La geopolítica también está en juego en esta justa olímpica de invierno en Beijing , como frecuentemente sucede. Esta vez, al menos tres temas muestran cómo es que la política internacional tiende a entretejerse con un evento que pareciera ser puramente deportivo. El primer tema es el boicot diplomático de Washington y varios de sus aliados. El segundo, las acciones que China ha tomado para contrarrestar ese boicot y para fortalecer su imagen frente al mundo. El tercer tema merece una mención aparte: el uso de la plataforma que estos juegos aportan para proyectar la cercanía entre Rusia y China, justo en estos momentos en que los rubros que enfrentan a ambas con un rival común, Estados Unidos, se encuentran en todos los titulares del planeta.
Así es, Washington anuncia desde hace algunos meses un boicot diplomático (no deportivo) contra estos juegos debido, en sus palabras, al “genocidio y crímenes contra la humanidad” cometidos por China en la región de Xinjiang. Posteriormente, la Casa Blanca añade otros motivos como las violaciones a derechos humanos en Hong Kong. A este boicot se suman aliados de EU como Reino Unido, Australia y Canadá—quienes comparten la agenda geopolítica contra Beijing—además de otros países afines. Estos países sí enviaron delegaciones deportivas, pero no enviaron funcionarios o representación oficial por parte de sus gobiernos o embajadas. El tema de derechos humanos, como sabemos, puede ser cuestionable, dado que países como EU respaldan a muchos gobiernos con largas cuentas pendientes en ese rubro. Sin embargo, la realidad es que la confrontación entre las superpotencias se encuentra escalando y, como ha sucedido en otros momentos de la historia, los países que deciden boicotear de alguna forma los juegos olímpicos, pretenden impactar negativamente en la imagen o en los intereses del país organizador.
Ahí es donde entra el segundo tema: el contramensaje. China busca demostrar que este boicot ha sido un rotundo fracaso. Desde hace algunas semanas, Beijing anunció que rendiría honores a más de 30 líderes diversos entre quienes se encuentran el secretario general de la ONU o el director general de la Organización Mundial de la Salud, el presidente del Comité Olímpico Internacional, además de jefes de gobierno de decenas de países de Europa, América Latina, África y Asia, varios de ellos aliados geopolíticos de China, pero otros, hay que señalarlo, aliados geopolíticos de Estados Unidos. Llama la atención, por ejemplo, la presencia del liderazgo mayor de varias monarquías del Golfo Pérsico, incluido el emir de Qatar—quien estuvo en Washington esta misma semana y a quien Biden anunció que designará como aliado mayor no-miembro de la OTAN—o el príncipe heredero s audí Mohammed Bin Salman, o Mohammad Bin Zayed, el príncipe heredero de Emiratos Árabes Unidos, socios estratégicos, todos ellos, de EU. Para entender el nivel de cercanía existente entre Washington y esas monarquías, considere usted que, también esta misma semana, un ataque con misiles contra Emiratos Árabes Unidos por parte de los rebeldes en Yemen, fue defendido directamente por el ejército estadounidense. La realidad, sin embargo, es que China ha conseguido tejer una impresionante red de intereses económicos en muy diversas regiones del globo, y, por tanto, contrariar a Beijing no se encuentra en la agenda de este tipo de países, incluso considerando su cercanía con Washington.
Adicionalmente, para China es importante proyectarse como una nación próspera, confiada, capaz, que ha superado los retos en la organización del evento a pesar de la pandemia y a pesar de su relativa escasa experiencia en deportes de invierno. Esto es lo que estaremos viendo en los días que siguen.
De todos los mensajes, sin embargo, uno resalta: la cercanía entre Beijing y Moscú. Cuando China anuncia la lista de líderes que asistirán a los juegos, destacaba la imagen del personaje que la encabezaba, Vladimir Putin . Desde hace varios días se anunció que el presidente ruso sostendría reuniones privadas con Xi Jinping antes de los eventos inaugurales.
El contexto: Tanto Rusia como China viven tiempos de alta conflictividad con Estados Unidos y sus aliados. Justo ahora, como lo hemos estado analizando en este espacio, hay más de 130 mil tropas rusas amasadas en sus fronteras con Ucrania y las tensiones en Europa se encuentran al rojo vivo. China también tiene una amplia agenda de temas que le enfrentan con EU. De esos temas, Taiwán es probablemente el más delicado y justo nos encontramos en momentos en los que Beijing se mantiene llevando a cabo operaciones aéreas y navales en y alrededor de ese territorio que considera una provincia en rebelión. La temperatura al respecto se ha venido elevando a medida que Washington y varios de sus aliados han expresado o demostrado su respaldo a Taipéi mediante acciones diplomáticas, económicas y militares. Hace pocos días, Beijing rompió una vez más el récord de incursiones al espacio aéreo de Taiwán en un solo día.
Así que estos juegos olímpicos resultan una plataforma ideal para proyectar un frente unido Beijing-Moscú precisamente ahora, pues ello fortalece sus posturas a la hora de negociar y les brinda alternativas reales en caso de que se consumen algunos de los escenarios negativos que se temen. No es casual que, en las últimas semanas, Beijing anunció públicamente su respaldo a Rusia en su disputa con la OTAN indicando que Rusia tiene “preocupaciones legítimas de seguridad”. Putin de su lado, devuelve el favor en un artículo que publicó el jueves para la agencia de noticias china Xinhua con estas palabras: “Lamentablemente, los intentos de varios países de politizar los deportes en beneficio de sus ambiciones se han intensificado recientemente".
Más importante, esas dos potencias se encuentran coordinando acciones y medidas, como por ejemplo en los rubros militar, comercial, económico y financiero, no solo para esquivar las potenciales sanciones de Washington , sino, como indicó Putin el jueves, para contrarrestar el poder e influencia estadounidenses. Tras la primera reunión que Xi Jinping sostiene presencialmente en dos años con un líder extranjero, él y Putin declararon que “no hay límites” a las relaciones entre sus dos países. Los mandatarios emitieron una declaración conjunta en la que acusan a Washington de desestabilizar sitios como Hong Kong, Taiwán o Ucrania: “Rusia y China se oponen a los intentos de fuerzas externas de socavar la seguridad y la estabilidad en sus regiones adyacentes comunes”, dijeron, además de criticar fuertemente los intentos de la OTAN por expandirse. En la misma declaración se comprometen a incrementar su cooperación en esos temas.
De manera que estos juegos olímpicos, como suele suceder, rebasan al patinaje, al hockey sobre hielo o el esquí de montaña. La guerra de mensajes entre las superpotencias, estos días se traslada a Beijing.