Me dio gusto que el presidente instruyera a sus colaboradores cercanos a resolver, de una vez por todas, el desabasto de medicamentos. En lo que va del sexenio no recuerdo otro episodio en que el jefe del Estado haya reconocido sin titubeos los resultados insuficientes de alguna de sus políticas. La tónica había sido la negación de cualquier error cometido o, acaso, la doble afirmación de que todo se originó en el pasado y que su gobierno lo resolvería de inmediato.
En esta ocasión, por fortuna, no le dio vueltas: la semana pasada ordenó a Jorge Alcocer y a Juan Ferrer, titulares de la Secretaría de Salud y del Insabi, que atendieran ese problema público (y muy canijo) “sin excusas de ningún tipo” y dijo también que “no puede dormir tranquilo si no hay medicamentos para atender a enfermos”. Y no le faltan motivos, pues esa carencia ha afectado la vida de varios millones de pacientes al menos desde que comenzó el gobierno de Peña Nieto, sin que se haya mitigado en los primeros años de este sexenio.
La orden del presidente podría convertirse —ojalá— en una oportunidad para romper la mecánica de descalificación y confrontación que se ha venido reproduciendo como rutina cada vez que alguna organización social o académica señala un error del gobierno o propone soluciones alternativas a las diseñadas desde el ejecutivo. Me consta: al principio de este sexenio, Nosotrxs puso a disposición de las autoridades de Hacienda y de Salud —siempre de manera gratuita y sin esperar retribución de ninguna índole— todos los estudios, las fuentes y los medios que tiene a su alcance, para afrontar la complejidad y los baches de la cadena de abasto de medicinas e insumos médicos en todo el país y contribuir así a la solución de esa inaceptable vulneración al derecho fundamental a la salud. La interlocución fluyó apenas un año y luego se interrumpió abruptamente, cuando el presidente descalificó desde una de sus mañaneras a quienes señalamos con libertad la existencia indiscutible de ese problema social.
No era cosa menor: el colectivo Cero Desabasto, promovido por Nosotrxs (cuyo Consejo Asesor es presidido por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y que hoy reúne a miles de personas conscientes de la necesidad de combatir la vulneración sistemática de los derechos sociales, que siempre e invariablemente afecta primero a los más pobres) agrupa a 68 organizaciones de pacientes, familiares de pacientes, médicos y académicos de todo el país (véase cerodesabasto.org), y no sólo ha venido documentando este problema público con los testimonios directos de quienes lo padecen sino que también se ha dado a la tarea de estudiarlo a fondo —con el auxilio de expertos e instituciones como la UNAM, El Colegio de México y el PNUD, entre otros—.
Por eso sabemos a ciencia cierta, por ejemplo, que en 2020 el IMSS no surtió la totalidad de 16 millones de recetas y que en la primera mitad del 2021 no se entregó ninguna medicina ordenada en 9 millones de recetas. Y sabemos con la misma certeza —gracias al esfuerzo de personas como el doctor Andrés Castañeda, que ha coordinado ese colectivo desde el 2019— que el problema no reside solamente en la compra masiva e indiscriminada de medicinas sino que pasa también por las deficiencias de la distribución, de los inventarios de las instituciones y del “huachicol de medicamentos”: el robo hormiga y las redes de corrupción que minan desde abajo la eficacia del sistema de salud pública del país.
Dada la indiscutible potencia de las palabras del presidente, creemos que lo dicho la semana pasada podría abrir una nueva ventana de oportunidad para dejar de pelear sobre un tema tan delicado porque, en efecto, podría resolverse antes de terminar el sexenio si todos contribuimos a hacerlo. Ojalá.