No me gusta el pesimismo, pero sí soy realista. Desde esta perspectiva, veo que las cosas van mal y se van a poner peor. La epidemia del coronavirus sigue creciendo en diversos países, de distintos hemisferios, y ya está afectando el crecimiento económico mundial. Además, la lucha que sostienen Arabia Saudita y Rusia por controlar la producción y los precios del petróleo, hundió a las bolsas de valores de todo el mundo.
La teoría dice que los mercados accionarios son los primeros en adelantarse a los hechos. Así, el derrumbe de las bolsas se explicaría mejor por la caída que tendrán las empresas en sus utilidades debido a los múltiples efectos dominó que generará la pandemia del Covid 19. Bastan como ejemplo las aerolíneas y navieras internacionales, que han registrado ya perdidas millonarias por la falta de ventas de boletos y la cancelación de muchos de sus viajes.
Ante la enfermedad del 2020 en realidad nadie sabe qué va a pasar. Igual y mañana se estabilizan los contagios; pero igual y no. Igual y en todos los países tendremos que proteger a los niños y a los ancianos, manteniéndolos unos días sin salir de casa, para evitar una epidemia más grande. Igual y encuentran un antiviral eficaz y la vacuna para prevenir más contagios; pero igual y no. Lo único cierto es que de esto seguimos sabiendo bien poco y mientras tanto impera la incertidumbre, vestida de pánico, que está poniendo a temblar a los mercados. ¡Y a todos nosotros también!
Además del coronavirus, a esta mala racha económica le tenemos que sumar la “guerra” por el oro negro. Los países más afectados por el desplome petrolero en América Latina son Venezuela, Colombia y Ecuador, porque sus ingresos fiscales dependen directamente del valor de sus exportaciones de crudo.
En el caso de México es un golpe duro para Pemex –por cierto, la petrolera más endeudada del mundo- y también para los planes de inversión del gobierno de Morena, aunque no tendría por qué tener un efecto tan grave sobre las finanzas públicas, si el país hubiera continuado diversificando sus fuentes de ingreso.
El Ejecutivo, por su parte, ha dicho que la economía mexicana está protegida por la disciplina fiscal del gobierno de Morena. Sin embargo, ¡yo tengo otros datos! La falta de certidumbre que hemos tenido en lo que va de este sexenio, no nos da ninguna protección. El problema viene desde el principio de esta administración, cuando el nuevo gobierno frenó por completo el crecimiento económico con malas decisiones y canceló contratos que ya estaban hechos y que servirían para impulsar el desarrollo del país. Así, se perdió la confianza de los inversionistas, que dejaron de arriesgar su dinero en la economía nacional. Tan sólo en el 2019 se perdieron más de 34 mil empleos.
Ahora, pese a la emergencia sanitaria y a la crisis económica, el gobierno federal nos dice que tienen todo controlado. Pero el peso mexicano, uno de los termómetros más fieles de nuestra economía, retrocedió otra vez este lunes, con una de las mayores caídas desde que haya registros.
No está nada fácil enderezar el timón, sin embargo, todavía estamos a tiempo. Se deben tomar medidas extremas, a cortísimo plazo, para proteger a la población de un posible contagio masivo de covid 19. Además, se deben seguir llevando a cabo acciones positivas para el desarrollo económico y social del país. No se puede continuar regalado el dinero para proyectos con fines, a todas luces, electoreros. Tampoco se puede seguir con obras gigantescas, como Dos Bocas, el Tren Maya y Santa Lucía, a las que se les va a invertir muchísimo dinero y sólo tienen el 1% de posibilidad de éxito.
Para evitar mayores consecuencias negativas, se tiene que terminar, ya, con las ocurrencias y con los “abrazos” y gobernar con verdadera conciencia y así lograr lo mejor para nuestro siempre querido México.