Si las encuestas fuesen una fotografía, y la fotografía que hoy estamos viendo se mantuviera estable durante los días siguientes, Biden debería llegar a la presidencia de EEUU. Esto es válido tanto para las encuestas a nivel nacional, como para el promedio de las encuestas en estados que son clave para ganar la elección. Por eso, al momento de este escrito, portales como el FiveThirtyEight dan a Biden cerca del 90% de probabilidades de ganar. La cuestión es que esas fotografías no siempre tienen la capacidad de retratar la realidad de manera fiel. Incluso asumiendo que estas encuestas sí estuviesen siendo eficaces en proyectar el resultado del próximo martes, hay aún un número de obstáculos que deberán ser salvados para que ese retrato se transforme en hecho consumado. En otras palabras, para que Biden llegue a la Casa Blanca se deben cumplir una serie de condiciones de las cuales acá expongo tan solo cinco.

Primera condición: que la intención de voto que hoy estamos viendo se refleje en votos efectivos y que los márgenes de error de las encuestas, muchas veces ocultos, no rebasen las proyecciones. Nate Cohn, por ejemplo, hace un ejercicio en el New York Times en el que, además de señalar los promedios de encuestas en estados clave, también identifica cómo quedaría el resultado de ese estado si es que las encuestas “estuviesen tan equivocadas como en 2016”. Hasta el miércoles pasado, considerando ese “mayor” margen de error, seis estados que hoy se inclinan hacia Biden, podrían terminar eligiendo a Trump. Al día viernes, son solo tres los estados bajo esas circunstancias y aún si éstos terminaran votando por Trump, Biden resultaría el ganador de la contienda. Por mucho. La primera condición que tiene que cumplirse, entonces, es que esas proyecciones se materialicen.

Segunda condición, la participación electoral a favor de Biden. Es decir, una cosa es responder una encuesta y expresar una intención de voto, y otra es efectivamente salir de casa a emitir el voto. Lo señalo porque en el pasado, ha habido ocasiones en las que los republicanos se muestran más capaces de movilizar a sus bases que los demócratas. Hay reportes en el partido demócrata que reflejan temor al respecto de que un sector de su electorado se confíe por el panorama que reflejan las encuestas y, tal vez por temor a la pandemia o por simple falta de entusiasmo, no salga a emitir su voto. Esto podría ser crucial en estados en los que la victoria de Biden se está jugando con solo dos o tres puntos porcentuales. Consecuentemente, en dicho partido, se está haciendo un enorme esfuerzo de movilización para energizar la parte del voto que será presencial. Del voto por correo hablamos en seguida.

Tercera condición: que el voto por correo sea efectivamente recibido y contado. Coloco este punto acá porque, debido a la pandemia, se espera que esta vez, aproximadamente 80 millones de personas, o incluso más, votarán por correo (Lawfare, 2020). Esos números que ya al día de hoy rebasan al 50% de quienes votaron en 2016, suponen retos enormes. No se puede atender el flujo de esa cantidad de correos con los parámetros y las reglas de elecciones efectuadas bajo circunstancias normales. Por ejemplo, en términos del número de buzones que podrán recibir esos votos, o en términos de los plazos bajo los que esos votos podrían recibirse y contabilizarse. Lo que hemos estado viendo hasta ahora es que hay más de 300 juicios en los que situaciones como esas están siendo disputadas entre el partido republicano y el demócrata, y, por ahora, en una gran cantidad de casos, los jueces no están permitiendo la flexibilización de las reglas existentes. En los casos de Pensilvania y Carolina del Norte, la Suprema Corte de Justicia sí falló a favor de extender el plazo para la recepción de estas boletas, pero hay muchos otros casos en disputa.

Considere esto: en Texas, la suprema corte de justicia estatal, confirmó una política anunciada por Greg Abbott, el gobernador republicano, que limita a uno el número de buzones para que cada condado reciba las boletas enviadas por correo. Esto incluye a un condado como el que aloja a la ciudad de Houston, con casi cinco millones de habitantes (NYT, 2020). O este otro ejemplo: Una corte federal de apelaciones revirtió el período de gracia de siete días en Minnesota para recibir boletas por correo, e indicó que los funcionarios electorales deberán descartar las boletas que lleguen después de las 8 p.m. el día de las elecciones. Por tanto, no es descabellado decir que, debido al papel que las votaciones por correo jugarán en estas elecciones, para que la victoria de Biden se concrete, las decenas de millones de votos que muchos electores están emitiendo por esa vía, deberán llegar a su destino y deberán contar para el resultado.

Cuarta condición: Imaginemos una posible victoria de Biden. Faltará que ésta sea reconocida por Trump sin levantar acusaciones de “fraude masivo”, como ya lo está haciendo. En ese sentido, hay dos temas que deben ser considerados. El primero, los métodos mediante los que la base de Trump podría manifestar su frustración ante el “fraude” por el que su presidente responsabiliza a los demócratas y al “Estado Profundo”. Seguidores de las teorías QAnnon, por ejemplo, sostienen que hay una red de personajes muy poderosos que conspiran y trabajan contra Trump en todo momento. El “fraude” sería su último logro. No se puede descartar que esto genere brotes de violencia entre partidarios y opositores a Trump. El segundo tema será la posible decisión de Trump de cuestionar determinados resultados mediante numerosos y largos procesos legales, situación que podría terminar con varias de esas causas en la Suprema Corte de Justicia, ahora con una amplia mayoría de jueces nombrados y confirmados por republicanos.

Eso nos lleva a una quinta condición: En caso de que sí se dieran estos procesos legales, para que Biden llegase a la Casa Blanca, necesitaría ganar el número suficiente de juicios como para mantener su potencial victoria.

En resumen: Las cosas podrían ser mucho más normales que lo que acá señalo, y podría ocurrir que—como hoy parecen reflejar las encuestas—la victoria de Biden se diera con una amplia ventaja, convirtiendo a este en un proceso incuestionable. Bajo esas circunstancias, podría suceder que los asesores y abogados de Trump le indicaran que no tiene sentido disputar los resultados, y entonces, el presidente podría salir a reconocer su potencial derrota. O bien, podría ocurrir que una o más de las condiciones que menciono no se materialice y como resultado, las posibilidades de Biden para asumir la presidencia se obstaculicen más allá de lo que hoy estamos alcanzamos a ver. En fin, la jornada del 3 de noviembre podría durar mucho más que 24 horas. Hay que estar preparados.

Analista internacional 
Twitter: @maurimm

Google News

TEMAS RELACIONADOS