Como parte del contexto que hemos abordado en este espacio, y dada la relevancia que este tema tiene para entender la lógica detrás de la respuesta israelí tras los atentados del 7 de octubre, hoy hablo del eje proiraní, o como es conocido en Teherán, “el eje de resistencia”. Desde una perspectiva de realpolitik (perspectiva que, por cierto, a nivel global, hoy parece ser más popular que otras), la seguridad nacional de Israel vivió su mayor amenaza en décadas. Pero esto no fue exclusivamente debido a Hamás o a la Jihad Islámica, sino porque Israel proyectó un mensaje de altísima vulnerabilidad e ineficacia de seguridad, de su gobierno, su ejército y su inteligencia. El temor inmediato en Jerusalem tras los ataques del 7 de octubre era que los mayores enemigos de ese país, liderados por Irán, aprovechasen el momento de debilidad, la conmoción ocasionada, y se sumaran a la guerra (de una forma mayor que como efectivamente lo han hecho). Esta lógica, independientemente de qué tan de acuerdo se pueda estar con ella, o independientemente de cuánto o cómo pueda ser retada mediante otras perspectivas teóricas acerca de las relaciones internacionales, parece estar dictando decisiones y acciones, y no puede ser entendida sin incorporar el cómo Israel e Irán se perciben como amenaza el uno del otro. Unos apuntes al respecto:
(Nota, este es solo un texto de seguimiento; no pretendo acá abordar un único aspecto acerca del conflicto de referencia, en otros textos que se pueden consultar en mi perfil de El Universal, explicamos el contexto interno y externo tanto en Israel como en Gaza y Cisjordania, así como el contexto de Hamás)
1. Primero, Israel e Irán son los mayores rivales en toda la región; libran desde hace años una guerra de “baja intensidad” (cada vez menos baja) y actúan continuamente para contenerse o, abiertamente, golpearse. Esto conlleva al menos dos vetas, la nuclear y la actividad regional iraní. Israel es un país nuclearmente armado; Irán considera que la única forma de equilibrar la balanza está en su propio proyecto nuclear y de misiles. Sobre ello ya hemos escrito y lo seguiremos haciendo posteriormente. Por ahora me concentro en el segundo rubro:
Irán ha construido una red de milicias aliadas (que tienen distintos grados de cercanía y coordinación con Teherán) en la región de Medio Oriente; Teherán aprovechó la guerra siria para establecer bases propias y posiciones de algunas de esas milicias aliadas, así como para establecer rutas de abasto y armamento de la red. Israel lleva años atacando esas posiciones y rutas de suministro en Siria.
Cada uno de los actores estatales y no estatales que conforman el “eje proiraní” señalado tiene características y metas propias, así como rivalidades no solo con Israel sino con otros países o actores.
2. Hamás, otros actores y matices dentro del “eje proiraní”
Como expliqué en mi último texto: “La colección de países y organizaciones pertenecientes al círculo de influencia y patrocinio iraní no es uniforme…La conexión entre Irán y Hamás nació casi por casualidad, después de que Israel decidiera en 1992 deportar a más de 400 miembros y líderes de Hamás a Líbano. Irán y Hezbollah acogieron a los deportados,
brindándoles entrenamiento militar en Líbano. También los financiaron con una suma de $50 millones de dólares al año, que continuó siendo generosamente proporcionada incluso después de que los miembros de Hamás regresaron a los territorios ocupados” (Barel, 2023).
Esto creó dependencia económica y militar de Hamás para con Hezbollah (de la cual hablamos poco más abajo) e Irán, pero no confianza ideológica o solidaridad religiosa. En 2013, el sheikh Youssef al-Qardawi, considerado el líder espiritual de la Hermandad Musulmana y la fuente de inspiración religiosa de Hamás, lanzó un ataque sin precedentes contra Hezbollah e Irán por la masacre de cientos de miles de civiles por parte del régimen de Assad en Siria. Refiriéndose a Hezbollah, dijo: "El líder del partido de Satanás ha venido a luchar contra los suníes... Ahora sabemos lo que Irán quiere. Quiere masacres continuas para matar a los creyentes suníes".
Esto, como vemos, complejiza las relaciones Hamás-Irán. No obstante, tras años de distanciamiento, de manera posterior a la guerra en Siria, Hamás se reconcilió con Teherán y Hezbollah, y, unidos esencialmente por la lucha contra Israel, hoy esa agrupación conforma uno de los pilares del eje de resistencia proiraní.
Además de Hamás y la Jihad Islámica, Irán ha conformado una red de milicias que operan en Siria e Irak. Estas milicias han avanzado los intereses de Irán y sus diversos aliados como el presidente Assad. También han sostenido ataques hacia las tropas estadounidenses en la región, ataques que hoy han escalado.
Aunque el frente Israel-Líbano ha tenido una clara escalada desde el inicio de las hostilidades en Gaza el 7 de octubre, los choques en el frente Israel-Siria están mucho más contenidos. A pesar de las mejoras en sus relaciones, Assad sigue desconfiando de Hamás, y su respuesta a la guerra en Gaza estuvo marcada por retórica, pero sin llegar a acciones concretas, debido a cálculos de seguridad y políticos (como lo son, posibles ataques estadounidenses e israelíes en Siria, el llamado de los Emiratos Árabes Unidos, y más).
Por último, están los houthies en Yemen. Los houthies son un grupo político-religioso zaídi chiíta, el cual participó en los enfrentamientos de la Primavera Árabe, y el cual desde hace años sostiene un conflicto armado contra el gobierno internacionalmente reconocido liderado por el presidente Hadi. En apoyo a Hadi, Arabia Saudita formó una coalición para combatir a dichos rebeldes houthies. A pesar de que inicialmente la cercanía entre los houthies e Irán era limitada, con los años y con el crecimiento de la rivalidad entre Teherán y el reino saudí, Irán fue coordinándose cada vez más con ese grupo rebelde, al grado de asegurar crecientemente su capacidad de ataque y combate (empleando por cierto a Hezbollah en esta tarea). Como parte de su guerra contra Arabia Saudita, los houthies han lanzado una enorme cantidad de misiles contra instalaciones petroleras de ese país y han atacado a EAU. Ahora mismo, han estado lanzando misiles—incluso balísticos—contra Israel, lo que paradójicamente coloca a Riad y a Jerusalem ante un enemigo común.
3. El caso de Hezbollah
De todos los actores que conforman el eje proiraní, Hezbollah es probablemente el mayor pilar con el que Teherán cuenta. Se trata de una agrupación libanesa chiíta que fue fundada,
que es financiada, armada y entrenada por Irán. Sin embargo, Hezbollah es una organización compleja. Su brazo armado, con lazos documentados con el crimen organizado, por ejemplo, en América Latina, ha cometido una importante cantidad de atentados terroristas (hace pocas semanas, la inteligencia brasileña frustró planes terroristas asociados a Hezbollah para cometer ataques en ese país), y en 2006 sostuvo un largo y abierto enfrentamiento contra Israel. Al mismo tiempo, la rama política de esa organización compite en elecciones en Líbano y forma parte del parlamento y del gobierno en ese país.
La realidad es que esta es la agrupación percibida en Israel como su mayor amenaza inmediata (toda vez que su patrón, Irán, se puede dar el lujo de evadir un conflicto directo con Israel mientras que cuente con brazos como Hezbollah para golpear a su enemigo). En aquel 2006, las hostilidades Israel-Hezbollah terminaron en una especie de empate (el cual en Israel fue percibido con sabor muy agrio, ya que las metas enunciadas, “la destrucción” de esa organización, no se consiguieron). Hezbollah tiene unas 10 veces la fuerza de Hamás, y una escalada mayor que involucre a esa organización sería no solo desastrosa para Líbano sino también para Israel.
Por ahora, Hezbollah ha decidido calentar su frente con Israel solo mediante intercambios de fuego relativamente limitados, pero sí suficientes como para haber ocasionado la evacuación de miles de residentes israelíes del norte del país, y tener al ejército israelí distraído, considerando siempre la posibilidad de que dicho frente se encienda más.
Dicho eso, hay otros factores que podrían restringir las acciones de Hezbollah. Esto incluye la desaprobación que hay en Líbano acerca de la posibilidad de ser arrastrados a un enfrentamiento con Israel, o bien, otros como la disuasión que ha ocasionado la presencia incrementada de Washington en la región, así como las amenazas de Biden. Pero por encima de todo, ahí está el mensaje que Israel está enviando y que, por lo que parece, tanto Hezbollah como Irán están recibiendo, al menos en parte.
4. Israel y su mensaje de fuerza
Como dije, independientemente de la crítica global que ha suscitado la ofensiva israelí sobre Gaza, para el establishment de seguridad de ese país, era fundamental restablecer su proyección de fuerza, especialmente en contra de sus enemigos mayores. Justamente, parte de su estrategia actual consiste en comunicar tanto a Hamás como a Hezbollah e Irán la determinación israelí y lo que ese país está dispuesto a hacer, incluso al costo de su imagen global, al costo de sus relaciones con países árabes, o bien, sus relaciones con países que le apoyan, lo que incluye el costo de tensar sus relaciones con Washington.
El desenlace, sin embargo, no está aún definido. Por ahora, Irán y sus aliados han evaluado implementar una estrategia de intervención limitada con el único objetivo de que Israel no pueda estar concentrado exclusivamente en su frente de Gaza, pero hasta ahí. No obstante, hay muchos factores que aún podrían hacer escalar esos otros frentes, especialmente en el caso de Hezbollah. Esto incluye desde accidentes hasta errores de cálculo. Hezbollah se encuentra estirando la cuerda cada vez más, probando en cada intento, la determinación de Israel, y ello puede hacer que esa cuerda se rompa, ocasionando, lamentablemente, que el tema de Gaza se quede corto ante la escalada que señalo.
Por ello la necesidad de estar atentos ante toda esta otra situación.
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