Hace ya ocho años, cuando hablábamos de Yemen, explicamos que ese conflicto se estaba asemejando cada vez más a Siria en cuanto a su internacionalización, es decir, el involucramiento de potencias regionales y globales, así como el de actores no estatales transnacionales, los cuales complicaban el ya de suyo complejo conflicto entre grupos locales rivales. Una evidencia muy actual de ello tiene que ver con la distensión que se está produciendo justo ahí, en el conflicto de Yemen, una vez que finalmente Arabia Saudita e Irán se encuentran en un proceso de normalización de relaciones. Es decir, parece que tuvo que suceder ese acercamiento (mediado por Beijing) para por fin observar una desactivación seria de aquella guerra en la península arábiga. El conflicto actual de Sudán aún no está, por supuesto, en ese punto. Pero sí hay una serie de factores que apuntan hacia esa dirección, si es que todo sigue creciendo. Señalo algunos aspectos relacionados.
Primero, hay un tema que tiene que ver con la posición y dimensión geográfica de Sudán, el tercer país más grande de África en términos territoriales. Siendo un país árabe, su ubicación cercana a la península arábiga, así como su colindancia con Egipto o con Chad, le hacen pieza fundamental de la geopolítica de la región. Pero también el Nilo cuenta, el potencial agrícola y alimentario (en tiempos de crisis en esa materia), y otros recursos como las minas de oro.
Segundo, esos factores geográficos, además de la importancia política de Sudán, atraen intereses de distinta índole. Así, actores regionales como Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos (EAU) o Irán, han tejido vínculos en distintos momentos, con diversos actores en Sudán. En el pasado, por ejemplo, se reveló que Sudán era un eslabón clave en el tráfico de armas que llegaban desde Irán hasta Gaza y que, por ese motivo, Israel llegó a bombardear instalaciones en ese país. Pero en otro momento, Sudán fue uno de los países contemplados por la administración Trump para normalizar relaciones con Israel a cambio de que la Casa Blanca eliminara la designación de Jartum como patrocinadora de terrorismo. Esa normalización, por cierto, se estancó en 2021 con el último golpe de Estado.
En términos del conflicto actual entre Abdel Fatah al-Burhan (el líder del ejército y líder de facto en Sudán) y el general Hamdan, líder del grupo paramilitar conocido como las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), ya se puede observar al menos lo siguiente:
1. Arabia Saudita y EAU forman parte del denominado “Quad”, un grupo de cuatro países que además incluye a EU y a Reino Unido, el cual ha estado activo en las negociaciones para la transición que en teoría debía resultar en elecciones democráticas y un gobierno civil. Esto es también una forma mediante la que las potencias occidentales y regionales buscan ganar influencia, o competir con otras potencias rivales como Rusia y China en el caso de EU. No obstante, la situación actual puede tener efectos de distinta naturaleza sobre los actores de ese grupo de mediación;
2. En concreto, EAU, quien ha ofrecido ayuda y ha invertido en Sudán, ha estado interesado en el potencial alimentario de Sudán, así como en otros recursos, además por supuesto, del interés geopolítico que el país suscita. Como hemos dicho, las RSF comandadas por Hamdan, controlan la industria minera de oro en Sudán y venden este oro
a compradores de Rusia y Medio Oriente, incluido EAU, el mayor importador de oro sudanés (Geopolitical Monitor, 2023). Así, Abu Dabi ha tejido una relación económica y política considerable con Hamdan. Combatientes de las RSF fueron a Yemen a apoyar a EAU y a los actores locales que ese país respaldaba en el conflicto yemení. No obstante, hay que recordar que, en aquel conflicto, también Arabia Saudita peleaba del mismo lado que EAU, de forma que, las RSF sudanesas estuvieron combatiendo también del lado de Riad como parte de la coalición que el reino saudí lideraba;
3. Egipto, en cambio, está apoyando al ejército de Sudán, es decir al general Burhan. Esto se debe a que El Cairo ha considerado a Sudán como uno de sus bastiones estratégicos. Buena parte del liderazgo militar de Sudán ha recibido educación y entrenamiento en Egipto, incluido el general Burhan. Así, la cooperación entre Egipto y ese general ha venido creciendo, incluidos ejercicios militares conjuntos y juegos de guerra. De acuerdo con el Monitor Geopolítico (2023), “la cooperación bilateral se consolidó aún más en medio de las crecientes tensiones entre Egipto y Etiopía tras la construcción de la represa al-Nahda por parte de ésta, lo que representa una amenaza para la seguridad nacional de Egipto derivada de los posibles impactos agrícolas y sociales negativos del control río arriba sobre el caudal del río Nilo. Esto ayuda a explicar la presencia continua de miembros de la fuerza aérea egipcia en las bases de Sudán”. De hecho, hace dos semanas, el grupo paramilitar comandado por Hamdan (RSF) detuvo a casi 30 soldados egipcios que se encontraban en Sudan, pues Hamdan temía que estas tropas pudiesen intervenir en el conflicto apoyando a sus enemigos. Además, Hamdan mantiene fuertes lazos con el gobierno y el primer ministro de Etiopía, algo que contraria los intereses estratégicos de Egipto. Esta serie de factores estuvieron cerca de arrastrar a las fuerzas egipcias al combate directo, pero al final, las RSF liberaron a los soldados egipcios. Lo que sí queda claro es que Cairo seguirá respaldando a Burhan, y habrá que ver hasta qué punto lo hace en la medida en que el conflicto se siga complicando;
4. Hay también reportes de que el Mariscal Khalifa Haftar, una de las partes beligerantes de la guerra en otro país cercano, Libia, está respaldando y armando a Hamdan;
5. Pero, como sucede continuamente en esas zonas del mundo, las cosas se complican en este punto. Durante los últimos años, Egipto y Emiratos Árabes Unidos han estado normalmente alineados (junto con Arabia Saudita) en distintos conflictos y asuntos de la geopolítica regional—incluida Libia en donde EAU y Egipto apoyan precisamente a Haftar—sin mencionar que Abu Dabi, además de Riad y otros aliados, ha estado invirtiendo y respaldando financieramente al Cairo. En el caso sudanés, en cambio, Egipto y EAU (así como el mariscal Haftar), por lo pronto, parecen estar apoyando a actores rivales.
La situación sigue siendo fluida y será necesario observar cómo se acomodan esas y otras piezas.
Por ahora, hay que añadir al grupo ruso de contratistas privados Wagner a este panorama, haciendo algunas aclaraciones.
La primera es que Wagner tiene intereses en muy distintos países del globo, África incluida. Su rol en Sudán, por tanto, no es nuevo, pues esa organización de contratistas lleva años
protegiendo la seguridad de las minas de oro en ese país, y se han tejido fuertes lazos entre su líder, Prigozhin, y el general Hamdan.
La segunda es que, hasta hace muy poco, cuando se hablaba del Grupo Wagner, comúnmente veíamos la mano del Kremlin en la planeación de su involucramiento en distintas regiones del mundo. A lo largo de años, se habló de esa como una de las estrategias híbridas de combate, mediante las que Moscú podía intervenir o influir en un sitio de manera indirecta, y, sin embargo, negar plausiblemente que tuviera que ver algo con ello. En palabras simples, la presencia de Wagner y sus contratistas rusos en algún sitio o conflicto, suponía una presencia indirecta de Putin en ese entorno, especialmente dada su cercanía personal con Prigozhin.
Esto está cambiando. La guerra en Ucrania lo está moviendo todo. El líder del grupo Wagner se encuentra personalmente enfrentado con varios actores en Rusia que también son cercanos a Putin, particularmente en los ámbitos militar y de seguridad, y no duda en atacarlos públicamente cada vez que puede. Putin está teniendo que equilibrar las relaciones entre todos esos actores, pues por un lado necesita de los indispensables servicios de Wagner en Ucrania, pero por el otro, no desea que la figura de Prigozhin—quien ya está contemplando involucrarse en la política rusa—siga creciendo y retando al poder existente.
De regreso a Sudán, todo lo anterior importa en cuanto a las lecturas que a partir de este momento hagamos. Las relaciones de Moscú con el ejército sudanés (hoy comandado por Burhan) son larguísimas. Sin embargo, el enterarnos de que Prigozhin está ofreciendo armamento a Hamdan y su potencial involucramiento en este conflicto apoyando a una de las partes beligerantes, podría o podría no significar una intervención indirecta por parte de Moscú. Hace poco tiempo, se pensaría que Prigozhin no podría estar actuando sin el consentimiento de Putin, y quizás ese sea el caso. Pero hoy tenemos que entender a Wagner también como un actor cada vez más empoderado, que podría estar tomando decisiones independientes.
En cualquier caso, la mano rusa puede tener distintos efectos desde la perspectiva de cómo el conflicto sudanés está siendo observado globalmente. Por ahora, Washington sigue intentando mediar entre los distintos actores, pero en la medida en que el choque entre Burhan y Hamdan se siga prolongando, y que los ceses al fuego que son gestionados por Washington y otros aliados no consigan mayor eficacia, los respaldos de la Casa Blanca podrían cambiar, particularmente si Sudán crece como esfera de competencia entre las potencias.
IG: @mauriciomesch
TW: @maurimm