Nos encontramos en momentos de alta tensión. Como explicamos hace unos días, Israel eliminó al líder militar de Hezbollah en los suburbios de Beirut, y al líder político de Hamás en Teherán, rompiendo en ambos casos las líneas rojas implícitas que se habían trazado en los niveles de enfrentamiento que estos actores sostienen. Irán y sus aliados determinaron hace ya varios días que los actos de Israel ameritaban una contundente represalia. Lo que han estado evaluando a lo largo de los siguientes días es el tamaño de esa represalia por varios factores que hoy retomamos y actualizamos.
Dos notas importantes: este es un texto de seguimiento; en mi texto previo (https://bit.ly/3LQtm10 ) explico cómo y por qué llegamos al punto en el que nos encontramos. Y segundo, se trata de eventos en desarrollo. Efectuamos el análisis partiendo de la información con la que contamos al momento de este escrito.
1. La lógica que movía a Irán y Hezbollah —su aliada mayor— hasta hace pocos días tenía que ver con llevar a cabo una guerra de desgaste contra Israel en respaldo a Hamás y la Jihad Islámica (otras dos aliadas de Teherán) y la lucha que esas milicias sostienen contra el ejército israelí en Gaza, pero sin activar una guerra mayor. El no detonar una guerra mayor ofrecía ventajas considerables. Para Hezbollah —cuya ala política forma parte del parlamento y gobierno libanés— era posible distraer y dañar a Israel sin tener que afectar mayormente a la población de Líbano (y a la opinión pública en ese país que se opone a ser arrastrados a una guerra) y sin tener que sufrir demasiada afectación a su infraestructura militar. El solo ejercer el monto de presión necesaria, había conseguido evacuar a más de 100 mil israelíes de la región norte de ese país, interrumpir la vida normal en toda esa zona y había obligado a Jerusalem a movilizar a decenas de miles de tropas en paralelo a su guerra en Gaza. Para Irán—que ha estado actuando mediante aliados como Hezbollah—estas afectaciones (y otras que no menciono) ocasionan el desgaste de Israel, su enemigo mayor, sin tener que asumir ninguna responsabilidad por los hechos o costos por llevar a cabo la estrategia. Todo ello conseguía cansar, agotar y dañar psicológicamente a Israel, mientras que, a la vez, Irán y Hezbollah podían jactarse de que funcionaban como factor de presión para que Israel cesara las hostilidades en Gaza y accediera a un acuerdo para liberar a cientos de prisioneros palestinos.
2. Esta misma lógica en teoría, hoy tendría que restringir las represalias tanto de Irán como de Hezbollah a causa de los asesinatos señalados. La teoría dice que la venganza o el castigo no deben dictar la política. A nivel estratégico no está en el interés de ninguno de esos actores detonar una guerra mayor. Pero la teoría también dicta que un actor que se muestra vulnerable pierde su capacidad disuasiva. Los iraníes lo expresaron de manera simple: el no responder contra Israel, invita a más ataques como los que vimos hace unos días.
3. Como resultado entonces, la lógica diría que tanto Irán como Hezbollah, estarían meditando un nivel de represalia que busque restaurar su capacidad disuasiva —haciendo pagar a Israel un costo tal, que la próxima vez que decida romper las reglas de enfrentamiento, tenga que pensarlo varias veces— sin que ello orille a la región a una guerra total que, insisto, no se encuentra en sus intereses estratégicos.
4. La cuestión es que una cosa es lo que se encuentra en los planes y los cálculos, y otra muy distinta es lo que puede acontecer en la realidad. Quizás la medida que dictará lo que resulte de dicha represalia será el monto de daños sufridos por Israel tras esos ataques. Esto dependerá de la capacidad que tenga Israel (y otros países que estarán participando en su defensa como EU y, quizás, algunos de sus aliados) para derribar los misiles y drones que le sean lanzados. Pero a su vez, eso estará determinado por el monto de proyectiles que le son lanzados al mismo tiempo, las direcciones y trayectorias múltiples de esos misiles y drones, y el nivel de participación de distintos aliados de Irán en la operación. Para ponerlo claro, en abril, las defensas israelíes consiguieron derribar más del 90% de los misiles que le fueron lanzados por Irán. No obstante, y debido a la cercanía geográfica con la que opera Hezbollah, la efectividad de las defensas israelíes disminuye considerablemente con los proyectiles, y especialmente los drones, que se lanzan desde Líbano.
5. Por ahora, podemos hablar de tres escenarios:
Represalia de nivel bajo: un solo ataque coordinado entre Irán, Hezbollah y otros actores, que esté dirigido solamente a bases militares o infraestructura militar en sitios como la zona norte o la zona sur de Israel, calculado para causar daños considerables, pero no bajas civiles mayores.
Represalia de nivel medio: uno o varios ataques coordinados entre todos esos actores en contra de instalaciones y bases militares, pero ubicadas en la cercanía geográfica de centros urbanos israelíes mayores como Tel Aviv o Haifa, elevando los riesgos para la población civil de esos centros urbanos, pero aún así buscando que el daño a la infraestructura civil no sea considerable. Hezbollah también podría atacar las instalaciones israelíes en el Mediterráneo para la exploración/explotación de gas. Conforme la represalia sube de nivel, podríamos hablar de una serie de ataques, incluso lo largo de varios días, con estos objetivos.
Represalia de nivel alto: uno o varios ataques coordinados entre todos esos actores dirigidos en contra de infraestructura militar y también en contra de infraestructura civil dentro de los centros urbanos mencionados e incluso otros más. Este nivel de represalia es el que mayor cantidad de víctimas civiles podría ocasionar.
En medio de esos escenarios hay muchos otros o combinaciones de lo señalado, las cuales se dibujan dependiendo del grado de represalia que se decida.
En todos los escenarios, Estados Unidos (y, quizás, varios de sus aliados) se involucrará de manera defensiva (derribando misiles y drones que sean lanzados contra Israel). Según ha anunciado la Casa Blanca, EU solo atacará si es directamente atacado (lo que sí podría ocurrir como parte de los ataques coordinados que señalo, especialmente ataques contra sus tropas en Irak o Siria). Pero aún así, Biden buscaría desescalar rápidamente pues lo último que desea es involucrar a Washington en una guerra mayor en pleno año electoral (considerando que 7 de cada 10 electores, según encuestas, se oponen a que su país se vea envuelto en una nueva guerra en Medio Oriente).
6. Todos esos escenarios son plausibles, pero según la mayoría de los análisis, el más probable se ubica en el nivel medio pues, a pesar de las declaraciones que se hagan, todavía, hasta este punto, la consideración mayor de no detonar una guerra a gran escala, sigue siendo el objetivo que dicta las decisiones.
7. Acá, sin embargo, lo que impulsará una nueva contra-respuesta israelí estará determinado como dije, por una combinación de factores: (a) las capacidades tácticas defensivas demostradas por sus escudos antimisiles y su fuerza aérea; (b) el monto de bajas militares y civiles, y de daños materiales que Israel sufra; (c) el nivel de participación en esa defensa de otros actores como EU, Francia y RU (e incluso otros países como Jordania) y por tanto, el nivel de involucramiento de esos actores en intentar que la situación no escale más; (d) por tanto, el peso político que esos actores—especialmente Washington como es natural—consigan ejercer en la toma de decisiones de Netanyahu. Ya en abril observamos a este sistema en funcionamiento logrando mitigar, en ese momento, la contra-respuesta israelí.
8. Al final, como vemos, se trata de una serie de consideraciones militares mezcladas con consideraciones políticas. Como lo dije en el texto previo: todas las partes están hoy sumidas en una guerra de voluntades, una guerra cognitiva en la que cada una busca incidir en la mente del enemigo, e imponer su capacidad disuasiva frente a éste. En la medida en que las partes quedan relativamente conformes con el nivel de impacto ocasionado en la mente de ese enemigo, en esa medida las hostilidades no escalarán más. Pero si una de las partes asume que necesita actuar para seguir imponiendo su capacidad de disuadir a su rival, en esa medida podríamos observar una espiral cada vez con mayores niveles de ascenso.
9. Por último, lamentablemente, también está la serie de factores que escapan a la lógica racional y a todas las consideraciones que las partes efectúan. Esto puede manifestarse desde errores de cálculo (como, por ejemplo, no evaluar correctamente las decisiones que puede tomar el enemigo) hasta los accidentes que pueden ocurrir cuando hay tantas variables en juego.
Seguimos observando y actualizando.
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