca en la Unión Europea. Unas horas después, Erdogan viró su postura, afirmando que sus condiciones estaban ahora cumplidas, y que avalaría el acceso sueco a la OTAN. No obstante, hacia el final de la cumbre de Vilna, el presidente turco metió freno a las altísimas expectativas que se habían generado, indicando ahora que todo estaba en manos del parlamento turco; que lo que quería ver era un programa de medidas concretas que Suecia adoptaría para cumplir a Ankara con lo prometido, pero que en todo caso no se sabría del tema antes de octubre.
e. Fuera de todo aquello, en el fondo, una alianza militar no es un mecanismo de concertación u organismo multilateral por la “paz”. La base de una alianza de esa naturaleza consiste en que un ataque a un miembro, es un ataque contra todos sus miembros y, por tanto, una acción militar (que puede ser voluntaria o incluso accidental) bajo el contexto actual, podría ser potencialmente escalatoria. Es por ello que la sola idea de que Ucrania ingresara a la OTAN cuando pelea una guerra activa con Rusia es muy complicada en este punto; ello supondría inmediatamente la expansión de dicha guerra. Pero imaginemos otro escenario en el que se llega a algún acuerdo provisional con Moscú y el conflicto actual se detiene, pero no se resuelve del todo; es decir, Rusia mantiene posiciones en sitios como Crimea o en algunas zonas del este ucraniano. El ingreso de Ucrania a la OTAN bajo un escenario así (como lo desearían muchos países vecinos de la zona), podría no activar ahora, pero sí trasladar el potencial de un conflicto global hacia los años que siguen. Se trata de temas enormemente delicados que necesitan enorme consideración.
f. Sin embargo, existe una postura opuesta que sostiene que son ya demasiados titubeos por parte de la OTAN. Según ese argumento, es la falta de determinación y la falta de proyección de esa determinación, lo que ha invitado y sigue invitando a Putin a comportarse como hasta ahora. Petro Poroshenko, expresidente de Ucrania, nos lo dijo en el foro de Halifax no solo en 2022, sino incluso en 2021 antes de que Rusia invadiera: si se deseaba evitar dicha invasión, solo había una alternativa, asegurar el acceso de Ucrania a la OTAN pues solo la disuasión activa podría hacer cambiar a Putin de opinión.
Algunos análisis incluso argumentan que el fracaso de esta última cumbre de la OTAN en proporcionar una mayor claridad sobre el futuro de la membresía de Ucrania o garantías de seguridad alternativas, incentivará la continuación de la guerra y fortalecerá la estrategia actual de Rusia de seguir debilitando a Ucrania (Rane, 2023). El presidente ucraniano, Zelensky, denunció el fracaso del comunicado en aclarar el futuro de su país en la OTAN como "sin precedentes y absurdo". Aunque al día siguiente, el 12 de julio, suavizó su tono y dijo que los resultados de la cumbre eran "buenos", pero que hubieran sido "ideales" si la OTAN hubiera invitado a su país a unirse. Si bien Kiev no esperaba recibir una invitación de membresía en esta última cumbre, había estado presionando por detalles concretos sobre cuándo y cómo se podría emitir eventualmente una invitación.
4. Dicho lo anterior, sin embargo, se necesita reconocer que la OTAN ha conseguido mantener una impresionante unidad a lo largo de estos casi 17 meses de guerra. Los países occidentales han presentado un frente común en una gran gama de aspectos. El respaldo de los muy distintos gobiernos de la alianza a Ucrania no tiene precedentes. Incluso algunos actores que anteriormente se negaban a ofrecer determinadas armas o apoyos hoy lo están haciendo de manera mucho más clara y abierta. En otro sentido, la OTAN vive su mayor expansión geográfica en décadas. Finlandia ya se ha adherido a la organización. Suecia lo hará pronto. En cuanto a Ucrania, el Secretario General Jens Stoltenberg presentó un plan de tres partes para "acercarle" a la alianza. El plan incluye un programa de asistencia a largo plazo para garantizar la plena interoperabilidad entre la OTAN y las fuerzas ucranianas, así como un Consejo Ucrania-OTAN para permitir una interacción regular con Ucrania a un nivel más alto (la primera reunión del consejo tuvo lugar el 12 de julio). Además, elimina el proceso del Plan de Acción para la Membresía (MAP, por sus siglas en inglés) como requisito previo para la membresía de Ucrania en la alianza, lo cual tanto funcionarios ucranianos como occidentales interpretaron como una concesión a Kiev que muestra que el camino hacia la membresía del país se ha acortado.
Al final, la OTAN intenta encontrar un lenguaje que acomode todas las posturas. No se otorga a Kiev la invitación o el cronograma de adhesión que buscaba, pero se eliminan requisitos y se afirma que "el futuro de Ucrania está en la OTAN".
Por eso decíamos al inicio que se trata de señales mixtas. La prueba mayor, no obstante, no es la presente, sino la futura. Si efectivamente la guerra se prolonga indefinidamente como muchos esperan, las fisuras que ya se observan, se pueden ir intensificando. Faltará observar, además, lo que suceda al respecto de la política interna en los distintos países miembros. Esto incluye, por ejemplo, la posibilidad de que Trump regrese a la Casa Blanca y el reto que ello representaría para la unidad que hoy aún se mantiene en la alianza. Es justo por eso que, incluso a pesar de todos sus reveses estratégicos, Putin sigue apostando por el tiempo. Como decíamos hace unos días, los tiempos militares son comprensibles, pero los tiempos políticos frecuentemente carecen de paciencia.
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