Transcurre el mes 15 de la invasión rusa a Ucrania. En este espacio estamos haciendo el esfuerzo por ir actualizando el análisis considerando la evolución de los eventos, una evolución que, a estas alturas del conflicto, a ratos se observa demasiado lenta. En el análisis de hoy, retomamos la transición entre la fase 4 y la fase 5, el punto en el que nos encontramos, añadiendo elementos respecto a las filtraciones de inteligencia en Estados Unidos, las acusaciones de Moscú acerca de un intento de asesinato contra Putin, las amenazas más recientes del grupo Wagner y, sobre todo, el desgaste que ambos ejércitos están experimentando y cómo ello podría influir en las semanas que vienen.
1. Como recordatorio, en la cuarta fase de la guerra que inició entre noviembre y diciembre pasados, Rusia reposicionó sus líneas de defensa hacia atrás, enviando a decenas de miles de tropas para la defensa de esas líneas, cavando trincheras, construyendo barricadas y apostando por el desgaste invernal que dificultaba cualquier operación. Paralelamente, Rusia se mantuvo bombardeando la infraestructura civil y energética de Ucrania. Se esperaba que la quinta fase—en la que llegarían ofensivas por parte de ambos ejércitos intentando romper las líneas que se estancaron durante el invierno—iniciara a inicios de primavera.
2. Del lado ruso, lo que se observó es que, desde hace ya meses, Moscú dirigió sus líneas de ataque sobre sitios específicos. Para ello, Rusia envió a cientos de miles de nuevos reclutas hacia el frente, quienes acompañan a tropas más experimentadas, además del grupo Wagner de contratistas privados que logró desplegar a más de 50 mil tropas ahí. Esto claramente compone un monumental tamaño de fuerzas las cuales llevan varias semanas enfocadas en avanzar lo que se pueda, aunque sean solo centímetros.
3. El caso más notorio que ejemplifica el punto en el que nos encontramos, sin duda ha sido la larguísima batalla por Bakhmut, una pequeña ciudad del este ucraniano, ubicada en la región de Donetsk casi frontera con Luhansk. Ese poblado, que antes del conflicto armado tenía unos 70 mil habitantes, se ha convertido en el foco de los enfrentamientos entre Rusia y Ucrania. La batalla por Bakhmut inició desde el verano del 2022 y llevamos meses escuchando que Rusia está a punto de ganarla. Sin embargo, Kiev ha estado completamente decidida a continuar defendiéndola. En realidad, desde la perspectiva militar, la importancia estratégica de este sitio es limitada, pero, no obstante, ambos ejércitos están destinando incontables recursos humanos y materiales para seguir luchando esta batalla. Las fuerzas rusas han llegado a controlar aproximadamente 80% de la ciudad, pero de acuerdo con los más recientes reportes, el ejército ucraniano ha podido recuperar una pequeña porción de esos puntos de control. En cualquier caso, hasta hoy, la lucha, con costos humanos elevadísimos para ambos bandos, continúa sin cesar.
4. De acuerdo con los análisis militares, una batalla como Bakhmut está exhibiendo tanto lo que Rusia buscaba, como la forma en que se tendrá que adaptar hacia los meses que siguen en términos tácticos. Moscú pretendió, desde incluso varias semanas antes de que iniciara la primavera, hacer prevalecer su superioridad numérica humana (incluso no contando con una superioridad en artillería debido a lo mucho que ésta se ha desgastado), masificando sus líneas y empleando la densidad de tropas como herramienta para avanzar, aunque fuesen milímetros, con tal de romper las líneas ucranianas. En cambio, y en contra del consejo de Washington y otros países, Ucrania decidió defender ese punto preciso con todo lo que tiene, destinando hombres, artillería y equipo, todo con el fin de minar y debilitar al ejército ruso lo más que fuese posible, con miras a esa próxima contraofensiva que al día de hoy no ha iniciado.
5. El resultado habla por sí solo: hasta el momento de este escrito, las tropas rusas han sido brutalmente mermadas sin poder sellar la conquista de la ciudad. Según informes que llegan tanto de Occidente como de fuentes públicas desde Moscú, incluido el propio ministerio de defensa, las municiones y la artillería rusa se han ido agotando al punto de un enorme desabasto. Como consecuencia, Rusia está teniendo que ajustar sus tácticas, una vez más. Moscú, según lo que estiman algunos de los análisis que señalo, ya no estaría buscando avanzar, sino conservar sus líneas actuales, y de nuevo, apostar por la erosión y fragmentación ucranianas, apostar por que transcurra el mayor tiempo posible, y así, desgastar tanto a la sociedad de ese país, como a las sociedades de los países que le respaldan.
6. Un caso que estamos observando con detenimiento es el del mencionado Grupo Wagner de contratistas militares privados rusos. Como hemos acá explicado, esa organización se ha vuelto indispensable en el frente de batalla, en buena medida debido a su experiencia en combate, su entrenamiento, su equipamiento, su capacidad de reclutamiento y despliegue. Esto ha sido muy evidente justamente en la batalla de Bakhmut en la que, a pesar de las dificultades, Rusia ha estado muy cerca de vencer. No obstante, esto también ha empoderado considerablemente al líder de Wagner, Yevgeny Prigozhin, quien ha estado chocando continuamente con distintos actores en Rusia que también son muy cercanos a Putin, especialmente en los temas de la guerra y la seguridad. Casi no hay semana en la que el líder de Wagner no alce la voz en contra del ministerio de defensa u otros actores políticos.
7. El desarrollo más reciente consiste en la amenaza que ha hecho Prigozhin de retirar a las tropas de Wagner del combate en Bakhmut a falta de artillería y municiones. El líder de Wagner culpa al liderazgo del ejército y al propio ministro de defensa ruso de estarles enviando al frente sin proveer lo que necesitan no ya para vencer, sino incluso para sobrevivir. Estos factores, además de que Prigozhin está considerando involucrarse en política, colocan a Putin ante varios dilemas. La realidad es que, si Wagner se retira del frente de batalla, las probabilidades de que Rusia conserve Bakhmut, después de tantos meses de batalla, se reducen drásticamente. Pero, por otra parte, el presidente ruso está buscando evitar que Prigozhin se siga rebelando y siga amenazando al poder institucional en Rusia. Está por verse la forma mediante la que Putin intentará equilibrar esta situación, lo estaremos observando.
8. La situación del ejército ucraniano, no es, sin embargo, mejor. Las filtraciones de inteligencia en EU, revelaron varias cosas al respecto. Primero, que, además del costo humano que ha sufrido, Kiev ha estado empelando artillería a mayor velocidad de la que se le puede abastecer, poniendo en riesgo muchas de sus posiciones y avances. Sus sistemas de defensa se agotan a pasos agigantados y les urge resurtirlos. En la estimación de Washington, Ucrania podrá lograr, si acaso, avances limitados en la contraofensiva que viene.
9. El problema de Kiev lo pone de manera clara su propio ministro de defensa: alrededor de la ya tan mencionada próxima contraofensiva se han construido demasiadas expectativas. Quizás esta contraofensiva se dirigirá al área de Zaporiyia en donde hay una planta nuclear y altísimos riesgos en consecuencia. Y quizás Kiev logrará algunos avances, efectivamente, pero es difícil que cumpla con la presión que tiene encima. Rusia sigue apostando por la superioridad en densidad humana con la que cuenta; quebrar esa densidad y penetrarla, se aprecia no imposible pero sí muy difícil. Un panorama así podría complicar la situación ucraniana no ahora mismo, sino para los siguientes meses. Un escenario en el que Ucrania no avanza, o solo consigue hacerlo, pero lentamente, pondrá a prueba una vez más la capacidad de sus aliados de defender ante sus propios electorados el sostenimiento prolongado de una guerra que no parece terminar en ningún punto cercano.
10. De ahí que algunos actores, por ejemplo, en EU, están empujando para que Kiev se muestre más flexible para negociar incluso ante el costo de ceder. La cuestión es que la sociedad ucraniana se sigue oponiendo a efectuar concesiones territoriales y sigue sintiendo que su ejército cuenta con la capacidad de recuperar el 100% del territorio que hoy Rusia controla, Crimea incluida. En cambio, para Rusia sí sería conveniente congelar el conflicto y negociar ceses al fuego parciales, en tanto se le permita conservar la aproximadamente quinta o sexta parte de Ucrania que hoy controla.
11. En una serie de desarrollos paralelos, Ucrania se mantiene atacando, tanto territorio ruso como el territorio de Crimea que Rusia controla y anexó desde el 2014. Ya desde 2022 Kiev incrementó ataques mediante drones o misiles muy adentro de territorio ruso. Como ejemplo, en diciembre, drones ucranianos golpearon dos aeropuertos militares rusos ubicados a más de 450 kilómetros de la frontera ruso-ucraniana. Esto ha continuado durante los siguientes meses. Ante ello, Kiev mantiene una política de ambigüedad, no aceptando ni negando su responsabilidad de esos ataques. De su lado, Moscú normalmente les otorga poca publicidad ante el temor de los sentimientos que estos hechos pueden generar entre su propia población.
12. Por eso, llaman tanto la atención los sucesos de la semana pasada en que dos drones explotaron sobre el Kremlin. Rusia los publicitó con una gran cantidad de ruido; acusó a Kiev de un “ataque terrorista que buscaba asesinar a Putin”, ante el cual, se reserva el derecho de responder. No solo eso, el Kremlin también acusó a Washington de estar detrás de este intento de asesinato, una afirmación grave. Ucrania y EU, de su lado, niegan toda responsabilidad y acusan a Moscú de estar llevando a cabo una operación de bandera falsa con el objeto de dar a Rusia el pretexto de escalar y bombardear objetivos civiles ucranianos.
13. Como sea, lo relevante del caso es que Moscú eligió abandonar su estrategia de no dar publicidad a este tipo de eventos—incluso ante el riesgo de que Moscú sea fuertemente criticada a nivel interno por no haber tenido la capacidad de detectar y detener esos drones mucho antes de que llegasen al Kremlin. Las preguntas naturales son: ¿con qué objeto? ¿Realmente está buscando Rusia escalar los bombardeos? ¿Con qué proyectiles lo piensa hacer si es que la escasez que le aqueja es real? ¿O está planeando alguna otra medida que aún hoy no vemos, contra Zelensky o contra alguien más?
Al final, la conclusión sigue siendo que todo esto tiende a prolongarse por bastante tiempo más, con las consecuencias que ello puede implicar. Es decir, mientras más meses transcurran, lo que hoy vemos de la guerra seguramente va a seguir siendo fluido, y los riesgos siguen siendo altos en muchos sentidos. Nos mantendremos compartiendo el análisis por acá.
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