Estamos en una nueva fase de la conflictiva en Medio Oriente. Hassan Nasrallah, el líder de Hezbollah afirmó el jueves que con las explosiones de los buscapersonas y los walkie-talkies, Israel había cruzado todas las líneas rojas pues esto era ya una declaración de guerra que ameritaría un “castigo justo”. Irán, país que financia, arma y entrena a Hezbollah, y cuyo embajador en Líbano perdió un ojo a raíz de la explosión de su bíper, también comunicó un mensaje a Nasrallah: Israel enfrentará una “respuesta aplastante del eje de la resistencia”. Paralelamente, Israel trasladó una división de su ejército de la zona de Gaza hacia su frontera con Líbano, y declaró que el foco mayor de la guerra ahora estaba en el norte. Esta serie de hechos parece mostrar que, por ahora al menos, la agenda se desconcentrará de Gaza y se mueve hacia el frente marcado por Israel-Hezbollah-Irán. Esto no implica, por supuesto, que lo de Gaza esté resuelto, sino que, a partir de dinámicas relacionadas con, pero no limitadas a Gaza, los distintos actores parecen haber decidido escalar. Unos comentarios y escenarios al respecto.
1. Como ya explicamos en varios textos previos, la conflictiva entre Israel e Irán-Hezbollah corre por rutas paralelas y entretejidas, pero distintas al enfrentamiento Israel-Hamás. Hezbollah y Teherán tienen enormes cuentas con Israel a partir de la campaña, intensificada desde 2017, de cientos de bombardeos que ese país conduce en contra de posiciones tanto de Irán como de Hezbollah en Siria, así como cargamentos y convoyes que trasladaban armamento dirigido a la milicia libanesa. Esto, sin mencionar los muchos actos de sabotaje y asesinatos cometidos en territorio iraní que son atribuidos a Israel. De hecho, Hamás, otra de las agrupaciones aliadas de Irán, esperaba que Hezbollah y otras organizaciones aliadas se involucraran en su guerra contra Israel de manera más amplia, aprovechando la vulnerabilidad que ese país exhibió el 7 de octubre del 23. Y sí, Hezbollah inicia sus bombardeos contra Israel desde el 8 de octubre, pero lo hace de manera limitada.
2. Hasta hace poco tiempo, Irán y Hezbollah se encontraban relativamente cómodos desgastando a Israel material, política y psicológicamente mediante una campaña de “baja intensidad”. Para el eje proiraní, esta era la mejor forma de combatir a Israel, devolverle los muchos golpes que ese país les ha asestado a lo largo de estos años, pero a la vez, no tener que pagar un costo mayor con esa estrategia. Al final, Israel había tenido que desplazar a decenas de miles de sus habitantes desde el norte hacia el centro del país, había tenido que movilizar tropas adicionales y desconcentrarse de su guerra en Gaza. Mientras tanto, con todo lo que ha ocurrido en estos meses, la posición de Israel a nivel global queda cada vez más aislada, ese país es percibido como el responsable de todo lo que sucede en la región; su economía, su turismo y su inversión han resultado enormemente dañados, y mientras más pasa el tiempo, estas condiciones no hacen sino empeorar. Por tanto, para Irán y Hezbollah, no tendría sentido modificar esa ecuación; mejor esperar que el tiempo siga erosionando la moral y la posición de Israel. En la visión de estos actores, esta era la forma de avanzar hacia lo que Nasrallah ha llamado “el golpe final” para “acabar” con ese país.
3. Pero las espirales violentas adquieren su vida propia. Y mientras más tiempo transcurre, siempre crece el número de variables que ocasionan que estas guerras de “baja intensidad” puedan escalar. A veces, se trata de circunstancias o presiones políticas, otras veces son errores de cálculo o incluso accidentes. Todos estos factores han jugado un rol para que, ya desde hace varios meses, la conflictiva entre Israel y todo el eje proiraní esté mostrando una tendencia ascendente que, naturalmente, tenía que terminar por estallar incluso si una confrontación mayor, en teoría, no estaba en el interés de ninguno de los actores implicados.
4. Algunos de los componentes de la prolongada pero imparable tendencia ascendente de esta espiral incluyen los asesinatos de actores importantes por parte de Israel (desde generales de las Guardias Revolucionarias Islámicas iraníes o el líder militar de Hezbollah, hasta el líder político de Hamás que visitaba Teherán), el continuo e incrementado lanzamiento de drones y misiles contra Israel por varios actores de este eje de resistencia—esto ya incluye un misil balístico desde Yemen hacia el aeropuerto de Tel Aviv, cientos de misiles y drones desde Irán y el continuo fuego de todo tipo desde Líbano por parte de Hezbollah), y paralelamente, los ataques israelíes que ya incluyen instalaciones petroleras en Yemen, bombardeos continuos en Líbano que han causado ya cientos de muertos entre militantes de Hezbollah y también civiles libaneses; esto además de la campaña de bombardeos israelíes en Siria que no se ha detenido. Nuevamente, esto no lleva uno o dos meses, sino que tiene desde octubre escalando.
5. Una de las dinámicas que esta compleja cadena de circunstancias ha detonado, es la presión política que se fue generando contra el gobierno de Netanyahu por no responder con más fuerza ante los ataques de Hezbollah. Sin embargo, desde la visión de una parte mayoritaria de la dirigencia militar, no era conveniente escalar la situación en el Líbano cuando el ejército israelí estaba concentrado en combatir a Hamás en Gaza. Además, fuentes militares expertas han intentado comunicar una y otra vez que las metas políticas al respecto de Hezbollah tienen que ser reducidas y ajustadas a la realidad, puesto que es muy factible que entre la población israelí se produzcan expectativas que no son viables considerando las capacidades militares de esa agrupación. Adicionalmente, dadas sus tácticas de combate asimétrico, es muy probable que una nueva guerra de narrativas erosione más aún la posición diplomática de Israel y por tanto, se incrementen las presiones políticas en EU y otros países que intentarán restringir la actuación de su ejército en Líbano (se puede revisar la historia de la guerra del 2006 entre Israel y Hezbollah para entender cómo operó esa presión diplomática en ese momento en el que, por cierto, Washington no era gobernado por demócratas sino por republicanos).
6. Con todo, a medida que pasaron los meses, a medida que el conflicto en Gaza continuó sin que Israel alcance las metas políticas que Netanyahu había proyectado, y a medida que Hezbollah (además de otros actores proiraníes como los houthies) continuó e incrementó sus ataques, aquella postura que pedía prudencia y paciencia, fue perdiendo terreno. Por lo que sabemos, Israel tiene ya varias semanas visualizando un cambio en la estrategia.
7. Esta transformación estratégica implicaba empezar a trasladar sus operaciones mayores desde Gaza hacia el Líbano, y, sobre todo, mostrar la determinación a pagar el costo de una guerra mayor con tal de que sus enemigos comprendan que no podían seguir atacando a Israel sin asumir consecuencias por hacerlo. Las metas empezaron a ser trazadas: primero, asegurar condiciones para que las decenas de miles de desplazados israelíes del norte puedan retornar a sus hogares; segundo, garantizar que Hezbollah replegaría sus fuerzas hacia las zonas de Líbano acordadas en el cese al fuego del 2006 y establecidas en resoluciones de la ONU; y, tercero, más importante aún, proyectar un mensaje de fuerza que restablezca la ecuación mediante la que Irán y sus aliados serían disuadidos de atacar a Israel. En virtud de que la diplomacia no pudo alcanzar estos objetivos, el liderazgo israelí parece haber decidido que solo la fuerza los conseguirá.
8. Hay que añadir aún un factor interno a estas circunstancias: Netanyahu sigue manteniendo una aprobación enormemente baja: una mayoría de israelíes (63% según encuestas) considera que ha prolongado la guerra en Gaza por razones políticas personales y un 70% de esa sociedad está dispuesta a alcanzar un cese al fuego con tal de liberar a los rehenes que siguen secuestrados por Hamás. Esto se refleja semana con semana en protestas que han llegado a convocar a varios cientos de miles de personas. Bajo estas condiciones, Netanyahu se ve forzado a sostener su actual coalición de gobierno o bien, arriesgarse a perder el poder (y tener que revivir los tres casos de corrupción que obran en su contra). Esto implica ir cediendo cada vez más ante las posiciones más duras de ministros ultranacionalistas y extremistas. De paso, también, desviar la atención de Gaza—con todos los temas que permanecen ahí irresueltos—y orientarla hacia el enemigo mayor (Irán y sus aliados), cobra sentido político en este punto.
9. A todo lo que indico, parece haberse sumado un elemento fortuito. Según varios reportes de prensa, la operación del estallido de los buscapersonas no estaba planeada para este momento específico, sino para la eventualidad de un conflicto mayor con Hezbollah, y tuvo que ser acelerada pues estaba a punto de ser descubierta. Como vemos, entonces, todo parece haberse precipitado.
10. Más allá de la forma como el operativo de los bíperes y walkie-talkies será evaluado por cortes u organismos internacionales como posible violación al derecho internacional, desde la perspectiva estrictamente militar, se trata de un éxito táctico que está activando enormes riesgos estratégicos. Hezbollah difícilmente será disuadida de actuar contra Israel tras un ataque como el que sufrió. Irán se ve cada vez más orillado a responder de manera directa o indirecta a través de su eje de aliados. Todo esto se combina con lo que parece ser una mayor vulneración de la posición internacional de Israel, y a la vez, la legitimación de la lucha de Hezbollah contra ese país, dada la afectación sufrida no solo por sus militantes, sino por una gran cantidad de civiles a raíz de las explosiones.
11. Considerando todo lo anterior, hay una gran cantidad de escenarios que podríamos esbozar:
(a) Uno de los escenarios implicaría una (o una serie de) represalia (s) de alto impacto por parte de Hezbollah (a lo que probablemente se sumarían milicias proiraníes en Irak y Siria, además de los houthies desde Yemen, si no es que también de manera directa Irán), lo que, dependiendo del daño que Israel sufra, provocaría más respuestas y contra-respuestas que podrían ya desembocar en una guerra mayor. Esta represalia por parte de Hezbollah podría ocurrir pronto, o bien, podría esperar. Es decir, la agrupación podría tener que reorganizar sus comunicaciones, recalibrar sus opciones, jugar a la guerra de nervios, y determinar cuándo y cómo actuará.
(b) En otro escenario, pensando que Hezbollah no responda de inmediato, Israel podría lanzar uno o varios ataques preventivos de mayor fuerza buscando neutralizar las potenciales represalias de esa organización. Esto, a su vez, podría activar el lanzamiento de misiles contra ciudades israelíes y, nuevamente, precipitar el desencadenamiento de una guerra mayor. Hasta el momento de este escrito, Israel ya ha intensificado sus bombardeos sobre Líbano. Esto se podría transformar en ataques más dirigidos hacia las fuentes de potenciales represalias de Hezbollah.
(c) Hay ciertos escenarios en los que las partes, a pesar de atacarse de manera severa en las próximas semanas o meses, siguen proyectando el mensaje de no querer una guerra total, y llevan a cabo acciones conocidas como “escalar para desescalar”, es decir, elevan la intensidad y monto de ataques, pero señalando que, en este punto, prefieren desactivar la espiral.
(d) Y también hay otros escenarios en los que a pesar de las circunstancias y a pesar del daño sufrido, tanto Irán como Hezbollah, optan por retornar a la ecuación previa (la campaña de baja intensidad), puesto que evalúan que esa es la mejor forma de ir desgastando a Israel y devolverle cada uno de los golpes sufridos.
En medio de todos esos escenarios hay múltiples variaciones y combinaciones, todas plausibles. Por ahora, podríamos decir que la mayor probabilidad permanece en una o varias represalias por parte de Hezbollah y sus aliados (que pueden ocurrir en cualquier momento, pero que también podrían esperar semanas o meses), que sean lo suficientemente fuertes como para causar daños importantes, pero a pesar de todo, buscando no escalar sino regresar las circunstancias a la ecuación previa (de baja intensidad). La variable que podría moverlo todo, no obstante, está en la forma como Israel decida seguir actuando a partir de este punto considerando que sus nuevas metas no se cumplirán fácilmente mediante las acciones de fuerza que ha decidido implementar. Esto sigue estando en desarrollo y tendremos que continuar monitoreándolo.
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