El 6 de agosto Ucrania lanzó un inesperado ataque terrestre en la región de Kursk, Rusia, con tropas y vehículos blindados. Este ataque, que podría ser uno de los mayores en territorio ruso desde el inicio del conflicto. Inicialmente, las autoridades ucranianas no comentaron sobre la operación. Posteriormente Kiev informó que Ucrania ha logrado dominar decenas de poblados rusos y actualmente controla unos mil kilómetros cuadrados de territorio. Esa información puede estar siendo exagerada por Kiev con fines de comunicación política, pero sin duda se trata de una ofensiva que está teniendo un impacto narrativo considerable, no solo por lo que se habla sobre el ejército ucraniano, sino porque también se comienza hablar de decenas de miles de desplazados internos en Rusia a raíz de estos hechos. El efecto militar en el mediano o largo plazo está aún por verse y quizás será limitado. Lo que es un hecho es que Ucrania ha apostado muy alto a esta ofensiva con tal de regresar a la conversación global y cambiar la forma como esta historia está siendo contada. Eso ya es en sí mismo un valor para Kiev, aunque el costo puede ser muy elevado. Unos apuntes al respecto.
Contexto previo
El contexto previo a la actual ofensiva ucraniana sobre territorio ruso debe leerse a partir de al menos, los siguientes 10 elementos. Primero, el fracaso de la contraofensiva ucraniana del 2023; segundo, los múltiples y desesperados llamados de Kiev a Occidente, ya desde ese año, para apoyarle, dada su amplísima desventaja en artillería y en defensas antiaéreas, que se sumaban al agotamiento y escasez de sus tropas en el frente, y al desgaste de medios, audiencias y sociedades ya cansadas de hablar sobre esta guerra; tercero, la negativa durante meses del Congreso de EU para aprobar un paquete de ayuda que era urgentemente necesitado; cuarto, la victoria rusa, ya en 2024, sobre Avdiivka, un sitio que fue disputado por ambos ejércitos durante meses pero que, tras dicha victoria rusa, marcaba la pauta para lo que habría de venir; quinto, la presión rusa sobre otros cinco puntos en las líneas del este ucraniano; sexto, el aumento de esa presión en otros tres, cuatro y luego seis puntos más; séptimo, la aprobación de la ley de movilización en Ucrania; octavo, ahora sí la aprobación del paquete de ayuda de EU hace apenas unos meses, pero, noveno factor: la evaluación de que tanto la movilización ucraniana como esa ayuda estadounidense ha tardado meses en materializarse e impactar en las líneas de defensa.
Por tanto, en décimo lugar, la evaluación por parte de Rusia de que, Moscú necesitaba aprovechar la ventana de oportunidad que la combinación de factores arriba descritos le otorga y hace unos meses lanzó una nueva embestida sobre la región de Kharkiv, la cual consiguió avances relativamente importantes, además de continuar otras ofensivas sobre el este ucraniano que no han cesado.
Ahora, Ucrania cambia la narrativa: ¿cómo se cuentan las historias de la guerra?
1. Ese es el punto en el que el pasado 6 de agosto llega la sorpresiva ofensiva ucraniana sobre territorio ruso. Al momento de este escrito, dependiendo la fuente que se lea, Ucrania controla desde unos pocos hasta quizás varias decenas de poblados rusos en Kursk en alrededor de cientos de kilómetros cuadrados o quizás hasta mil kilómetros cuadrados de territorio en Rusia.
2. En los medios se ha escrito que Kiev tiene dos objetivos mayores. Uno militar y otro político. Militarmente Ucrania busca distraer a Rusia de sus ofensivas en el este ucraniano, no solo en términos de atención e iniciativa, sino preferentemente desviando tropas que actualmente estaban presionando al ejército ucraniano en aquellas zonas, a fin de defender su propio territorio. Políticamente Ucrania busca metas en múltiples niveles: (a) generar un efecto psicológico en Moscú que pueda impactar negativamente la posición de Putin, (b) fortalecer la moral entre sus propias fuerzas y en la población ucraniana, (c) romper el ciclo de noticias negativas a nivel global y con ello provocar un vuelco narrativo, es decir, impactar en la forma como esta historia está siendo contada. En varios análisis se ha comentado que lo que busca Kiev en última instancia es fortalecer su postura para el efecto de futuras negociaciones.
3. Esto último parece complicado. Para eso hay que entender el factor militar. Ucrania está utilizando para esta operación únicamente a unas 2,000 tropas de las brigadas mecanizadas 22 y 88 así como una brigada de asalto aéreo. La razón de ello es obvia. El ejército ucraniano no cuenta con suficientes soldados como para enviar una cantidad mayor pues eso descuidaría los puntos del frente del este de su territorio que se encuentran bajo presión. El haber enviado a esas 2,000 tropas ya es en sí misma una gran apuesta. Es decir, como parece, las probabilidades de que Ucrania logre conservar el territorio ruso que actualmente tiene en su poder no son inexistentes, pero sí son bajas. De hecho, ya ayer se reporta que los avances rusos sobre el este ucraniano continúan a pesar de lo que ocurre en Kursk y que Rusia combatirá la ofensiva ucraniana con otras tropas, no las que operan en el este ucraniano (aunque ello tarde). Por tanto, podríamos decir que esta apuesta va mucho más en otro sentido: impactar de manera importante la narrativa acerca de la guerra.
4. La forma como relatamos las historias acerca de lo que sucede a nuestro alrededor—al margen de su posible “veracidad” factual o no— tiene efectos psicológicos y políticos que moldean la toma de decisiones reales. Entonces, más allá del desarrollo material de la guerra entre Rusia y Ucrania dictada por las batallas, los ataques, el armamento, las líneas del frente, las ofensivas y contraofensivas, hay que revisar con detenimiento la manera en que la historia de esos enfrentamientos está siendo narrada y la evolución de ese relato. Esa otra historia (la historia de la historia) también ha pasado por diversas fases, y cada una de esas fases ha producido y sigue produciendo efectos políticos relevantes.
(a) Probablemente lo que marcó el 2021 y los inicios del 22 antes de la invasión rusa fue una narrativa que hablaba acerca de una potencial apabullante victoria de Moscú.
(b) Una segunda narrativa sobrevino cuando se empezó a construir el relato de las incapacidades rusas y del heroísmo ucraniano que consiguió hacer que Rusia se replegara de Kiev. De pronto, Rusia “no era tan invencible”. Esta narrativa todavía se robusteció de mayor manera cuando hacia septiembre del 2022, Ucrania sorprendió a todo el planeta pues en pocos días recapturó al menos el 20% del territorio que Rusia controlaba en el este ucraniano y pocas semanas después, sus victorias también se multiplicaron en el sur.
(c) Lo que pasa es que esta narrativa también generó expectativas adentro y afuera de Ucrania. Según encuestas internas, casi nueve de cada diez ucranianos se oponían a efectuar concesiones territoriales a Rusia (ni una pulgada). Ello se sumaba a que también el 90% de ucranianos consideraba que era completamente viable que su ejército derrotara al ruso.
(d) Paralelamente, para Moscú era indispensable impactar en esas narrativas, construyendo importantes contranarrativas a través de discurso, decisiones y acciones.
(e) Luego, vino la esperada contraofensiva ucraniana del 2023, pero sus resultados fueron escasos, si acaso. Ello nuevamente impactó sobre los relatos de la guerra. La frustración y expectativas incumplidas marcaron una historia de “despertar”, acerca de que “finalmente Ucrania quizás no podrá derrotar a Rusia”.
5. Es ahí en donde tenemos que insertar la nueva ofensiva ucraniana sobre territorio ruso iniciada el pasado 6 de agosto. El hecho de que en los medios se empiece a hablar de un “cambio de guion” o de un vuelco a la dinámica e iniciativa de la guerra, puede o puede no estar hablando de lo que realmente termine por suceder en el terreno de las hostilidades. Lo que definitivamente sí hace, es, reactivar la conversación acerca de la guerra en Ucrania e impactar sobre las historias que se están contando de esa guerra. Ahora, según cuentan esas historias, Ucrania está recuperando la moral, está quebrando la iniciativa y las tácticas rusas, está logrando efectos políticos en Rusia debido a que contrasta fuertemente con la noción que llega desde el Kremlin acerca de que Rusia está “cerca de la victoria”. La narrativa que llevaba meses sumida en el pesimismo, frustración e incredulidad, ahora recupera signos de esperanza para Kiev y aporta posibles rutas de salida, o cuando menos, de una posición de negociación más firme. Por tanto, si seguimos la lógica de esa narrativa, ahora vuelve a tener sentido aportar recursos, armamento y entrenamiento a Ucrania. Nuevamente el derrotar a Rusia, en esa lógica narrativa, “parece viable”.
6. Las guerras son, sin embargo, más complejas que eso. El impacto narrativo importa y puede ser un factor contribuyente en los temas que señalo, los cuales ultimadamente sí pueden llegar a tener efectos materiales considerables. Pero al final del camino, el desenlace de una guerra tan larga como esta, termina siendo determinado por factores como la capacidad militar de los actores en el largo plazo, sus capacidades para reabastecer tropas y armamento, la capacidad de sus economías para resistir, su capacidad para mantener la viva la moral y para poder blindarse de efectos políticos negativos que toda esa serie de factores pueden acarrear. Esto se alimenta de múltiples vectores y actores, no solo en lo local sino también en lo global. Ahí es en donde juegan EU y sus aliados (y su disposición a seguir respaldando a Ucrania), pero también los aliados de Rusia, o los países que, sin ser sus aliados, se mantienen colaborando con su economía, sus finanzas y su comercio.
La ofensiva ucraniana sobre territorio ruso, con sus efectos materiales y narrativos, debe ser analizada a la luz de esa combinación de factores desde este momento y hacia adelante. La guerra, como lo dijimos desde 2022, no es estática, sino fluida. Monitorear cada uno de esos elementos resulta crucial para entender lo que pueda seguir. Así que seguiremos hablando del tema.
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