En temas de Medio Oriente es conocido que dos más dos no siempre son cuatro, o que el enemigo de mi enemigo no es necesariamente mi “amigo”, y cosas así. Por eso, ahora que Biden estuvo en la región, o ahora que Putin la visitará esta semana, hay mucho que considerar. Ciertamente hay un plano global, con una guerra en curso en Europa y con un creciente enfrentamiento entre la OTAN y Moscú. Pero al mismo tiempo, hay planos regionales en los que si bien, esa lógica global se inserta, lo hace de manera compleja. Hay mucho que comentar al respecto, coloco acá apenas algunos aspectos.

1. La dinámica de la guerra en Ucrania y, en un nivel superior, el enfrentamiento Rusia-OTAN, en efecto va a impactar lo que sucede en prácticamente todas las regiones del mundo.

Medio Oriente no es la excepción. Por ejemplo, Biden quería en 2021 reducir el foco que Washington ha tenido sobre esa zona para poderse concentrar en sus conflictivas mayores: Rusia y China. No obstante, esto no le va a ser posible porque varios de los países en Medio Oriente juegan, y fuerte, en asuntos que hoy le son cruciales. Considere lo que significa, solo por poner un caso, el tema de los costos de la energía (y lo que ello representa en términos de la inflación), y la prioridad para Biden de elevar el abasto de petróleo y de gas en el mundo. O bien, el hecho de que varios de sus aliados en esa región—y no son aliados menores, como Turquía, miembro de la OTAN, Israel, su histórico socio, o incluso Qatar recientemente nombrado por Washington “Aliado Mayor No-Miembro” de la OTAN—han decidido no sumarse a las sanciones en contra de Rusia. O bien, está el papel que China o la propia Rusia estarán jugando en la región, aprovechando los vacíos que deje Washington. En fin, se trata de una infinidad de factores que ocasionan que, por más que el presidente estadounidense quiera desconcentrarse de esa zona del planeta, ello le es imposible dadas las circunstancias.

2. Justo en ese sentido, Biden viaja a Medio Oriente, en parte, para reafirmar sus alianzas en ese plano global, para intentar convencer a los distintos líderes de tomar una postura más clara en contra de Rusia. A la vez, Putin viaja a la zona para afianzar un eje que haga contrapeso al estadounidense.

3. Hay, no obstante, un plano regional que también pesa en ambas visitas.

De un lado, está Irán, el líder del islam chiíta, que conforma un amplio círculo de influencia. Del otro lado, el contrapeso geopolítico lo hacen las potencias sunitas lideradas por Arabia Saudita. A este último bloque hoy se suma Israel, probablemente el mayor rival regional de Irán. Y se está sumando con fuerza. Los lazos de cooperación entre Israel y varios países árabes se siguen fortaleciendo cada día, y hoy incluyen, de manera paulatina y con poca publicidad, al reino saudí, sitio que también visita Biden en un simbólico vuelo directo Tel Aviv-Jeddah. Así, una mirada simple nos diría que se trata de dos grandes grupos de países enfrentados, y que Estados Unidos respalda al bloque sunita al que se añade Israel, en contra de Irán y su eje, mientras que Rusia respalda al eje chiíta comandado por Irán. Los viajes de ambos presidentes, entonces, buscarían reafirmar también estas alianzas intrarregionales. Eso no es falso, pero en realidad el tema es más complejo.

4. Para tratar de entender mejor lo que ocurre en esta región, es indispensable evitar la lógica de “aliados-enemigos” o “bloque vs. bloque”.

En cambio, vale más la pena considerar que se trata de estados con agendas e intereses propios, los cuales suman sus fuerzas, mantienen relaciones o vínculos (formales o informales, suaves o duros) de acuerdo con esos intereses y agendas; y que, además, esos intereses y agendas son fluidos, van cambiando con los años, de acuerdo con los contextos locales, regionales y el global.

5. En ese sentido, pensemos en la relación Rusia-Irán.

Ambos países apoyaron al presidente sirio, Assad, en su guerra civil. De algún modo entonces, ambos países lucharon en el mismo bando y favorecían intereses similares. Dicho eso, sin embargo, Rusia no ve con buenos ojos la expansión y el fortalecimiento regional de Irán, uno de los grandes ganadores de la guerra siria. A la vez, Rusia afianzó su posición en Siria y, ante el vacío estadounidense, se convirtió en la superpotencia con la cual había que negociar cualquier tema relacionado con la zona. Considerando eso, Israel lleva años bombardeando posiciones de Irán o sus aliados en Siria, y cuenta con el aval implícito de Moscú para hacerlo. De hecho, el liderazgo israelí tiene una relación de trabajo cercana con Putin que le es indispensable mantener. Eso es lo que lleva a Israel a optar por no sumarse a las sanciones contra Rusia a pesar de su histórica y sólida alianza con Washington. Pero como dijimos, la situación actual es muy fluida. Rusia claramente necesita mucho más de Irán—otro país enfrentado a EU—en este punto que en cualquier otro momento de los últimos años.

6. Siguiendo esa línea, hoy no se trata entonces de cuánto Rusia puede aportar para Irán o qué tanto Estados Unidos puede aportar para las monarquías del Golfo e Israel. Sino que hay que pensar en direcciones múltiples:

Putin está pidiendo a Irán que le provea de drones que ahora mismo le urgen para su guerra en Ucrania, y Biden ruega al príncipe saudí Mohammad Bin Salman—a quien originalmente había vetado por su historial en derechos humanos—que reconsidere la postura del reino en cuanto a su oferta petrolera. Entre muchas cosas más.

7. Como contexto, también considerar que las negociaciones nucleares entre Irán y las potencias se encuentran estancadas.

Sin entrar en demasiados detalles, dos temas resaltan de ese hecho: (a) Irán sigue progresando en su programa nuclear y ya casi cuenta con suficiente uranio enriquecido para armar una bomba en caso de tomar la decisión de hacerlo, y (b) eso mismo tiene un alto potencial de desatar un conflicto regional por parte de países que buscan evitar que ese programa nuclear prospere, empezando por Israel. Por cierto, no olvidar que tanto en Estados Unidos existe la posibilidad de que Trump regrese a gobernar (pues fue Trump quien retiró a Washington del acuerdo nuclear que Obama había sellado con Teherán), como la posibilidad de que, en Israel, Netanyahu retorne al poder este mismo año, en el seno de un nuevo proceso electoral en ese país.

8. El caso turco es singularmente complejo.

El presidente Erdogan está en la agenda de las reuniones que Putin sostendrá en su visita a Medio Oriente (como parte de las negociaciones que se tendrán al respecto de Siria). Es decir, por una parte, Turquía y Moscú han respaldado a bandos opuestos en distintos conflictos como Siria, Libia o Armenia-Azerbaiyán. Por otro lado, ambos países tienen acuerdos para sostener los muy frágiles ceses al fuego en esos sitios. Además, el turismo, la energía y las importaciones rusas son cruciales para Ankara. Por tanto, Turquía—incluso siendo miembro de la OTAN—ha tenido que navegar por un hilo muy delgado entre apoyar a Ucrania y a sus aliados occidentales, pero a la vez, intentar contrariar a Putin lo menos posible, no sumándose al concierto de sanciones contra Rusia.

9. Luego, ahí mismo está el caso de Qatar a quien el 31 de enero de este año Biden anunció que nombraría “Aliado Mayor No-Miembro de la OTAN”,

un nombramiento que EU concede solo a socios muy especiales. Doha, parte del bloque sunita, en los últimos años tuvo una serie de disputas políticas con el reino saudí y con varios de sus aliados, quienes terminaron por romper sus lazos diplomáticos con el emirato y por establecer un bloqueo económico y comercial en su contra. Al mismo tiempo, el emirato sostiene importantes relaciones con Irán y con Rusia. Pasado el tiempo, sin embargo, las disputas entre diversos países árabes y Qatar se han ido disipando. Uno a uno de quienes rompieron relaciones diplomáticas con el emirato, empezaron a tratar de enmendar los lazos. Trump salió de la Casa Blanca e inmediatamente Biden buscó poner las cosas en orden en su relación con Doha. Y sí, Washington ha ido paulatinamente moviendo sus prioridades y se ha estado retirando de Medio Oriente, pero justamente por ello, otros vecinos como Emiratos Árabes Unidos han reorientado su brújula, y han encontrado que está en su interés restaurar sus vínculos con Doha.

En cuanto a Rusia, la realidad es que, a pesar de sus posiciones opuestas en distintos conflictos regionales, Qatar y Moscú mantienen una relación basada en el pragmatismo. Además de tener una amplia agenda de cooperación en temas como deportes, turismo e infraestructura, Doha conserva a la fecha una importante inversión en Rosneft, la petrolera rusa.

10. De igual manera, las relaciones entre Turquía y los países del Golfo, y entre Turquía e Israel, se han venido restaurando.

Recientemente Ankara desenmascaró un complot iraní para asesinar turistas israelíes en su territorio y advirtió a Teherán no usar a su país como espacio para dirimir sus disputas con Tel Aviv.

En suma, en medio de este panorama, Biden llega a Medio Oriente con el conflicto palestino-israelí considerablemente reducido en la agenda de prioridades, intentando alinear los intereses de Israel con los de Washington, y los de esos dos países con los de diversos países árabes, tanto en lo local, como en lo regional y lo global. Del otro lado, Putin intenta un contrapeso paralelo: aprovechar el hecho de que EU se ha venido replegando de la región y ha generado un vacío, para sacar ventaja de ese vacío, alinear a los actores que están opuestos a Washington y/o a sus aliados, y al mismo tiempo, conseguir que los propios aliados de Washington se mantengan lo más neutrales que sea posible en cuanto al conflicto en Ucrania.

Lo interesante del caso es que este es apenas un ejemplo de la competencia que probablemente estaremos viendo en todo el planeta en los próximos años. Una especie de guerra fría revivida, pero sin blancos ni negros, con demasiada complejidad a tener en cuenta, con China jugando un papel mucho más relevante, con intereses vertidos en múltiples direcciones, y con actores no-estatales de carácter violento provocando disrupciones. Un mundo que es demasiado difícil de empezar a describir, fascinante para el estudio, pero preocupante por lo que en ese entorno se puede provocar, e indispensable de descifrar.

Twitter: @maurimm
 

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