La segunda década del siglo 21 supuso la consolidación de la era digital, transformando la economía y nuestros hábitos. La revolución digital afianzó el liderazgo global de las grandes tecnológicas (GAFA) sobre las firmas energéticas que habían liderado la década anterior. Asimismo, transformó las relaciones interpersonales, el entrenamiento, el empleo, la educación, la salud, o la movilidad; incluso, la forma de participar del debate público.

Los cambios disruptivos catalizados por las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) revolucionaron espacios como los medios de comunicación o la banca. Comenzamos a ver cómo estas disrupciones alcanzarán transversalmente a todos los sectores industriales, desde la agroindustria, la minería hasta la medicina y el turismo.

Esto representa enormes oportunidades para el desarrollo económico, pero también importantes desafíos en materia de responsabilidad social, especialmente en América Latina, que continúa siendo la región con más desigualdad.

De acuerdo con la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT), las TIC pueden contribuir a acelerar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030.

En especial, afirma un informe de SustainAbility, su contribución es clave para promover el bienestar, garantizar la educación inclusiva, la igualdad de género, el desarrollo de infraestructura sostenible, avanzar hacia comunidades sustentables y combatir el cambio climático. El estudio revela que las TIC pueden disminuir 20% las emisiones globales de gases de efecto invernadero en 10 años. Otro informe promovido por AT&T estimó que en un año las TIC pueden generar un ahorro energético de 12.3 millones de dólares, moviendo su infraestructura IT a la nube.

Definir principios éticos y valores para un mundo digital en el que la tecnología sirva para mejorar la vida de las personas es una idea que recorre, por ejemplo, el Manifiesto Digital de Telefónica. Concretamente, para el caso de la inteligencia artificial (IA), más de 40 países han adoptado los principios éticos que formalizó la OCDE en 2019 relativos a impulsar un crecimiento inclusivo y sostenible, respetar los derechos humanos y los valores democráticos, ser transparentes, o garantizar la responsabilidad de los desarrolladores de los sistemas.

Los actores involucrados en la transformación digital tendrán la responsabilidad de responder a las múltiples aristas que presentan el encaje de los derechos laborales en la gig economy, la lucha contra las fake news, la propiedad y seguridad de los datos personales, o la promoción de hábitos saludables en línea, como evitar el acceso a sitios de contenido pirata, poniendo en riesgo la ciberseguridad de los usuarios.

Quizás la inclusión, con el cierre definitivo de las brechas digitales, sea el mayor reto respecto a la responsabilidad social digital. Programas para la conectividad rural o aquellos destinados al fomento de la igualdad de oportunidades a través del desarrollo de las habilidades digitales apuntan en esta dirección. También el programa “Mujeres STEM” de AT&T, enfocado en fomentar la vocación en carreras tecnológicas entre las más jóvenes, o iniciativas que buscan empoderar a través de la tecnología.

Hemos vivido la transición hacia una sociedad mucho más conectada gracias al progreso de las telecomunicaciones, con una infraestructura de primer nivel, cada vez más rápida y asequible, pero que enfrenta dificultades para su sostenibilidad debido a cambios del mercado, el crecimiento de la demanda, el descenso en los ingresos, la falta de actualización regulatoria, o la presión fiscal.

En esta década las operadoras tienen el reto de culminar la expansión del 4G y alumbrar el nacimiento del prometedor 5G, habilitador de realidades como el internet de las cosas (IoT), la inteligencia artificial, la realidad virtual y aumentada, el desarrollo de Smart Cities o los vehículos autónomos. Políticas públicas actualizadas, orientadas a incentivar el despliegue de las infraestructuras necesarias, son imprescindibles. También lo es una mirada social transversal que recorra el desarrollo de todas estas transformaciones.

Secretaria general de la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (Asiet)

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