El debate sobre la “clase media” que se dio la semana pasada deja claro que seguimos sin entender la manera de operar de AMLO. El Presidente no pretendió detonar un debate sobre la clase media y sus atributos, sino dar un mensaje político a su base electoral. Voy por partes.
Empiezo con el fondo. A diferencia de muchos de los que opinan en medios, yo sí estoy parcialmente de acuerdo con el Presidente. Como se ha documentado en varios textos, estoy convencido de que el neoliberalismo no sólo es un programa económico sino también una ideología pura y dura.
Es decir, una forma de concebir la totalidad del mundo e interpretarlo. De percibir al ser humano y la vida. Incluso tiene fecha de nacimiento: 1938 en Francia. Y que puso al centro varios dogmas que hoy parecen incuestionables: la apoteosis del individuo en detrimento de los entes colectivos, un sospechosismo ante todo lo estatal, una idea del derecho meramente formal y punitivista, y una concepción de la justicia basada en una supuesta meritocracia que lo único que hace es reproducir los esquemas más penosos de nuestras desigualdades.
La ideología neoliberal tardó cuarenta años en asentarse en nuestras mentes ( triunfó en la década de los ochenta) y hoy guía la mayoría de nuestras acciones. Los mantras que muchos recitan a diario derivan de ahí: “los pobres son pobres porque quieren”, “si te esfuerzas, sales adelante”, “soy rico porque me lo merezco”, “todos los políticos son unos inútiles”, “el Estado es el problema”, y un gran etcétera.
Digo que estoy parcialmente de acuerdo con el Presidente, porque si bien el neoliberalismo existe y hay que cambiar muchas de sus bases me parece que tildar a la totalidad del neoliberalismo como la causa de todos nuestros males políticos es un error. Sin embargo, este no es el punto. Lo que me interesa recalcar es que el propósito de AMLO no era discutir el fondo del asunto, sino politizar el momento poselectoral. Y, para variar, ganó.
Al mencionar algo tan amorfo y general como el término “clase media”, tuvo a la mayoría de la opinión pública volcada en tratar de desentrañar –otra vez– qué significa ser de ese estrato socioeconómico. Llovió tinta para dilucidar si se trata de una cuestión de ingresos, de poder adquisitivo, de autodenominación , de capacidad de elección, etcétera. Otros se centraron en el debate moral: ¿es correcto o no ser “aspiracionista”?, ¿es cierto que somos unos envidiosos incapaces de ser solidarios?, ¿está bien o mal que pensemos y actuemos, la mayoría de las veces, en clave individual?
Todas estas discusiones, sin duda interesantes y necesarias, lo que hicieron fue asentar el mensaje político del Presidente: hablarle a su base y decirle, con toda claridad, que ellas y ellos están del lado correcto de la Historia (así, con mayúscula). Lo que no hemos entendido es que al Presidente le tiene sin cuidado convencer a esa “clase media” que supuestamente ya no confía en él. El simple hecho de que no sepamos ni definirla dice muchísimo. Simplemente aventó el saco a quien pudiera quedarle. No señaló un grupo con propiedades específicas, plenamente identificable, sino que mantuvo a su destinatario en el terreno de la ambigüedad para hablarle a quien se sienta aludido, no por el término “clase media”, sino por los adjetivos que utilizó: aspiracionistas, egoístas, individualistas, “con el deseo de triunfar a toda costa”, “que le dan la espalda al prójimo”, “sin escrúpulos morales”, “partidarios de ‘el que no transa no avanza’”.
En otras palabras, lo único que le interesa es afianzar su nexo directo con quienes siguen creyendo en él y se reconocen como parte de su misión transformadora. Se equivocan los que dicen que MORENA perdió y la Alianza fue un éxito, precisamente, porque pasan esto por alto. El Presidente sabe que con su base electoral satisfecha tiene el control de lo que importa para ganar elecciones: el control territorial y presupuestal de este país. Obtiene ambos con 17 gubernaturas en sus manos y con la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.
Así, mientras él sigue acumulando poder en su persona, nosotros seguimos debatiendo si somos de clase media o no. El tema, que no se nos olvide, es político. Y vamos perdiendo.
Ver Escalante Gonzalbo, Fernando. (2015). Historia mínima del neoliberalismo. El Colegio de México. (2018). Así empezó todo: orígenes del neoliberalismo. Ediciones Cal y Arena. Romero Sotelo, María Eugenia. (2016). Los orígenes del neoliberalismo en México. La Escuela Austriaca. Fondo de Cultura Económica.