Esta semana, Irán recibió un ataque con drones contra una instalación militar en la ciudad de Isfahan. Este ataque ha sido ampliamente atribuido a Israel, y formaría parte de una espiral de violencia denominada de “baja intensidad” entre esos dos países. No obstante, estas agresiones son hoy mucho más abiertas y están escalando, lo que eleva los riesgos de que esta guerra de supuesto “bajo perfil” se salga de control y se transforme en algo mucho más delicado. La confrontación, que, hasta hace un tiempo, se había manifestado en rubros como bombardeos en el territorio sirio, ataques indirectos efectuados a través de actores aliados, ataques navales, ciberguerra y sabotajes varios, especialmente contra el proyecto nuclear iraní, ahora incluye, como vemos, ataques directos a territorio e instalaciones iraníes. ¿Cómo se ha ido produciendo esta cadena y qué podemos esperar bajo el contexto actual? Unas notas al respecto:

1. Recordar que Irán e Israel son dos de los mayores enemigos regionales desde hace décadas. Ambos países se perciben como amenaza. Israel considera el proyecto nuclear iraní, de hecho, como un peligro existencial. Para Irán, sin embargo, sus capacidades nucleares simplemente representan un esfuerzo por equilibrar la balanza ya que Israel cuenta con sus propias bombas atómicas desde hace más de 50 años. Irán apoya a diversos actores no-estatales que han cometido atentados contra civiles israelíes y han combatido contra su ejército en distintos momentos, tales como Hezbollah o Hamás. De su lado, Israel se mantiene efectuando actos de sabotaje que incluyen infraestructura civil y militar en Irán. Estos factores impactan continuamente en la forma como cada acción y reacción es entendida y respondida por cada parte. La violencia directa entre ambos—ya no por parte de aliados—ha estado creciendo en los últimos años de manera peligrosa.

2. Uno de los ámbitos en donde esta confrontación se ha mantenido escalando es el territorio de Siria, país fronterizo con Israel. En la medida en que Irán o sus aliados fueron resultando beneficiados del desenlace de la guerra siria, Israel fue sintiendo amenazada su frontera y su seguridad inmediata. Así, durante años, su aviación estuvo bombardeando Siria cada vez que detectaba que había un traslado de armas hacia la milicia libanesa de Hezbollah—fundada, armada, financiada y entrenada por Teherán—o las fábricas de armamento y posiciones del ejército del presidente sirio, Assad, aliado de Irán, que podrían operar a favor de milicias proiraníes. Sin embargo, conforme Teherán fue afianzando sus propias posiciones en territorio sirio (ubicando bases y personal militar iraní en ese país), Israel las ha estado atacado ya de manera directa (desde 2018). Cientos de soldados y oficiales iraníes han muerto en estos ataques. Irán, pensando en el largo plazo, ha elegido responder únicamente de manera ocasional y limitada y, en cambio, se ha concentrado en conservar y acrecentar dichas posiciones en ese territorio.

3. Otro rubro de enfrentamiento que ha estado escalando entre Israel e Irán es una guerra naval de baja intensidad , lo que fue reportado ampliamente por el Wall Street Journal desde hace años. Desde entonces, decenas de ataques contra buques iraníes (por ejemplo, los que se dirigen a Siria para llevar petróleo u otros productos) son atribuidos a Israel. Del otro lado, Irán es sospechoso de atacar mediante misiles o torpedos embarcaciones israelíes o navíos en los que existe participación o intereses de ciudadanos israelíes.

4. Lo relevante de esta serie de ataques mutuos tiene que ver con dos factores. El primero, se trata de una guerra cada vez más pública y abierta en la que, a diferencia de hace unos años, ambas partes están dispuestas a atribuir a la otra la responsabilidad del golpe, lo que conlleva también un compromiso de respuesta. El segundo, el nivel de los ataques. Por ejemplo, frente a un evento del 2021 en que un buque israelí fue impactado por un misil iraní, Israel respondió con enorme fuerza, atacando un navío que pertenecía a las Guardias Revolucionarias Islámicas ubicado en el Mar Rojo, el cual, se pensaba, operaba con fines militares y no civiles.

5. Un siguiente ámbito de enfrentamiento entre ambos países es el de la ciberguerra y los sabotajes. Por ejemplo, en 2020, hackers iraníes llevaron a cabo un ciberataque en contra de al menos unas 80 firmas israelíes ubicadas en toda clase de industrias, incluida la aeronáutica y la aeroespacial. Se trató de un ciberataque realmente masivo que se prolongó durante varias semanas. De su lado, Israel ha planeado y puesto en marcha ataques para sabotear plantas, tecnología e infraestructura iraní, también desde hace mucho tiempo. En julio del 2020, al menos siete barcos iraníes fueron incendiados en un puerto en el sur de ese país. También en 2020, hubo distintas explosiones en varios complejos militares, centros de investigación y depósitos de armamento en Irán.

6. Este es el punto en el que entra quizás lo más delicado: el rubro nuclear. Ya en el pasado, Israel ha conducido ciberataques contra el programa nuclear iraní. Más recientemente, en noviembre del 2020, un comando asesinó al Dr. Mohsen Fakhrizadeh, un científico iraní considerado el padre y líder del proyecto nuclear de ese país. En esa ocasión, el entonces presidente Rohani acusó directamente a Israel y prometió responder (justo entonces sobrevino el ciberataque masivo referido arriba).

7. En 2021, en una agresión también atribuida a Israel, drones cuadricópteros atacaron el reactor nuclear iraní de Natanz . El ataque fue denunciado por las autoridades iraníes como “terrorismo nuclear”. Hace un año, otros seis drones cuadricópteros explotaron en Kermanshah, en la planta principal iraní para manufactura y almacenamiento de drones militares (NYT, 2022). El pasado mayo, hubo otro ataque con drones en las afueras de Teherán, contra una planta de tecnología nuclear, de misiles y de drones.

8. Ahora bien, toda esta compleja situación no ha derivado por ahora en un conflicto armado entre esos dos países y probablemente, al menos durante algún tiempo más, seguiremos viendo respuestas similares a las que hasta ahora se han manifestado. Esto tiene distintas explicaciones. Señalo algunas para entender el contexto:

(a) El proceso de negociaciones nucleares entre Estados Unidos y otras potencias con Irán sigue estancado, pero aún vivo . En la medida en que Irán siga percibiendo que tiene razones para mantenerlo con vida, y que se beneficia de no entrar en una guerra directa con un aliado de Estados Unidos o de no ser percibido como beligerante, es probable que siga eligiendo responder como hasta ahora;

(b) En todo caso, Teherán parece convencida de que sus objetivos finales se están alcanzando mediante ejercer una “paciencia estratégica”. Sus posiciones en Siria, así como las de sus milicias aliadas, en lo general, se han mantenido a lo largo de los años, con todo y los retrocesos que frecuentemente sufren por los bombardeos israelíes. No hay daño militar o nuclear que hasta el momento no se haya podido revertir pasado un tiempo. La realidad es que, como constata hace unos días el director de la Agencia Internacional para la Energía Atómica, Irán ya cuenta con material suficiente para armar varias bombas nucleares si decide hacerlo;

(c) La guerra en Ucrania está acercando considerablemente a Irán y a Rusia , y es muy probable que Teherán esté valorando que, en el largo plazo, esa cercanía, así como su cercanía con China, terminarán por brindarle la protección que necesita para seguir avanzando en su estrategia mayor.

En palabras simples, es probable que su cálculo consiste en que entrar en una guerra directa con Israel en este punto, podría resultarle más perjudicial para sus proyectos nuclear, de misiles y de influencia regional, que si aguanta la confrontación en un nivel de baja escala.

Sin embargo, hay al menos otros cuatro elementos de contexto que añadir:

9. El primero es el movimiento social liderado por las mujeres, el cual, si bien ha disminuido en cuanto a su extensión e intensidad, sigue vivo, y, sobre todo, exhibe las enormes fracturas en la sociedad iraní. En ese sentido, la utilización de un “enemigo externo”, especialmente uno que es tan impopular en toda la región como Israel, a fin de generar cohesión interna, nunca puede descartarse.

10. El segundo es el nuevo gobierno liderado por Netanyahu, con el mayor componente de extrema derecha en la historia de Israel. Si bien ese primer ministro ha sido conocido por su aversión al riesgo (a pesar de su discurso, por ejemplo, él fue quien impidió bombardeos contra instalaciones nucleares iraníes en sus etapas mucho más tempranas del 2010 y 2011), las condiciones actuales son distintas. Las posiciones de varios de sus ministros son mucho más duras que las suyas. Las tensiones entre Israel y distintos actores palestinos se mantienen al alza y se empiezan a gestar condiciones que pudieran encender alguna de las varias mechas existentes.

11. El tercero: en los eventos de la semana pasada, Israel y EU mostraron una coordinación absoluta. El secretario de Estado, Blinken, llegó a Israel apenas 24 horas después del ataque contra Irán. Sería impensable que Washington no hubiese conocido los detalles de antemano; de hecho, probablemente parte del mensaje es justo ese: no solo Israel se mantiene exhibiendo su determinación, sino que cuenta con el aval de la Casa Blanca para seguir escalando.

12. El cuarto: Irán sigue avanzando hacia su bomba atómica y se encuentra cada vez más cerca de obtenerla , si es que decide dar los últimos pasos. Si ello ocurre en los próximos meses, esto pondrá a prueba no solo a la administración Biden, sino a Netanyahu y a su nuevo gobierno, quienes probablemente buscarán mostrar su disposición a cumplir con sus amenazas de “impedir a un Irán nuclear”.

Por tanto, es importante comprender que, si bien hay factores que parecen empujar hacia el mantenimiento de una relativa escala baja en estas confrontaciones, también hay otros nuevos que empujan en la dirección contraria. Lo seguiremos monitoreando.

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