Se ha cumplido ya el mes 19 de esta guerra y, aunque la fatiga de audiencias y medios es comprensible, hay nuevos elementos que necesitan ser incorporados al análisis. Algunos de estos incluyen: el limitado progreso de la contraofensiva ucraniana, el impacto de ese lento progreso en la narrativa acerca de esta guerra y, por tanto, los efectos políticos que ello conlleva, el agotamiento de algunos sectores en electorados occidentales, especialmente en Estados Unidos (y las potenciales consecuencias que ello podría tener), y por tanto, la necesidad que tiene Ucrania de cambiar la forma como esta guerra está siendo percibida y cómo esto se vincula con sus escaladas en el Mar Negro y en Crimea. Por último, unas consideraciones acerca de lo que queda del grupo privado de contratistas Wagner, así como las últimas noticias sobre nuevos despliegues de esta agrupación, una vez más en la ciudad de Bakhmut, con el propósito de defender ese sitio que tanto trabajo costó a Rusia ocupar. Así que, temas hay; el reto es, como siempre, sintetizarlos. Acá el esfuerzo.

1. Recordando, seguimos en la quinta fase de esta guerra, la cual posiblemente durará algunas semanas más. Esta última fase sobrevino después del invierno y ha consistido en ofensivas y contraofensivas tanto por parte de Rusia como de Ucrania. La tardanza de la contraofensiva ucraniana en llegar—lo que esencialmente obedeció a una larga espera de armamento y capacitación de sus tropas—permitió a Rusia posicionarse sólidamente sobre los sitios que había ocupado, cavando trincheras, alzando barricadas y fortificaciones, plantando minas por todos lados y desplegando masivamente tropas adicionales recientemente movilizadas.

2. Todo ello resultó en varias semanas de casi nulos avances por parte de Ucrania, cuando su contraofensiva finalmente llegó. Posteriormente, Kiev ha logrado algo de progreso, y en ciertos puntos, ha conseguido romper las primeras líneas de defensa rusas. No obstante, si miramos los mapas, podemos apreciar que las ganancias ucranianas son realmente limitadas, y por lo que parece, así seguirán las cosas durante las semanas que siguen (sugiero revisar un mapa interactivo del NYT que muestra cuán escasos son esos avances: ).

3. Estos meses han tenido un fuerte impacto en la narrativa sobre la guerra. Los vaivenes narrativos cuentan otra historia paralela (la historia de la historia, podríamos decir) y son interesantes de observar. Una primera narrativa tenía que ver con las bajas expectativas que se tenían de Ucrania para defenderse, pero esto fue paulatinamente tornándose en cómo Kiev pudo resistir y luego incluso hacer retroceder a Rusia. Ucrania, en este nuevo relato, sí podía ganar la guerra, lo que generaba altas expectativas y tuvo el efecto político de cancelar cualquier posibilidad de negociación que implicara concesiones territoriales. Ahora en cambio, vemos reproducirse continuamente una narrativa más pesimista para Kiev: lo que el ejército ucraniano podrá conseguir, en todo caso, son avances limitados. Bajo ese nuevo relato, estamos ante una guerra que ninguna de las partes puede realmente ganar. Esto, políticamente, produce un creciente agotamiento y genera presiones, por parte de ciertos sectores de las sociedades que respaldan a Ucrania, para que Kiev sí efectúe concesiones a fin de ya terminar con el conflicto.

4. Electoralmente es notable el caso de la sociedad estadounidense. Las últimas encuestas muestran que el electorado se encuentra altamente frustrado con el desempeño de Biden, y muy preocupado por su situación económica. El punto es que ese sector, ya cansado, se opone a que Washington siga respaldando a Ucrania a los niveles actuales. Esto venía ya creciendo entre los republicanos, pero el sentimiento se ha extendido incluso entre demócratas. Una encuesta de CNN de hace pocos días, refleja que ya la mayoría de estadounidenses (55%—lo que incluye 71% de republicanos, pero también un creciente número de demócratas) se opone a que el Congreso autorice más fondos para apoyar a Ucrania; solo 45% apoya estos fondos. Para comparar, en febrero del 2022, 62% de estadounidenses pensaba que su país debería estar haciendo más por Ucrania. Ahora mismo, el paquete de fondos que ha tenido tanta dificultad para aprobarse en el Congreso, del cual depende el funcionamiento del gobierno en Washington, contiene un importante componente de este respaldo a Ucrania.

5. Estas circunstancias han obligado a Kiev a pensar en estrategias distintas para poder impactar en estas narrativas a favor de sus metas. Una de esas estrategias ha consistido en la gran cantidad de giras diplomáticas que Zelensky ha efectuado. Pero hay otras como la guerra de los drones, la guerra en el Mar Negro y los ataques sobre Crimea.

6. El objetivo es convencer que los combates, y por tanto las posibilidades de derrotar a Rusia, no se limitan al este ucraniano, en donde las batallas están siendo mucho más complicadas. Kiev busca, entre otras cosas, golpear la logística rusa que abastece su esfuerzo de guerra. Aún no es claro si estos ataques han afectado las operaciones más amplias de Rusia en el campo de batalla, pero por lo pronto, hay temas que merecen mención:

a. Por medio de los drones sobre territorio ruso, Kiev intenta impactar psicológicamente en su enemigo, llevar la guerra a su casa, demostrar que Rusia es vulnerable, y producir un desgaste también entre su ciudadanía.

b. Los ataques en Crimea pretenden ahondar en esas vulnerabilidades e ir mermando el control ruso sobre la península. Desde 2014, Rusia ha construido bases y rutas de suministro en Crimea. Moscú utilizó esas instalaciones para lanzar uno de los tres frentes de la invasión a gran escala contra Ucrania el año pasado y como base para disparar misiles y drones contra objetivos en toda Ucrania. En las últimas semanas, Kiev ha dirigido sus ataques cada vez más hacia el Puente del Estrecho de Kerch, que conecta a Rusia con Crimea y es una ruta de suministro principal para las fuerzas de Moscú que luchan en el sur de Ucrania. Según funcionarios rusos, las fuerzas de Kiev también han apuntado a instalaciones navales, instalaciones militares y depósitos de municiones en Crimea con drones y misiles.

c. Paralelamente se está librando la guerra en el Mar Negro. Esta no inicia ahora, pero se desata con mayor fuerza a raíz de la salida rusa del acuerdo de granos y la disposición de Moscú a bloquear el tránsito civil de mercancías por ese mar y a atacar puertos ucranianos que buscan abrir otras rutas como el Danubio.

d. Sin embargo, Ucrania ha estado ganando gradualmente control sobre partes de ese mar. Sus éxitos más recientes incluyen el establecimiento de un nuevo corredor de transportación para eludir el bloqueo de Rusia a los puertos ucranianos y la interrupción de las capacidades de vigilancia de Moscú. Ucrania ha adoptado una postura cada vez más ofensiva, apuntando a los buques de guerra rusos y, como dijimos, intensificando los ataques en Crimea, el punto de suministro clave para la Flota del Mar Negro de Rusia. Estas acciones parecen estar disminuyendo la capacidad de Rusia para imponer su bloqueo y controlar esas aguas.

7. Con todo, es importante entender que la guerra es enormemente fluida y que, subestimar a Rusia ha sido un error constante cometido en los análisis sobre todo en Occidente. A pesar de los múltiples y graves errores cometidos, Moscú ha mostrado altas capacidades de aprendizaje y adaptación, lo que ha resultado en una guerra prolongadísima cuya duración parece estar a su favor. Al final, una guerra de larga duración se define no por victorias tácticas, sino por quién gana la competencia por resistir. Putin, por lo que parece simplemente no puede darse el lujo de perder y, por tanto, está dispuesto a seguir movilizando personas y recursos en favor de, al menos, un resultado que el presidente ruso pueda llamar victoria.

8. Así, por ejemplo, podemos considerar el caso de Wagner. Tras la insurrección de esa agrupación de contratistas militares privados, y tras la muerte de su líder probablemente a manos del Kremlin, Moscú se encuentra reconsiderando cómo seguir utilizando los servicios de esa organización que tan crucial ha sido para los intereses rusos a lo largo de los años. Esto ya no solo incluye África o Medio Oriente, sino muy específicamente los combates del este ucraniano. Es decir, incluso tras la rebelión mencionada, podemos ver cómo Rusia está volviendo a desplegar a Wagner (el grupo traidor, aunque ahora mucho más en control del ministerio de defensa) para defender Bakhmut, un sitio que le costó meses poder conquistar y que ahora mismo se encuentra bajo riesgo con la ofensiva ucraniana. Esto es apenas una señal de cómo Rusia, con todas sus muchas vulnerabilidades, sigue contando con instrumentos para resistir, limitar los avances ucranianos, y conseguir que la guerra siga durando.

9. Lo que viene por tanto es un período en el que el clima nuevamente hará que los combates se dificulten, y es probable que veamos un nuevo invierno sin demasiados cambios en el territorio, salvo el escaso progreso ucraniano en ciertos puntos específicos.

10. Dos temas centrales para cerrar. El primero es que ni Rusia ni Ucrania parecen tener la capacidad militar para derrotar al lado opuesto. Pero al mismo tiempo, ninguno de los dos lados se encuentra dispuesto a ceder o abandonar la lucha. El segundo es que, por tanto, debemos esperar una mayor duración y con ello, lamentablemente, el riesgo latente de que en algún punto el conflicto se salga de las manos, se expanda o escale. De ahí la necesidad de valorar lo que acá se enfatiza: una guerra que cada vez se observa como más difícil de ganar por alguna de las partes, bien merece no ceder en esfuerzos de mediación para detener las hostilidades.

IG: @mauriciomesch

Twitter: @maurmm

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