Las dinámicas violentas que existen entre Israel y Hamás, por un lado, e Israel con Hezbollah e Irán por el otro están fuertemente conectadas, pero no son idénticas. Corren por caminos paralelos pero separados. Como es natural, los eventos de los últimos días las entretejen fuertemente. Aún así, hay demasiados elementos involucrados que inciden en estas dinámicas y que es necesario desmenuzar. Imposible hacerlo todo en un texto como este. Trataremos sin embargo de sintetizar algunos de esos factores buscando explicar cómo es que estos impactan sobre lo que puede venir para esa región.

1. Hezbollah e Irán tienen una larga historia de confrontaciones con Israel que inicia mucho antes del 7 de octubre del 2023. Se trata de actores que, por factores históricos diversos, se perciben como los mayores enemigos de la región. Esto pasa por el conflicto palestino-israelí, pero éste no es, en absoluto, el único elemento. En ello hay otros factores involucrados que van desde la propia dinámica conflictiva histórica en Líbano y el rol de Israel en esa conflictiva, la proyección de Irán como potencia regional y su eje de alianzas, en específico la presencia de Irán y Hezbollah en Siria y la determinación de Israel para replegar a esos actores de sus posiciones, hasta muchos otros como el proyecto nuclear iraní.

2. Entre esos actores, a pesar de su conflicto de bajo perfil (el cual en ocasiones no tiene nada de “bajo”) de las últimas décadas, existían “reglas” tácitas de enfrentamiento en lo que en el argot militar se conoce como “el período entre guerras”.Es decir, la violencia sí se produce en estos años, especialmente desde el 2017 cuando Israel inicia su campaña de múltiples bombardeos en Siria contra posiciones de Irán, Hezbollah y el ejército sirio. Pero hasta antes del 7 de octubre del 23, los golpes y contragolpes se mantenían en el terreno de lo limitado.

3. Como ya hemos explicado en este espacio, pese a que Irán financia, arma y entrena a la Jihad Islámica y a Hamás, Teherán no estuvo involucrada tácticamente en los ataques terroristas del 7 de octubre del 23 y, de hecho, de acuerdo con muchas fuentes, Irán no conocía los detalles ni los tiempos del plan. Aún así, Hamás esperaba que Teherán y su eje de aliados se lanzaran en contra de Israel aprovechando el caos que se produjo en el ejército, la sociedad y el gobierno de ese país tras el shock de los atentados.

4. Para el sector de seguridad en Israel, ese ha sido justamente y sigue siendo el problema mayor.El haber sido percibido como un país débil y vulnerable ante sus mayores enemigos (no Hamás, sino Irán y Hezbollah) corría el riesgo de romper la ecuación que había sostenido el “período entre guerras” puesto que golpeaba de manera inusitada la capacidad disuasiva de Israel.

5. Esta es la lógica que ha movido a ese país a optar por las medidas de fuerza mayor. Desde la perspectiva de la comunidad militar y de seguridad en Israel (que se puede leer en textos, en múltiples entrevistas y análisis), esta es una amenaza existencial que solo puede ser abordada restaurando la ecuación basada en la disuasión. Esto significa que, en su visión, Israel no puede ser percibido como atacable y se tienen que tomar las medidas pertinentes para que todos los actores modifiquen sus cálculos cuando piensan en golpear a ese país. Ello implica, por supuesto, la implementación de medidas de fuerza brutal, como se ha visto en Gaza, incluso asumiendo el costo humano y la crisis humanitaria que ello conlleva, con todas las repercusiones para la posición política y diplomática para Israel en el mundo.

6. De su lado, valorando la situación desde el 7 de octubre en adelante, Irán elige una estrategia que produzca un largo desgaste en Israel sin que ello le orille a una guerra mayor con ese país, lo que se encuentra en este punto, alejado de sus intereses estratégicos. Activar a su eje de milicias aliadas, en cambio, permite a Irán distraer la atención de Israel de su guerra en Gaza, ocasionar que ese país tenga que movilizar personal militar adicional, desplazar residentes de ciertas regiones, y todo esto sin tener que asumir la responsabilidad de cada ataque que se lanza en contra de su archienemigo.

7. Una de las aliadas de Irán, Hezbollah, una poderosa agrupación libanesa, tiene sus propias trata no solo de una milicia, sino de una organización política que compite y gana elecciones en Líbano, forma parte del parlamento y el gobierno, pero que no por ello monopoliza las voluntades ni posiciones de la sociedad de su país sede. Así que una guerra mayor con Israel, tampoco se encuentra en su interés estratégico, tanto por el daño político que se ocasionaría en su contra, como por el daño que sufrirían sus tropas y arsenal. Consecuentemente, la estrategia coordinada con Irán le viene muy bien: una larga guerra de desgaste que vaya paulatinamente mermando material y psicológicamente a Israel.

8. Estos factores resultan en una nueva ecuación que, podríamos decir, se mantuvo desde el 8 de octubre del 23—fecha en que Hezbollah decide iniciar sus ataques contra Israel—hasta estos días. Quizás con un paréntesis ocasionado por la breve espiral entre Israel e Irán durante el mes de abril. En esos días, Irán estimó que Israel había roto las “reglas” del enfrentamiento al bombardear el consulado de ese país en Siria y, de manera completamente excepcional, optó por lanzar un gran ataque directo en contra de territorio israelí consistente de más de 300 misiles y drones (cuya mayoría fueron detenidos tanto por Israel y EU como por otros países aliados). Fuera de ese momento, sin embargo, las “reglas” entre esos actores se mantuvieron.

9. En lo general estas reglas consisten en sostener el “tit for tat” o golpe por golpe.Todas las semanas había intercambio de fuego entre Israel y Hezbollah (ocasionalmente también por parte de otras milicias proiraníes desde Siria e Irak hasta Yemen). Cada ataque de cualquiera de las partes producía una respuesta de la parte atacada que se procuraba enviar bajo determinados límites. Esto no significa que la violencia ha sido poca. Hasta antes del 27 de julio, Israel había eliminado a 388 combatientes de Hezbollah (incluidos varios comandantes) y de su lado, Hezbollah había ocasionado 37 bajas, principalmente entre militares israelíes. El común denominador de todos estos choques, sin embargo, es que Irán no estaba directamente involucrado.

10. Estas nuevas “reglas” se quiebran desde el 27 de julio. Hezbollah lanza un ataque con misiles contra Israel en represalia por la eliminación de cuatro de sus combatientes. Uno de esos misiles, a decir de las autoridades israelíes (corroborado por otros gobiernos) cae sobre una aldea drusa y termina con la vida de 12 jóvenes que jugaban fútbol hiriendo a muchos más. Hezbollah niega la responsabilidad de ese misil en específico (a pesar de que sí aceptó la responsabilidad de los otros), pero más allá de ello, lo relevante del caso es que Israel sí atribuye el ataque a esa agrupación, señalando que esos hechos rompían las líneas rojas que hasta ahora habían limitado el enfrentamiento.

11. Este solo hecho, ya inserta a ambos actores en una espiral que cobra dimensiones distintas a las arriba señaladas. Hace unos días, Israel declaró que deseaba generar un importante daño a Hezbollah sin que el resultado de su represalia produzca una guerra mayor, y en un ataque en los suburbios de Beirut eliminó al número 2 de la organización, el líder militar.

12. La cuestión es que esto se da en paralelo con otro hecho, ocurrido pocas horas después. El líder político de Hamás muere en una explosión en Teherán, a donde había asistido para la toma de posesión del nuevo presidente iraní. Nuevamente, lo relevante es que Irán velozmente atribuye este ataque a Israel, señalando que ese país ha cruzado las líneas rojas establecidas. De acuerdo con reportes, poco tiempo después, el líder supremo de Irán, el Ayatola Alí Khamenei, emite una orden de represalia directa contra Israel, la cual, al momento de este escrito, aún no sucede.

13. Como vemos, todos estos factores se terminan entretejiendo. No obstante, es importante efectuar algunas distinciones: (a) Israel lleva a cabo una campaña de asesinatos contra el liderazgo de Hamás, independientemente de su dinámica con Irán y Hezbollah; (b) Falta clarificar los hechos, pero el cómo ocurrió el asesinato de Haniyeh, líder político de Hamás, en Teherán, sí importa. Según Irán, Haniyeh murió a raíz de un misil que fue enviado desde fuera del país. Esto supondría que ese misil evadió todas las defensas iraníes y no fue detectado a tiempo como para sonar las alarmas en Teherán, lo que representa una fuerte humillación para la capacidad defensiva iraní. Otra versión, publicada en el NYT, sostenida por siete oficiales de Medio Oriente (dos de ellos iraníes) y un estadounidense, indica que Haniyeh murió en una explosión ocasionada por un artefacto colocado dos meses atrás en la casa en donde se alojaba; (c) esto implicaría que la inteligencia israelí viene planeando lo de Haniyeh desde tiempo atrás, lo que mostraría que, en teoría, este asesinato es independiente de la espiral Israel-Hezbollah, a pesar de que los hechos suceden con unas horas de diferencia; (d) aún así, el que el asesinato de Haniyeh haya ocurrido precisamente en Teherán no puede ser visto como “casual” e inevitablemente entreteje los hechos y las lógicas de todo lo que arriba señalo.

14. En otras palabras, el mensaje de Israel a Irán es claro: ya sea porque el líder de Hamás muere por un explosivo colocado en su alojamiento meses atrás, o bien a causa de un misil que penetró territorio iraní sin ser detectado ni detenido, la realidad es que Irán se proyecta vulnerable y ahora es ese país el que tiene el objetivo de restaurar el sentido de disuasión.

En suma

Podemos resumir lo que indico de la siguiente manera: (a) a pesar de la separación de las dinámicas conflictivas que existen entre Hamás e Israel, por un lado, e Irán-Hezbollah e Israel por el otro, los hechos terminan fuertemente entretejidos; (b) en el fondo, se han roto las reglas que tenían la conflictiva de Israel con Irán y Hezbollah en el territorio de lo limitado; (c) aún así, los actores involucrados no desean una guerra mayor pues ese escenario no está en sus intereses estratégicos; (d) dicho eso, no obstante, todas las partes están hoy sumidas en una guerra de voluntades, una guerra cognitiva en la que cada una busca incidir en la mente del enemigo, e imponer su capacidad disuasiva frente a éste; (e) Esto último es lo que presenta mayores peligros de escalamiento porque esa capacidad disuasiva solo se restaura mediante acciones—es decir ataques—cada vez de mayor nivel, los cuales corren el riesgo de elevar la espiral y salirse de las manos.

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