Hay historia suficiente para saber que los Estados nacionales prosperan cuando cumplen cinco condiciones: garantizar la seguridad y la cohesión interna, ofrecer confianza y esperanza económica, afirmar una administración pública profesional, asegurar la colaboración social y consolidar mecanismos de rendición de cuentas eficaces. En breve: seguridad, confianza, profesionalismo, colaboración y contrapesos han sido y seguirán siendo las claves de bóveda del Estado.
Al comenzar el año crucial en el que México definirá el futuro que le espera a medio siglo (porque de eso se trata la elección del mes de junio), me gustaría saber algo más sobre la oferta de los partidos políticos en cada una de esas materias. Capturados por la lógica a un tiempo mercadotécnica y clientelar de las campañas que ya está inundando el espacio público, lo que tenemos hasta ahora es una vacua repetición de ocurrencias pegajosas, imágenes prefabricadas por expertos en publicidad y declaraciones hostiles sin contenido sustantivo. Lo único que hasta hoy sabemos es que habría un segundo piso de la 4T --sin que nadie defina qué cosa es eso--; o que ya se va a acabar --sin que nadie diga qué seguiría--; o que pronto habrá una alternativa nueva --sin que haya nada más que propaganda cinematográfica.
Yo quiero saber exactamente qué harán los contendientes para detener la violencia que nos está matando. Es obvio que la política de seguridad ha fracasado nuevamente: ¿qué nos propone Claudia Sheinbaum para modificar ese curso de acción periclitado? ¿Qué quiere hacer Xóchitl Gálvez con las fuerzas armadas, cuándo y cómo? ¿Qué nos está proponiendo Movimiento Ciudadano para pacificar a México? Los lugares comunes no están ayudando en nada a responder esas preguntas: seguir igual es simplemente absurdo; cambiarlo todo para volver atrás, es irresponsable; decir que MC ya resolvió el problema es una broma. Que nos digan cómo vamos a recuperar la seguridad perdida y que nos lo digan puntualmente, sin retruécanos y sin ambigüedades.
La economía del país apenas va recuperándose de los años de pandemia. Todos parecen apostar al así llamado nearshoring como la solución futura; es decir, nos están ofreciendo anclar nuestro progreso a los mercados conquistados por nuestro vecino y sobrevivir como sus rémoras. ¿No hay nada más? ¿Morena nos volverá a recetar la economía moral que no significa más que un reparto de dinero? ¿La candidata Gálvez tiene algo más que la cultura del esfuerzo para convertir a los niños que venden gelatinas en grandes empresarios? ¿Hay en Movimiento Ciudadano alguna conciencia de lo que significa traducir la socialdemocracia en política económica?
¿Cuál es la propuesta de profesionalización de la administración pública de Claudia Sheinbaum? ¿Es acaso la reproducción del sistema de botín con su 90 por ciento de lealtad y 10 por ciento de capacidad? ¿La continuidad de la militarización indiscriminada de la gestión pública? ¿Tiene Xóchitl Gálvez algún proyecto de servicio civil de carrera? ¿En qué consiste, cuánto cuesta, cuándo se hará, quién lo conducirá? ¿Hay respuestas suficientes en los gobiernos de Jalisco y Nuevo León que acrediten a ciencia cierta las posturas de Movimiento Ciudadano?
Cierro ya: ¿cómo van a garantizar la rendición de cuentas quienes nos quieren gobernar? ¿Dirán otra vez que ellos sí son muy honestos? ¿O se proponen acaso hacer lo que les de la gana y luego imponerlo al país apelando a la fuerza de su mayoría? ¿Habrá colaboración con la sociedad o solamente se repetirá la lógica de las clientelas acalladas que reciben en silencio (o con aplausos) lo que les ofrece el gobierno?
No sabemos casi nada. Son campañas de humo atadas a fantasmas: inercia, reacción y show en competencia. El futuro está vacío.
Investigador de la Universidad de Guadalajara