Mauricio Meschoulam

Del Sahel a Ucrania: Grupo Wagner, jihadismo y militares africanos

Articulista Mauricio Meschoulam. Foto: EL UNIVERSAL
06/05/2023 |02:57
Mauricio Meschoulam
autor de OpiniónVer perfil

Tres factores paralelos están entretejiendo lo que sucede en distintas regiones de África con la guerra en Ucrania y la política interna en Rusia: el ascenso del extremismo jihadista, los golpes militares y el Grupo Wagner de contratistas privados rusos. Considere lo siguiente: Hace pocos días tuvieron lugar dos ataques separados en el Sahel. En Burkina Faso, de acuerdo con la ONU, al menos 150 civiles fueron asesinados por las fuerzas de seguridad del país, supuestamente, según afirma la junta militar, porque buena parte de esa población está respaldando a los grupos jihadistas que ahí operan. En otro evento que causó decenas de civiles muertos y heridos, un grupo afilado a Al Qaeda, el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin o JNIM), atacó un campamento de las Fuerzas Armadas de Malí, campamento que hospeda a fuerzas del mencionado Grupo Wagner. Ese cuerpo militar privado, liderado por Prigozhin, ha ido tejiendo intereses en varios países de África y otros continentes y, a la vez, está siendo una pieza fundamental en la intervención rusa en Ucrania. La combinación de esos tres factores muestra la complejidad del sistema internacional, así como los aspectos que vinculan a las distintas partes del sistema. A continuación, unos apuntes al respecto:

1. Sobre el jihadismo en la zona: el Sahel africano es una de las regiones más afectadas por terrorismo desde hace años. Según el Índice Global de Terrorismo 2023, en los últimos 16 años, las muertes por terrorismo en la región han crecido más del 2,000 por ciento, un incremento que está muy “lejos de abatirse”. Esto se relaciona con motores esencialmente sistémicos que incluyen “una débil gobernanza, polarización étnica, inseguridad ecológica, abusos por las fuerzas de seguridad de los estados, conflictos pastorales, el crecimiento de la ideología del islam salafista, inestabilidad política, crimen organizado transnacional, inseguridad alimentaria y la competencia geopolítica global” (IEP, 2023).

2. Burkina Faso y Malí se encuentran entre los cinco países más golpeados por terrorismo en el mundo. Pero, además, hay otras cosas que esas cifras no revelan. De acuerdo con la ONU, la conflictiva del Sahel está dejando a más de 10 millones de niñas y niños en necesidad de ayuda humanitaria, más del doble que en 2020. En general, de acuerdo con un reporte procedente del Centro de Estudios Estratégicos de África (2023), las fatalidades por la militancia islámica en el continente subieron un 50% en el último año.

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3. En un relato que habla mucho acerca de temas que las cifras no comunican, en Malí, el grupo JNIM, la organización afiliada a Al Qaeda que mencionamos arriba y que domina parte del territorio en ese país, negoció un pacto de no agresión con otros grupos armados, incluidos los separatistas tuareg entre otros, para poder combatir mejor a la rama local de ISIS o “Estado Islámico en el Gran Sahara” (ISGS). Más allá de los atentados que estas organizaciones puedan cometer contra civiles, los hechos que señalo nos hablan de la lucha por el poder, la guerra por el territorio, y sus capacidades para cometer ataques futuros, contra gobiernos y sociedades.

4. Adicionalmente, esa región de África también ha experimentado una ola de golpes militares, uno tras otro, y una de las banderas políticas que los generales golpistas han esgrimido, ha sido la de prometer un más eficiente combate en contra del extremismo jihadista. Además, como acá lo hemos compartido, la investigación muestra que, mientras más miedo existe en una sociedad—algo natural, producto del incremento del terrorismo en su región—más dispuestas se encuentran esas sociedades a sacrificar libertades y a apoyar a figuras autoritarias que prometen recuperar su seguridad vulnerada.

5. La competencia y rivalidad entre potencias globales se ha dejado sentir en la zona. En este caso, se trata de una región con una alta influencia histórica de Francia. Ese país ha enviado misiones militares para apoyar en el combate contra distintos grupos jihadistas, pero dos cosas son evidentes en estos últimos años: la primera es que la eficacia de estas tropas francesas ha sido enormemente limitada, y la segunda es que el gobierno de Macron optó por irse desvinculando de este combate por otro tipo de prioridades que han ido emergiendo. Esto a su vez se conecta con otros dos elementos. Uno, que los generales golpistas emplean continuamente consignas antifrancesas (o anti-ONU) en el discurso que justifica sus acciones, y dos, que Rusia ha estado aprovechando los vacíos provocados para incrementar su influencia en la región.

6. El método principal empleado por Moscú para hacer esto último, es justamente el Grupo Wagner, una empresa militar privada vinculada al Kremlin, al Ministerio de Defensa ruso (particularmente a la Dirección Principal de Inteligencia militar, o GRU) y al Servicio de Seguridad Federal (FSB), la sucesora de la KGB. La presencia de personal del Grupo Wagner en países como Malí, a donde llegó asistido por las Fuerzas Armadas Rusas desde diciembre del 2021 (CSIS, 2022), había venido creciendo de manera considerable hasta antes de la intervención rusa en Ucrania. Paralelamente crecía también la actividad política y diplomática de Moscú en la zona, así como sus lazos con los gobiernos de facto. Todo esto, mientras que distintos sectores de las sociedades de esos países aceptaban el discurso que culpa a Francia y a las misiones de paz de la ONU por su situación de seguridad. Lo interesante entonces, no es solo la prevalencia de un sentimiento antioccidental y anti-ONU, sino la emergencia de un sentimiento prorruso en determinados sectores de dichas sociedades.

7. La cuestión es que la guerra en Ucrania, también ha impactado las relaciones entre Wagner y Moscú. Podemos decir que los análisis previos a la situación geopolítica actual, indicaban en su mayoría que Wagner era un arma más que Putin utilizaba (en buena medida debido a su cercanía principal con Prigozhin). Pero tras la guerra en Ucrania ese análisis necesita complejizarse. De un lado, Wagner se viene empoderando más cada vez por lo indispensable que se ha convertido en el frente de batalla. Del otro, Prigozhin ha estado chocando continuamente con distintos actores en Rusia que también son cercanos a Putin, especialmente en los temas de la guerra y la seguridad. Casi no hay semana en la que el líder de Wagner no alce la voz en contra del ministerio de defensa u otros actores políticos. Apenas ayer, por ejemplo, el líder de Wagner amenazó con retirar la semana que viene a sus fuerzas del frente de combate en Bakhmut, una ciudad por la que Rusia lleva luchando 10 meses, ya que, según dijo en sus redes, el ministerio de defensa no les está surtiendo las municiones que necesitan para combatir. Por si fuera poco, Prigozhin está dando cada vez más señales de querer incursionar en la política rusa, lo que, sin duda, tiene a Putin muy incómodo.

8. Por tanto, es indispensable mirar al grupo Wagner como un grupo que cada vez cobra más fuerza y que podría mostrar más signos de relativa independencia del Kremlin. Valoremos, por ejemplo, este panorama que provee un informe de inteligencia del Soufan Center (SC):

9. Según el análisis de algunos los documentos de inteligencia recientemente filtrados en EU, Wagner está buscando establecer una “confederación” de estados africanos que sean “prorrusos y antioccidentales”. Para ello, el SC estima que Wagner se está aprovechando tanto del vacío generado por los repliegues de Francia, EU y otros aliados de la zona, como de la vulnerabilidad que prevalece en esas regiones ante el ascenso de la violencia terrorista y de otros actores no estatales.

10. Así, los contratistas privados de Wagner han brindado asistencia militar, logística y operaciones de información en varios países africanos, incluyendo a Libia, República Centroafricana, Malí, Burkina Faso y Sudán. Wagner también tiene conexiones con la República Democrática del Congo y está en pláticas para expandirse a Zimbabue y Eritrea. Wagner ha empleado a Argelia y a Camerún como puntos logísticos, ha operado en Madagascar, Mozambique, Sudán del Sur y Guinea Ecuatorial y planea contrarrestar la influencia occidental en Guinea (SC, 2023).

11. En otro sentido, de acuerdo con el informe, la presencia de Wagner en África ha tomado por sorpresa a Estados Unidos y sus aliados. Es decir, ante la falta de una estrategia bien planeada e implementada por Washington, EU está perdiendo terreno en la competencia entre las grandes potencias en esa zona del mundo.

12. Esto no obstante y más allá de los reportes acá compartidos, nos genera varias preguntas. Primero, si Wagner sigue concentrando su fuerza y energía en Ucrania, ¿hasta qué punto tiene capacidad de continuar desplegando sus brazos en estos países africanos y qué ocurriría si sus fuerzas se siguen mermando como hasta ahora parece ser el caso (el último informe en Washington estima que Wagner ha sufrido cerca de 50 mil bajas entre muertos y heridos en Ucrania)? Segundo, en todo caso, ¿qué sucedería con esta influencia que Moscú y sus aliados están desplegando en las regiones acá mencionadas, ante una potencial derrota en Ucrania? ¿Qué pasaría con su proyección de poder duro? Tercero, ¿cómo equilibrará Putin la dependencia que está tejiendo con Wagner—tanto para efectos de la guerra en Ucrania como para efectos del despliegue de influencia rusa en muchas otras zonas del globo—con su necesidad de que Prigozhin no se siga empoderando al punto de poner en jaque a otros actores que también le son necesarios o incluso, eventualmente ponerle en jaque a él mismo y a su poder?

Mirar el terrorismo o los golpes de Estado en África, como vemos, es también mirar a Ucrania, mirar la política interna en Rusia, y en general mirar todo lo que está sucediendo en el sistema global.

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