A pesar de una disminución en la cobertura mediática, la guerra de Ucrania registra una de sus etapas más sangrientas. En este espacio estamos intentando equilibrar los análisis de otros temas, también muy relevantes, con la actualización constante de lo que en Ucrania sigue aconteciendo dado que no deja ese, lamentablemente, de ser un conflicto que está generando impactos en todos los subsistemas del globo. Lo que sigue es una síntesis actualizada del análisis.

1. Nos encontramos entre la cuarta y la quinta fase de esta guerra. Solo como recordatorio: La primera fue la ofensiva relámpago rusa sobre tres fronteras del territorio buscando tomar velozmente el control de la infraestructura militar y política del país. Ello fracasó y dio pie a una segunda fase: el repliegue ruso de la zona de Kiev y su concentración en el este y el sur con algunas ofensivas relativamente exitosas para Moscú. La tercera fue una fase de contraofensivas ucranianas mediante las que ese ejército recuperó una parte del territorio que Rusia había conquistado, concretamente en el noreste y en el sur. En la cuarta fase, Rusia reposicionó sus líneas de defensa hacia atrás, enviando a decenas de miles de tropas para la defensa de esas líneas, cavando trincheras, construyendo barricadas y apostando por el desgaste invernal que dificultaba cualquier operación. Paralelamente, Rusia se ha mantenido bombardeando la infraestructura civil y energética de Ucrania.

2. Ya se esperaba que la quinta fase iniciara transcurrido el invierno, con las ofensivas de primavera. Lo que se observó es que, desde hace ya varias semanas, Rusia reforzó sus líneas de ataque sobre sitios específicos. Para ello, Moscú ha enviado a cientos de miles de nuevos reclutas hacia el frente, quienes acompañan a tropas más experimentadas, además del grupo Wagner de contratistas privados que logró desplegar unas 50 mil tropas en los últimos meses. Esto claramente compone un monumental tamaño de fuerzas las cuales llevan varias semanas enfocadas en avanzar lo que se pueda, aunque sean solo centímetros.

3. El caso más notorio sin duda es la larguísima batalla por Bakhmut, una pequeña ciudad del este ucraniano, ubicada en la región de Donetsk casi frontera con Luhansk. Ese poblado, que antes del conflicto armado tenía unos 70 mil habitantes, se ha convertido en el foco de los enfrentamientos entre Rusia y Ucrania. La batalla por Bakhmut inició desde el verano del 2022 y llevamos meses escuchando que Rusia está a punto de ganarla. Sin embargo, Kiev ha estado completamente decidida a continuar defendiéndola. En realidad, desde la perspectiva militar, la importancia estratégica de este sitio es limitada, pero, no obstante, ambos ejércitos están destinando incontables recursos humanos y materiales para seguir luchando esta batalla.

4. Tanto Moscú como Kiev han tenido que absorber bajas de una dimensión difícil de describir. La cuestión es que mientras más tiempo ha transcurrido, el simbolismo político de ganar Bakhmut ha ido creciendo. Para Rusia, Bakhmut representa la urgente e indispensable victoria que, en teoría, cambiaría el curso de esta guerra. Para Ucrania, Bakhmut se ha ido convirtiendo en una especie de “¡No pasarán!”. Zelensky grita una y otra vez en sus discursos “¡Retengamos Bakhmut!”.

5. Sin embargo, más allá del simbolismo político, desde la perspectiva estratégica, para Rusia, Bakhmut es la demostración de cuán lejos está dispuesta a llegar—en materia de pérdidas materiales y humanas—y cuánto tiempo está dispuesta a invertir, con tal de obtener ganancias incrementales. El mensaje enviado tanto a Kiev como a los países que le respaldan, tiene que ver con lo distante que se encontraría Ucrania de “derrotarle” incluso si Moscú sigue mostrando lentitud, errores tácticos, baja motivación y una limitada destreza táctica. Al final, el Kremlin desea comunicar que el tiempo está de su lado, y vale más sentarse a negociar bajo sus términos porque Rusia tiene paciencia, una población numerosa y determinación inquebrantables. Reforzando esa idea, el ministerio de defensa británico indica que Moscú estaría movilizando hasta 400 mil nuevos reclutas para sostener la guerra.

6. En cambio, también desde lo estratégico, lo que Kiev ha buscado lograr al defender Bakhmut, es desgastar al ejército ruso lo más que sea posible, mermar sus números, su arsenal, su equipo, sus capacidades y su determinación, para entonces poder concentrarse en una o más contraofensivas que probablemente veremos pronto.

7. Los últimos reportes que llegan al momento de este escrito, es que los asaltos rusos sobre las tropas ucranianas alrededor de Bakhmut ya han disminuido considerablemente; la estrategia de “cerrar la pinza” por el norte y el sur para sitiar a las fuerzas de Kiev, por ahora se encuentra debilitada. No obstante, Rusia mantiene el control de la mayor parte de la ciudad y el centro sigue siendo disputado. Así las cosas, después de ocho meses de combate.

8. Paralelamente, en previsión a las posibles contraofensivas ucranianas, Rusia ha intentado dispersar sus puntos de ataque. Esto ha provocado que Ucrania tenga que defender distintos frentes al mismo tiempo. Será muy importante observar cómo se desarrollan las contraofensivas esperadas, pues ambos ejércitos siguen concentrando tropas en distintos puntos en el este y el sur del país.

9. Uno de los sitios que corren mayor riesgo a raíz de estas contraofensivas es la planta nuclear en Zaporiyia (Zaporizhzhia). Recordar que Zaporiyia es una de las cuatro regiones en Ucrania que Moscú anexó hace unos meses al a Federación Rusa, pero que no obstante, es una región que sigue siendo disputada por ambos ejércitos. El complejo nuclear específicamente, sí se encuentra en manos rusas. Lo que el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) y su director Mariano Grossi, han estado buscando, es desmilitarizar el área en donde la planta se ubica, pero ello implicaría que Moscú repliegue a sus fuerzas, cosa que no ha estado dispuesta a hacer. El problema mayor es que la actividad alrededor del complejo nuclear se está incrementando, y ambos ejércitos se encuentran concentrando fuerzas en ese punto en previsión a posibles enfrentamientos justo ahí. Es indispensable seguir el desarrollo de estos eventos pues si es precisamente en esa ubicación que se gesta una de las contraofensivas, se espera que Rusia defienda sus posiciones con todo lo que tiene, por lo que los riesgos de una catástrofe ascienden considerablemente.

10. Otro desarrollo relevante consiste en la inminente expansión de la OTAN a raíz de la incorporación de Finlandia a la alianza (se espera que Suecia lo haga posteriormente).

Tanto Turquía como Hungría han liberado el camino para el acceso de Helsinki. Este no es un tema menor. Uno de los objetivos estratégicos de Rusia al lanzar su intervención militar, consistía en un mensaje de fuerza que buscaba contener las actividades de la OTAN en lo que el Kremlin considera como su órbita de seguridad. Si esto es cierto, el ingreso de Finlandia representa un enorme revés para Putin. A partir de este ingreso, la frontera directa de la OTAN con Rusia se incrementa en unos 1,300 kilómetros. Adicionalmente, Finlandia aporta tecnología, personal militar, y experiencia de combate contra un país que le invadió en dos ocasiones el siglo pasado. Lo que resulte de esta integración en concreto, está por verse. Seguramente dependerá de lo que Helsinki haga una vez integrada, por ejemplo, las características y montos o aumentos de despliegues de armamento y fuerzas en las zonas colindantes con Rusia, ante lo cual, con toda probabilidad Moscú responderá de manera recíproca.

11. Al final, lo que se puede observar es esta tendencia que venimos ya discutiendo desde hace algunos meses en este espacio: la creciente convicción de que, bajo las condiciones globales actuales, solo la demostración de fuerza y de la disposición a emplearla podrá garantizar la seguridad de los países. Esto está resultando en un dramático incremento de presupuestos militares por parte de muchos gobiernos, una mayor disposición a enfrascarse en carreras armamentistas, un aumento en el monto de los despliegues militares (no solo en Europa), y el descanso en alianzas militares como la OTAN (aunque no es el único caso) como garantes de la seguridad colectiva, mientras que paralelamente ha crecido la desconfianza en el multilateralismo, la negociación y la interacción pacífica internacional como mecanismos de resolución de conflictos.

En este espacio seguiremos actualizando el tema con sus implicaciones globales.

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