En junio de 2009, un año antes de la tragedia de San Fernando, me correspondió alertar, desde la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, sobre la creciente práctica del secuestro masivo de migrantes, mediante un Informe Especial que el gobierno de entonces rechazó y minimizó.

Infortunadamente, la alerta fue superada por una acción cruel, deplorable e irreversible, que acabó con la vida de 72 migrantes durante la noche del 22 al 23 de agosto de 2010 en un rancho de Tamaulipas.

La masacre se constituyó tristemente en la tragedia emblemática del drama migrante en nuestro país.

Esta herida, enorme y profunda, no ha podido cicatrizar por dos razones: porque ha acumulado 10 años sin justicia y porque ni siquiera su magnitud e impacto se tradujeron en un alto o punto final al sufrimiento de las personas migrantes en territorio nacional.

Por aquellos días se expresaron discursos, lamentos y algunas buenas intenciones, pero nada cambió para los indocumentados.

La inacabable hilera de transmigrantes, en su mayoría centroamericanos, ha registrado picos y valles, pero en general se ha mantenido constante durante los 20 años de este siglo.

Ha sido y sigue siendo un flujo migratorio enorme, impulsado primero por razones económicas y recientemente nutrido sobre todo por el desplazamiento forzado que produce la violencia.

En números cerrados, México ha asegurado y retornado a sus países de origen, sobre todo a Honduras, Guatemala y El Salvador, aproximadamente a 2 millones 300 mil migrantes irregulares de 2001 a 2019; al menos otros tantos fueron detenidos por las autoridades estadounidenses; un número indeterminado logró su objetivo de llegar a su destino en la Unión Americana y muchos murieron o desaparecieron en el camino.

¿Cuántos, entonces, han cruzado la frontera sur de México desde el año 2000? ¿Cuántos han sido víctimas de los abusos, delitos y accidentes que han caracterizado a las rutas migratorias en nuestro país durante dos décadas? ¿Cuántos han padecido extorsiones, asaltos, violaciones, secuestros, homicidios, desapariciones, tráfico y trata de personas?

Los recientes rescates realizados en plena pandemia por las autoridades en Reynosa, de 125 y 75 migrantes, el 29 de mayo y el 20 de julio, respectivamente, hacen constar que las condiciones de riesgo para los migrantes prevalecen.

México debe realizar un esfuerzo a la altura de las circunstancias para garantizar a las personas migrantes la protección de su salud e integridad física y emocional, así como de sus derechos humanos.

Como país nos corresponde a todos mantener viva la memoria de los hechos de San Fernando para que no vuelvan a repetirse.

Literatura y migración: me entero, y celebro, que la novela Amarás a Dios sobre todas las cosas, de Alejandro Hernández Palafox, estará disponible próximamente en Amazon, lo que me parece una excelente noticia debido a que constituye un fiel e inquietante testimonio de la experiencia de los migrantes centroamericanos en su paso por México.

Secretario general de Servicios Administrativos del Senado y especialista en derechos humanos. @mfarahg

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