Muchas personas en todo el planeta llevan al menos los últimos dos años contemplando el escenario de una nueva Casa Blanca bajo Trump. Considerando esa posibilidad, toda una serie de actores desde Europa hasta Asia, desde América Latina hasta Medio Oriente, supuestamente se estaban preparando. Pasados estos dos años, sin embargo, la realidad es que sigue habiendo mucha incertidumbre, pocos blindajes y una altísima dependencia de las decisiones que se tomen en Washington. En foros globales uno puede ser testigo de cómo todo mundo sigue pidiendo y necesitando cosas de EU. Efectivamente, según distintos modelos de predicción, la moneda electoral en ese país sigue en el aire y Kamala Harris podría vencer. Pero, debido a las implicaciones que estas elecciones tienen en todo el globo, y tomando la vasta experiencia que ya tenemos en el análisis y seguimiento de Trump, hay que revisitar algunos temas: ¿Cuál es la lógica que mueve al expresidente? ¿Hasta dónde cumple o no con sus amenazas y amagues? ¿Cuáles son sus incentivos? ¿Cómo es que todo lo anterior podría operar con un Trump recargado “en modo de guerra total” como afirma Bannon su exasesor? Y evaluar al menos algunas de las potenciales repercusiones por si ese expresidente gana o bien, por si pierde la contienda electoral.

1. ¿Cuál es su motor? Bajo una visión pesimista de su país en lo interno y en lo internacional, el gran lema de Trump permanece vigente: Hacer a Estados Unidos grande otra vez. “Otra vez” porque antes lo fue, y ya no lo es, desde esa perspectiva. Internamente es un país consumido por el crimen, la falta de orden y el desgobierno. Externamente es un país a quien nadie respeta y del que todo mundo se aprovecha, que vive luchando guerras ajenas, lejanas y costosas sin ser adecuadamente retribuido. Bajo esa óptica, Estados Unidos, dirigido por administraciones lo mismo demócratas que republicanas, firma toda clase de acuerdos mal negociados en los que las contrapartes son expertas en sacar ventajas de la superpotencia.

2. Por tanto, su política exterior ha sido nombrada como un “aislacionismo transaccional”. America First (Estados Unidos primero) consiste en asegurar decisiones y transacciones que garanticen réditos claros, palpables e inmediatos para Washington. En la medida en que éstos existan y sean evidentes, Trump puede acceder a determinadas negociaciones o a ciertas posturas. Pero si un supuesto aliado, por ejemplo, no está dispuesto a pagar por su defensa (ya sea de manera directa o bien, pagar los despliegues de EU), en esa medida la alianza puede ser cuestionada.

3. Trump, según afirma, ya estaba conduciendo a EU por ese camino. Biden revirtió esos avances. Mostró debilidad, dice Trump, perdió el respeto de todos los rivales de EU. Se puso, una vez más, a negociar con ellos cediendo bajo términos desfavorables para Washington. Es por ello que Rusia decidió invadir Ucrania, y es por ello que Hamás o Hezbollah decidieron atacar a Israel. Nada de ello hubiese ocurrido, afirma, si él fuese presidente.

4. Esta lógica viene recargada. Trump está decidido a mostrar toda la fuerza a la hora de negociar, lo que, en su estilo, implica anunciar la imposición de medidas como aranceles, o, por ejemplo, la salida de EU de una serie de acuerdos o tratados, para posteriormente revisar en qué medida cabe renegociarlos o no, según los términos que se ofrezcan a la Casa Blanca. Esto significa que Trump no está necesariamente cerrado a retomar conversaciones sobre una gama de temas, pero los términos que se le ofrezcan deben ser lo suficientemente atractivos como para que él ceda en sus posturas. Algo que, como hemos visto en el pasado, no siempre consigue. Por ejemplo, el acuerdo nuclear con Irán solo fue abandonado por EU sin ningún éxito en la renegociación que Trump planteaba, con la consecuente radicalización de Teherán al punto de que posteriormente fue imposible revivir aquel acuerdo. O bien, con China. Durante el período de Trump, hubo negociaciones importantes e incluso la firma de la fase 1 de un acuerdo comercial. Pero las negociaciones terminaron por colapsar y ni siquiera se consiguió que el acuerdo fase 1 fuese cumplido en su totalidad. No obstante, sí hubo apuestas que fueron vistas por Trump como exitosas. Una de ellas fue el T-MEC. Hubo varias más.

5. Trump busca siempre exhibirse como un presidente que cumple. No nos quepa duda. Este es uno de los elementos centrales que motivan sus decisiones y su comportamiento. A alguien con su personalidad le es crítico que sus amenazas tengan dientes y credibilidad. También le es fundamental mostrar a su base que él es eficaz en alcanzar los objetivos de la agenda que les mueve. Y en los casos en que no puede cumplir, como, por ejemplo, construir (la totalidad de) el muro que prometió, no fue por no haberlo intentado sino porque el establishment, que trabaja en su contra, “lo impidió”.

6. La conspiración. En ese sentido Trump, al igual que buena parte de su base, está convencido de que hay un “Estado Profundo” trabajando en su contra. Como nos explica Cass Sunstein, el mayor predictor de una conspiración, es la creencia previa en una conspiración anterior. Las teorías de conspiración se dan en cascada. De manera que, así como en su momento Trump afirmaba que Obama no era estadounidense y que era musulmán, también afirmó que Hilary Clinton le robó votos (a pesar de que él ganó), y que posteriormente el establishment trabajó en su contra para sacarlo del poder mediante una fiscalía especial, luego dos juicios de destitución o Impeachment, luego el fraude electoral masivo del 2020, para luego seguirle atacando más recientemente con una serie de cargos judiciales y en los últimos meses, un “ficticio” veredicto de culpabilidad.

7. Así que ahora no solo buscará cumplir en todos sus amagues respecto a asuntos internacionales—de comercio, de migración, de seguridad—sino también en cuanto a sus amenazas internas para hacer pagar costos a quienes obraron y obran en su contra, empezando por Biden.

8. Pero todo lo anterior también revela una parte de su personalidad que muchos actores dentro y fuera de EU supieron usar a su favor. En la medida en que esos actores exhiben que de alguna forma favorecen el cumplimiento de alguna promesa de Trump, o bien, le ayudan a encuadrar determinada decisión, negociación o acuerdo de manera tal que el presidente pueda proyectarse como alguien que cumple su palabra, en esa medida será posible contar con su apoyo para decisiones en lo interno o lo internacional. Desde AMLO hasta Seúl, desde Arabia Saudita hasta Europa Central, hay abundantes ejemplos al respecto. También los hay a la inversa. Sin importar los costos estratégicos para EU, si algún país o actor decide oponerse a Trump, se toparán con toda su fuerza y el desenlace dependerá de quién tenga más capacidad de desplegar esa fuerza (política o material) porque ahí sí, incluso al costo de una exhibición de poder a nivel internacional, el aislacionismo de Trump se puede quedar en el cajón con tal de mostrar que él sí es un presidente que cumple, “no como Obama o Biden”. Esto incluyó en su momento bombardear al ejército del presidente Assad en Siria a pesar de la presencia militar rusa en ese país, asesinar a Qassem Soleimani, el segundo hombre más poderoso de Irán, o lanzar la “Madre de Todas las Bombas” para atacar a la rama afgana de ISIS.

9. Entonces, cualquier actor interesado en avanzar su propia agenda, sea Zelensky o Macron, Sheinbaum, Xi Jinping, Pezeshkian, el nuevo presidente iraní, o Putin, quien sea, debe estudiar a fondo los compromisos de Trump con su base, la forma como ese presidente encuadra el cumplimiento de esos compromisos dentro de su narrativa, y en todo caso, estimar adecuadamente sus capacidades para avanzar sus intereses a partir de tácticas de cooperación o conflicto, negociación colaborativa o confrontativa, o cualesquiera otras. Pero no asumiendo que Trump es alguien que habla al aire, e incumple sus promesas o amenazas, especialmente cuando el cumplirlas le reditúa políticamente en lo interno o en lo externo.

10. Al mismo tiempo, no obstante, la experiencia de su período previo nos enseñó que se trata de un presidente a quien funciona muy bien la impredecibilidad. Su comportamiento errático, sus decisiones a veces tomadas desde su “estómago” o desde la intuición, mandan continuamente el mensaje de que, bajo su mando, todo puede pasar.

11. Los “adultos en la sala”, es una expresión empleada en distintos momentos varios de sus colaboradores como Mattis, uno de sus secretarios de defensa, o Bolton, uno de sus asesores de seguridad nacional. De acuerdo con ellos, Trump tenía que ser continuamente contenido por personas de su alrededor quienes tenían, a decir de ellas, una responsabilidad para con su nación. Si Trump decía que había que invadir Venezuela, o había que sacar a EU de la OTAN, o había que ordenar la salida de Washington del TLCAN, imponer aranceles inmediatos sobre México o incluso “mandar misiles contra laboratorios de la droga”, siempre había alguien en la sala que lo detenía, y lo orillaba a contenerse. Vale la pena leer los libros que escribieron varios personajes que en su momento fueron cercanos a él. Esta vez, nos explica Bannon, no será así. Después de haberse enemistado y haber despedido a uno tras otro de esos “adultos”, Trump aprendió su lección y en esta ocasión se rodeará solo de personas leales, como quienes operaron la última etapa de su gobierno.

11. Considerando varios factores arriba descritos, si Trump pierde, tanto por el discurso que él ha emitido (no ahora sino desde mucho tiempo atrás) como por la forma como su base interpreta ese discurso, debemos esperar un período de alta inestabilidad. Como hemos visto, la violencia política puede venir de cualquiera de los bandos. Según el NYT, “Robert Pape, un politólogo de la Universidad de Chicago, encontró (hace pocos meses) que el 10 por ciento de los encuestados dijo que el uso de la fuerza está justificado para evitar que Donald Trump se convierta en presidente. Un tercio de los que dieron esa respuesta también dijo que poseía un arma”. El otro lado del polo es igualmente preocupante: “El siete por ciento de los encuestados dijo que apoya el uso de la fuerza para restaurar a Trump en la presidencia”. La mitad de ellos dijo que poseía armas. Otras encuestas de los últimos años reflejan, igualmente, que en EU hay entre 10 y 15% de las personas que respaldarían el uso de la violencia para obtener sus fines políticos. Estos datos, pueden influir la conducta de grupos polarizados, en personas que no acepten una potencial derrota de Trump, o bien, en ese escenario, aquellos grupos que decidan defender una posible victoria de Harris.

12. El tema es que, sea cual sea el escenario que viene, hay múltiples rivales de EU que están siguiendo este proceso al detalle. Algunos de ellos incluso han buscado influir en los resultados. Pero están prestando mucha atención ante escenarios de inestabilidad, de confrontación interna, o bien, escenarios aislacionistas, escenarios de repliegue y de tener que mirar hacia adentro. Para sus intereses nada es mejor que ver a la mayor superpotencia distraída en sus propios asuntos pues ello produce vacíos que son, normalmente inmediatamente aprovechados.

Hasta acá por hoy. Mucho más en los días que siguen.

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