Como ya es tradición, a continuación, dejo acá un breve repaso de algunos de los temas internacionales que consideramos marcarán la agenda global en el año que inicia. Este recuento, sobra decir, no es exhaustivo, detallado o completo. Es simplemente una mirada panorámica al respecto de algunos de los rubros hacia donde, según vemos hoy, probablemente se estarán dirigiendo los análisis más específicos que estaremos haciendo durante los meses que siguen:

1. La prolongación de la pandemia. Este tema (que va mucho más allá de la delicada y ya lamentable situación de salud que implica) ha representado una verdadera crisis sistémica a lo largo ya de dos años. En la medida en que la cooperación y coordinación internacional para atender esta crisis global siga siendo limitada, y mientras se sigan privilegiando respuestas nacionalistas y aisladas, en esa medida, seguirá existiendo el potencial de que todo se prolongue a través de nuevas variantes o situaciones que hoy son difíciles de predecir. La ómicron está siendo un recordatorio de lo que sucede cuando las acciones para “resolver” la crisis de salud, se implementan a nivel local o regional, pero sin atender las disparidades en lo global. Es por ello que prevemos que la pandemia y las distintas aproximaciones para atenderla o mitigar sus impactos, seguirán incidiendo sobre muchos otros rubros relacionados con la agenda internacional acá descrita.

2. La economía global. Vinculado con lo anterior (aunque no solo con ello), están todos los efectos que se han ido generando en las economías del mundo, lo que incluye, solo por poner ejemplos, los shocks paralelos en la oferta y en la demanda de insumos, productos y servicios, la lenta e insuficiente recuperación económica (en una buena parte del planeta), las disrupciones prolongadas en las cadenas de suministro, los procesos inflacionarios que han afectado a decenas de países, las desigualdades intensificadas, el hambre y la pobreza incrementadas en cientos de millones de personas, entre muchos otros efectos que no hemos terminado de valorar y que, lamentablemente, seguirán acentuándose. Todo lo anterior, a su vez, está teniendo efectos multiplicadores en muchos otros rubros. El 2022 estará muy marcado por ellos.

3. Conflictividad social. Uno de los efectos del punto anterior, sobre todo cuando se suma a otro tipo de agravios sociales y políticos—como lo es la percepción de que ese tipo de crisis económicas no impactan a toda la sociedad de manera pareja—tiene que ver con el incremento en el potencial de protestas y conflictos sociales de distinta índole. Estos son procesos que, como bien sabemos, ya tienen bastante tiempo de existir en diversos países. Basta con echar un vistazo a Líbano, India, Colombia o Irán, o a decenas de otros sitios en Asía, África y en América Latina para entenderlo. No obstante, las circunstancias económicas, sociales y políticas actuales, lejos de ayudar, tienden a intensificar esos agravios y es altamente probable que sigamos viéndolo manifestarse en las calles de muy diferentes regiones.

4. Rivalidad entre las superpotencias. La agenda del 2022 seguirá marcada también por las crecientes disputas de Washington con Rusia y con China . Esta rivalidad, como sabemos, tiene distintos ámbitos de competencia (como la carrera armamentista y la carrera por zonas de influencia económica y geopolítica, entre muchos otros), así como distintos aspectos en donde se producen enfrentamientos más directos (como las guerras comerciales, las tecnológicas, la ciberguerra o las guerras informativas) y distintos puntos de contienda militar con riesgo de choques potenciales (más probablemente indirectos que directos) como lo son Ucrania o Taiwán, dos de los espacios que más seguirán resonando en las notas internacionales durante los meses que siguen.

5. Los múltiples conflictos locales y regionales irresueltos. Este rubro por sí solo, merecería un texto completo. Sin intentar sintetizarlo todo acá, solo mencionar que, en el globo, hay un sinfín de conflictos y situaciones sin resolver, las cuales han estado presentes durante los últimos años y las cuales, con toda probabilidad, lo seguirán estando durante 2022. Permítame colocar acá algunos ejemplos: la guerra siria (hoy manifiesta en al menos 4 sub conflictos latentes) sigue viva; de igual modo, la guerra en Yemen que entró a su séptimo año, se mantiene como escenario de confrontación interna, y como escenario de choque entre potencias regionales y globales. Afganistán , hoy ya en manos de los talibanes, seguirá siendo tema en el año. Las negociaciones nucleares entre Irán y las potencias se mantendrán como uno de los mayores asuntos a monitorear, dado el potencial explosivo que su fracaso podría exhibir. Las rivalidades China-India, e India-Pakistán, se mantendrán sin duda también como temas en la agenda. El golpe de Estado en Myanmar sigue cobrando víctimas. El terrorismo, que después de haber disminuido durante varios años, volvió a aumentar en los últimos dos, tiene todo el potencial de volver a crecer durante 2022. Los procesos electorales en Libia y Hong Kong, a diferencia de Chile, por poner un caso reciente, claramente no están funcionando como mecanismos para resolver la conflictividad social y política acumulada. Etiopía que, en las últimas semanas, estuvo a nada de convertirse en un genocidio ante nuestros ojos, seguirá latente durante el año que inicia. Si volteamos hacia nuestro continente, hay muchos otros casos como Venezuela , Haití o Cuba que seguirán en nuestra mira. Y estarán ahí también, todos los procesos migratorios que se manifiestan como resultado de muchos de los puntos que señalo, desde la economía o los problemas ambientales, hasta los choques y las guerras, desde Etiopía o Afganistán, hasta Venezuela, Haití o Centroamérica.

6. Cooperación internacional. Aún con todo lo que señalo, existe un amplio espacio para la negociación y la cooperación internacional. Ya en años pasados hemos visto, afortunadamente, el vasto potencial que tenemos como seres humanos para la creatividad en este ámbito. Seguramente 2022 estará también marcado por este tipo de procesos. Pensemos por ejemplo en las propias superpotencias: China, Rusia y Estados Unidos . Tanto en lo que hace a los muchos aspectos que las enfrentan, como otros rubros en donde puede haber intereses comunes, esas potencias, sus aliados y muchos otros países, seguirán mostrando apertura para abrir espacios de cooperación, aún si ésta es limitada. La tarea en el año que inicia, muy probablemente, consistirá en sacar el mayor provecho de esas áreas potenciales de cooperación. Por ejemplo, distender los potenciales conflictos es un interés compartido entre las superpotencias (aún si deciden no capitular en sus objetivos esenciales, pero sí buscando disminuir las posibilidades de enfrentamientos). Así, sin que deje de haber riesgos o amenazas, sí esperamos observar algunos resultados en los trabajos de comisiones especiales para temas como la ciberguerra, como Ucrania, las conversaciones sobre el Ártico, o por supuesto, en las conversaciones climáticas que en 2022 tendrán importantes pruebas que superar.

En fin. No hay mucho que cambia, realmente, entre un 31 de diciembre y un 1 de enero. La mayor parte de los procesos que describo, vienen construyéndose desde tiempo atrás y seguirán sus cursos históricos muy al margen de nuestros calendarios. El inicio del año, no obstante, es apenas un pretexto para detener el reloj y reflexionar acerca de esos procesos y lo que éstos significan para cada una de las personas que habitamos este planeta que compartimos con muchas otras especies. Al final, no somos otra cosa que individuos buscando lo mejor para nosotros, para nuestras familias y personas conocidas, y para nuestras sociedades. Por ello, mi mayor deseo es que estas reflexiones que desde acá hacemos, sean reflexiones productivas. Y que haya salud plena, pura vida y buenas cosas para usted que hoy tiene la amabilidad de leerme por vez primera en el año que inicia.

Twitter: @maurimm

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